La asquerosa trampa de la manipulación

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/Distrito Tamana/Residencia/Noche/

Sakura se lanzó a la cama y sumergió el rostro en la almohada. Las ganas de gritar y llorar la embargaron, y estuvo a poco de hacerlo, pero recordó que Hiro podría escucharla y luego querría descubrir lo que pasó... No. No quería que Hiro se enterase porque la etiquetaría como una... como una...

No deseaba perder su amistad incluso sabiendo que era una terrible amiga. No quería que su único apoyo la dejara sola en las penumbras, pero el sonido en su puerta iba a llegar aunque no quisiera.

¿Sakura-san? —dijo Hiro con un tono suave que en ese momento a Sakura le pareció el de una chica— ¿Se encuentra realmente bien? ¿Puedo hacer algo por usted?

Pero Sakura no respondió y aferrada a la almohada dejó que la culpa la arrullara entre hilos tensos y agujas.

/Al día siguiente/

—¡Ah! —exclamó cuando su celular empezó a vibrar justo delante de su cara. Se limpió el rostro y miró el número.

"Desconocido..." y el rostro de una sola persona se le vino a la mente, y con ese rostro también llegó todo lo que había pasado en el parque y en la bodega... y Sasuke. La mano con el celular tembló, pero no por miedo.

—Hola~ —dijo la voz con un tinte cántico— ¿Cómo te fue con Sasuke?

—Hablemos en persona. —dijo Sakura sujetando el celular con fuerza. Ella no recibió mayor respuesta que una risilla. —En el café de la última vez.

Ella colgó, entró al baño para darse una ducha rápida y agarró lo primero que encontró en el armario sin procurar que combinase, pero tampoco que la viera como una mujer perdida en una tienda de segunda mano comprando a oscuras.

— ¡Sakura-san! —exclamó Hiro cuando ella abrió la puerta con la bandeja de desayuno. — ¿Dónde va? Espere a que...

Sakura levantó la mano. —No, Hiro. Te quedas. —ordenó.

—Pero...

Sakura endureció la mirada lo mejor que podía en su estado de lamentación. —Tienes prohibido seguirme el día de hoy. —Bajó las escaleras casi de un salto.

/Distrito Tamana/Centro/Cafetería/

Bajó del auto y le pidió al chofer que permaneciera allí, atento hasta que ella regrese. Tomó un respiro hondo antes de sujetar la manija de la puerta y abrir. No tuvo que buscar a la persona porque su aspecto resaltó por sobre el resto de la clientela.

Allí, en la mesa del fondo, acompañado de un aura despreocupada y dos tazas de chocolate, Tobi la esperaba con una sonrisa amigable. Sakura se acercó con el ceño fruncido y tomó asiento.

— ¿Por qué eres así? —dijo.

—Buenos días~ —contestó luego de beber un sorbo de su chocolate— Saludar no le cuesta a nadie.

—No vine para ser tu amiga. Es lo que menos quiero ahora.

Tobi suspiró con una sonrisa decepcionada, tomó otro sorbo del chocolate y su mirada perdió brillo. El ambiente a su alrededor empezó a oscurecer.

—Mi vida se basa en juegos y caprichos, Sakura. Hago lo que me da la gana cuando me da la gana y no hay nadie que vaya en mi contra. —Él sonrió con deleite, pero ella se sintió como un ratón encerrado dentro de una caja de cristal con un gato hambriento. —Por eso no le temo a nada. —Tobi cerró los ojos y bebió el chocolate de nuevo, lo que cambió su aspecto. Sakura empezaba a creer que Tobi tenía dos personalidades, pero simplemente jugaba con su mente usando manipulación.

Dulce GuardaespaldasOnde histórias criam vida. Descubra agora