Nunca olvides lo que debes ser

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/Distrito Tamana/Ciudad/Tarde/

Caminaba por la acera con la mirada al suelo luego de haber platicado con Sasuke en la cafetería. Ya no lo volvería a ver por el bien de ambos y aún así no podía sentirse peor.

Un choque repentino contra el cuerpo de un muchacho la saca de sus tristes recuerdos.

— Disculpe, fue error... ¡Tú! —sus ojos verdosos se dirigen al hombro del sujeto debido a la sangre en su ropa— ¿Por qué no estás en un hospital? —expresa preocupada y molesta. Levanta las manos para atender la herida, pero él se lo impide.

— Déjame, tonta. —y la aparta con la brazos; un poco brusco— Eres igual de molesta que una pulga en un perro. —el castaño continúa el camino e Ine permanece quieta mientras observa cómo camina un poco decaído. Tenía tantas ganas de mandarlo al infierno con unas cuantas groserías por no dejarse ayudar.

— ... —pero aún así la preocupación de verlo herido la mantenía inquieta. Algo que nunca había sucedido cuando veía sangrar a Sasuke o a Naruto.

/Residencia Haruno/noche/

La puerta del estudio se abre con cuidado y Hiro realiza un saludo apropiado para su tutor— ¿Quería verme, Kakashi-san? —este, con una mirada profunda le indica con un gesto que se acerque sin tomar asiento.

— Me enteré que te levantas un par de horas más tarde dese que eres libre. —Hiro baja la cabeza en señal de arrepentimiento y Kakashi se cruza de brazos— Sigues bajo las órdenes de Iruka-san, tu entrenamiento nunca debe ser dejado de lado. Recuerda que la señorita Sakura está bajo tu responsabilidad.

— Mis más sinceras disculpas, Kakashi-san. —el peliplata le pide que levante la cabeza, pero la mirada en sus gachos ojos no dejaba de ser severa.

— Mañana irás al dojo. —Hiro asiente con su rostro inmutable— El maestro Gai te recordará la verdadera realidad.

El ojiperlo no comprende las palabras de su maestro y una extraña sensación de inquietud recorre su cuerpo cuando el peliplata abandona el lugar. Aún así, la orden ya estaba dada y él no podía negarse, pero esa sensación de bruma en su mente lo obligó a caminar por el jardín. Tranquilidad y aire fresco le ayudarían a conciliar el sueño.

... sí, soy Sasuke Uchiha. —esa voz lo lleva a la entrada principal. Abre la puerta y sus ojos se topan, haciendo que la inquietud en su interior desapareciera de inmediato— ¡Hiro! —expresa sorprendido el azabache.

— Sasuke-kun. —menciona su nombre con una sonrisa.

Dentro de su pecho... Su corazón da un par de brincos fuertes al tenerlo delante. ¿Qué hacía allí? ¿Por qué ahora Hiro lucía diferente ante sus ojos? No... Hiro era el de siempre, quien estaba diferente era él.

— ¿Qué haces aquí, Sasuke-kun? —desvía la mirada por un momento y rasca su nuca.

— ¿Acaso necesito excusa para visitarte? —Jamás le diría que se sentía inquieto por haberse ido molesto con él, habiendo sido culpa del idiota del rubio y sus palabras llenas de estupideces. Ahora que lo tenía presente, se sentía en paz, sin dejar de ser extraña la sensación de que su sonrisa serene su alma.

El sonido de estática los distrae a ambos.

«La señorita Sakura ya está dormida y el joven Hiro no se encuentra en su recámara.» —el Uchiha presiona el botón del intercomunicador alegando que se retiraba.

— Bueno... —limita a decir, pero en su interior le alegraba poder ver el rostro del Sasuke antes de acostarse. Y esa felicidad se reflejó de manera inconsciente en su rostro, volviendo a sonreír sin darse cuenta.

Dulce GuardaespaldasOnde as histórias ganham vida. Descobre agora