El destino es raro últimamente.

242 35 19
                                    

/Distrito Nagomi/Noche/

El taxi se aparcó en la parte exterior, ella abrió la puerta por sí misma y él bajó para dejarla en la puerta principal de la casa. Él lucía distante, igual que el día en que lo conoció y que fue asignado como su guardaespaldas. Si lo iba a tener como única compañía por un largo tiempo al menos le gustaría platicar con él, conocerlo un poco. — ¿Quieres pasar? —preguntó ella— Creo que hay jugo y unos bocadillos en la alacena. Seguro el cocinero dejó algo para que Obito y yo comamos por la noche.

Kiba levantó los hombros y ella sonrió.

Llegaron a la cocina en silencio y mientras ella le servía un vaso de jugo preguntó: —¿Tienes familia? ¿Mamá, papá? ¿Algún hermano? —Kiba levantó los hombros. —Oh, vamos. Cuéntame algo sobre ti. Me vigilas todo el día, pero sólo sé tu nombre. No es justo.

—La vida no es justa, niña. —respondió al tomar el vaso del mesón— Mientras menos sepas de mí, mejor. —Rin arrugó la frente— No me contrataron para ser tu amigo, sino para ser tu custodio.

Rin rodó los ojos.

—Eres un poco odioso y cerrado. No tengo muchas amistadas por si no te has dado cuenta y no creo que conocerte un poco me vaya a hacer mal. Que pases la mayor parte del día a mi lado no te vuelve una compañía.

Kiba mordió uno de los sánduches que ella le pasó en un platillo blanco de filos dorados.

—Acepté comer aquí, qué más quieres. —expresó con la boca algo llena.

—Quiero que seamos amigos. —dijo ella con una mueca de asco cuando se le cayó un pedazo de pavo de la boca al hablar, pero terminó la frase con una amistosa sonrisa.

—Ni de broma. —respondió luego de terminar el sanduche de un bocado. El gesto de las mejillas infladas sin casi poder masticar le causó un sobresalto de miedo y disgusto a Rin creyendo que se podría ahogar y que se veía asqueroso al hacer eso respectivamente. Kiba pasó todo el bocadillo con un par de golpes en el pecho y el vaso de jugo. —Soy tu guardaespaldas y nada más.

Ella infló los cachetes y realizó un puchero que en lugar de conseguir llegar a hacer sentir culpable a Kiba, sólo provocó que éste se levante sin mirarla siquiera.

—Eres demasiado "directo" para expresarte. —expresó moviendo los dedos con una expresión aburrida en el rostro.

—Acostúmbrate.

Antes de que Kiba pudiera abrir la puerta, alguien más la abrió.

—¡Obito! —exclamó Rin y corrió a abrazarlo— ¿Pensaste en lo que te dije? ¿Lo de estudiar en el Instituto?

—Dame unos días más, Rin. ¡Hasta mientras tienes a Kiba! —dijo lo último con una amistosa sonrisa señalando al muchacho de cabello marrón cuyos ojos no podía abrirlos más por la escena. Era muy raro ver que demostrase tanto afecto por esa chica sabiendo que podía empuñar un cuchillo de cocina para clavarlo en el cuello de cualquiera en el momento menos inesperado.

Kiba y Rin se miraron por un segundo antes de bufar al mismo tiempo.

Tobi se apartó y Rin lo siguió como si fuera una mascota. Kiba realizó una mueca para contener el bostezo y caminó hasta la entrada para irse a descansar por lo que quedaba del día.

Una llamada detuvo a Tobi en el pasillo. — ¡Nos atacó ese enano de mierda! —Tobi sonrió— ¡Seguro que lo envió el cobarde de Sasuke!

— ¿Eh? —Kiba volteó cuando alguien lo detuvo del hombro.

—Quédate un momento. —dijo Tobi con el celular al oído y una sonrisa sutil, casi placentera. —Tengo un pendiente y necesito que la vigiles. No será mucho.

Dulce GuardaespaldasWhere stories live. Discover now