Un reencuentro con el pasado

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/Distrito Tamana/Ciudad/subterráneo/noche/sábado/

Cuando Hiro arriba en la estación, llegan recuerdos de cuando ella y su primo solían pasar por lugares así para vender cigarrillos. Un dejo de melancolía la invadió de golpe y se acercó a un guardia para pedir indicaciones. Esa noche quería visitar un lugar del pasado.

Mientras esperaba el tren, una voz lo hace voltear.

— ¡Oi, tú! Ese lugar al que vas... es peligroso a estas horas, ¿lo sabías?

— Tú eres... -! —da un paso hacia atrás y toma posición de defensa al recordar su rostro, mas no su nombre.

— Tranquilo, tranquilo. Estoy en son de paz, amigo.

— ¿Tu nombre era? —aparecen un par de venas en la frente del sujeto.

— ¡Kiba, con un demonio! ¡KI-BA! —el tren llega y ambos abordan; Hiro lo observa sereno sin ser muy directo. Permanecen en silencio durante el trayecto. El vagón estuvo vacío todo el tiempo y el castaño limitaba a hacer un sonido rítmico en el asiento sin tener un ritmo conocido.

— Por qué me acompañas.

— Protección.

— Puedo cuidarme por mí mismo.

— Claro, claro. —sin darle importancia a sus palabras, recordando que él lo envió al hospital sin mucho esfuerzo.

/Distrito Yame/Estación de trenes/noche/sábado/

Llegó a la parada que recordaba como si el tiempo no hubiera pasado. Kiba se levantó del puesto y lo siguió a su lado. Con los brazos tras la cabeza y con aire despreocupado.

Hiro caminaba sin saber donde ir con exactitud. Las calles y locales eran idénticos a los de esa época. Observaba todo con suma precisión sin dejar de mover los pies. Kiba lo contempló con el rabillo del ojo por un par de segundos.

/Distrito Yame/Plaza/noche/

— Señor, ¿compraría un cigarrillo? —un pequeño, no mayor a ocho años, estaba sólo en el lugar. Hablando con las pocas personas que transitaban.

Hiro notó una silueta familiar emerger entre las sombras y acercarse al pequeño. Había un tramo notorio de espacio entre el sujeto y el niño, con respecto a Hiro y Kiba; el castaño notó que aquella escena atraía la atención.

El sujeto de cabello oscuro largo y piel pálida, casi azul, golpeó al muchacho, haciendo que cayera al suelo. Eso provocó un sobresalto en su interior y recordó cuando su primo lo defendió y se limitó a mirar.

¡Esta vez no!

Corrió y golpeó al hombre en el rostro. Kiba no sabía que podía ser tan impulsivo y quedó perplejo al verlo así. Se acercó y notó que temblaba.

— Déjalo tranquilo.

Esos ojos... —su marcado acento en la "S" no había cambiado, así como su aspecto, tampoco— Tu eres... —Hiro se acercó al pequeño y lo ayudó a ponerse en pie.

— ¿Dónde están tus amigos? —la mirada le respondió. Sacó del bolsillo algunos billetes y se los pasó; el pequeño se asombró al conocer la cantidad— Espero y alcance para todos en el orfanato. —le sonrió con melancolía y el pequeño hizo igual.

Gracias, señorita. —y se alejó del lugar. Hiro volteó rápido creyendo que Kiba pudo haber escuchado. Pero estaba ocupado con unos perros callejeros. El tipo, de nombre Orochimaru, desapareció si dejar rastro. Se limitó a suspirar y empezó a correr. El ruido de los zapatos en el suelo alertó a Kiba y corrió tras él.

Dulce GuardaespaldasМесто, где живут истории. Откройте их для себя