Pensamientos que no pueden ver la luz

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/Instituto Konoha/aula/mañana/martes/

—Naruto-kun.

— No me retractaré, digas lo que digas. —el rubio voltea y lo sujeta del brazo— ¿O acaso lo haces por Sasuke? —arruga la frente.

— No es eso. —toma la mano y la aparta mirándolo a los ojos con un atisbo de preocupación— Estás herido y no quiero que termines en el hospital. —no debía mostrar emociones, pero no podía evitar preocuparse por aquellas personas que hacía lo mismo por él.

Hiro se aleja con la cabeza baja y camina rumbo al pasillo. Aún no comprendía por qué Sasuke aceptó el desafío así, sin más. Quería detenerlo. Después de todo, él creía que la culpa era de Naruto, cuando fue el propio Hiro quien quiso salvar a Toneri.

Unos pasos fuera del curso, levanta la cabeza y nota a Sasuke en las escaleras; acelera el paso.

— Sasuke-kun —lo mira al pequeño Hatake con los ojos entrecerrados— ¿Por qué aceptaste?

— Es asunto de honor. —el peliazul lleva sus pupilas al suelo por unos segundos. El azabache arrugó la frente ligeramente y descendió para estar delante del ojiperlo— ¿Por qué la preocupación? —el chico de finas facciones eleva la mirada— ¿Te importa si lo lastimo? —Hiro abrió sus labios, queriendo responder que se detuviera, que no lastimara a Naruto; quien ya estaba mal herido. Pero no lo hizo.

No debía hacerlo.

Respiró profundo con los ojos cerrados por menos de un segundo y volvió a ese rostro inmutable. El cual debía mostrar siempre, pasara lo que pasara. Ya que, si bien era libre, no podía faltar el respeto a la mano caritativa de Iruka y Kakashi. Personas que lo sacaron de ese mundo frío de la calle y, que de una u otra forma, mantenían seguro a Neji.

Y, mientras Hiro repetía en su cabeza las obligaciones como guardaespaldas de Sakura, Sasuke estaba en su propio mundo.

El Uchiha se encontraba delante de él. Algo en su pecho le molestaba al notar la preocupación por Naruto. ¿Acaso no le irritó el beso que le robó en el mismo pasillo hace unas semanas? ¡Lo besó Naruto, maldición!— (¡-!) —sus pensamientos no estaban bien.

Hiro debió golpearlo por tal acto. ¡Un hombre lo besó, maldita sea! A cualquiera le molestaría. La cuestión ahora en la mente del Uchiha no se debía a ello, más bien era... ¿Por qué estaba molesto? Quien había recibido el beso fue Hiro, no él.

— Regresemos a clases. —expone el peliazul y eso regresa al moreno de vuelta a la tierra.

/Instituto Konoha/enfermería/martes/mañana/

— En buena hora terminé en este colegio —exponía la doctora de lozana piel— de pandilleros.

— Si no le gusta renuncie, abuela. —la última palabra le sacó un par de venas y, cuando curaba un pequeño corte en el labio, Tsunade coloca un algodón empapado en alcohol. Lo que hace gritar del dolor al rubio— ¡Cuántas veces te he dicho que no me digas así! —Ine rodó los ojos ante el comportamiento infantil en ambos.

Coloca un par de curitas en el rostro; uno en la frente y otro en el pómulo izquierdo. Un labio hinchado con un pequeño corte y varios moretones en el torso es lo que notó la mujer; quien sólo se dedicó a curarlo y darles unas pastillas para el dolor.

Ine lo obligó a revisarse en la estación de enfermería del instituto. La amistad entre ellos era fuerte y llevaba años. Por lo que sabía muy bien, que Yamanaka no pararía de molestar hasta no verlo con vanditas en el rostro.

Al rubio le costaba caminar debido a un punzante dolor en el costado de su torso, Ine le indicó que era mejor un hospital para hacerse una radiografía, pero la doctora expresó que no había huesos rotos, sólo moretones que durarían un par de semanas.

Dulce GuardaespaldasWhere stories live. Discover now