Si el amor no llega, entonces ignóralo

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/Ciudad/lugar de diversión/noche/jueves/

Se encontraron en la entrada de aquel sitio que, esa noche, tenía una presentación en vivo. Naruto e Ine tenía una relación cómoda y similar a la que llevaban con Sasuke, así que salían con frecuencia.

El algarabío y descontrol por parte de las muchachas del sitio era notorio cuando los bailarines se presentaron en el escenario. Un cuarteto de hombre con vestimentas a la moda, enseñando sus bien trabajados abdómenes y brazos... Volteretas y danza espectacular que los chico no alcanzaban a distinguir por tantos brazos elevados.

— Acerquémonos, Ine. —ella asintió y, entre baile y saltos, llegaron muy cerca de la tarima.

Ine no podía respirar y empezó a temblar cuando sus ojos percibieron al líder del grupo despidiéndose para ir a refrescarse a los camerinos. El recuerdo de aquella horrible noche donde un trío de malnacidos abusó de ella... el recuerdo de su líder permanecía vívido en su memoria y al tenerlo tan cerca heló la sangre y palideció su rostro.

— ¿Estás bien? —Naruto notó la pérdida de color y la chica salió del lugar con la mirada perdida, asegurando que sólo necesitaba aire fresco.

Corrió a la parte trasera del antro y entró por la puerta de servicio para dar con un pequeño recibidor donde estaban aquellos hombre, de los cuales sólo reconocía al castaño de tatuajes en las mejillas. Se acercó al chico con ferocidad empuñando un estilete que acostumbraba a llevar consigo desde aquella vez.

Kiba la vio acercarse con sed de venganza y no la detuvo. Terminó con el brazo cortado levemente, ya que uno de sus subordinados la atrapó.

— ¡Tú! —forcejeaba, pero el arma ya no la tenía en la mano— ¡Desgraciado! ¡MALDITO! —las lágrimas no tardaron que salir— ¡Esto es culpa tuya! ¡Lo que me pasó...! ¡Maldición...!

— Suéltala. —expresa Kiba, mientras la observa. Su empleado obedece— Tú... Me eres familiar.

— ¡Imbécil! —se acercó para golpearlo, pero no pudo o, más bien, no se lo permitía su propia mente.

Kiba abrió los ojos cuando Ine se rodeo con sus propios brazos al sentir esa sensación de asco por sí misma. Uno de los hombre iba a acercarse para sacarla del sitio.

— Detente. —con la mirada comprendió que su jefe tenía una relación con esa chica... o lo tuvo— ¿Venganza? —Ine lo observaba con rabia. El castaño suspira y rasca su cabeza al conocer la respuesta— De acuerdo, hazlo. —ella abre los ojos un poco más— Si golpeándome te sentirás mejor... ¡hazlo! No me defenderé.

Jefe.

— Es... una broma, ¿no? ¡¿No estoy para esas pendejadas?! —el castaño saca de su cinturón una navaja de empuñadura grabada y la extiende hacia ella.

— No bromeo. —la mirada era penetrante— ¡Hazlo! Si crees que esto es lo que necesita tu alma para descansar. —la chica toma la navaja y la observa por unos segundos. Luego la tira a unas macetas.

— ¿Y te haces llamar yakuza? —dejó de rodear su cuerpo con los brazos, pero no dejaba de estar alerta; y Kiba lo sabía bien— ¡¿Acaso quieres hacerme reír?!

Quizá el temor de estar sola, con el hombre al cual culpaba de esa negra noche manchada en su memoria, la hizo reír de manera natural. Liberar tensión. Una lágrima cayó de su ojo almendrado y rodó por su mejilla. Kiba metió las manos a su chaqueta y la observó tranquilo. Ella camina hacia la salida.

— La venganza será cuando yo quiera, no cuando tú me lo permitas. —y el golpe seco de la entrada de servicio fue lo que retumbó en la habitación. Ine se topa con Naruto y le dice que se marcha a casa porque está cansada. El rubio la acompaña a tomar un taxi y también se va del sitio sin saber lo que ocurrió realmente.

Dulce GuardaespaldasWhere stories live. Discover now