Capítulo 12: El rompimiento de nuestros lazos.

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El aludido realmente amaba Muelle de Loto, pero jamás abandonaría a su hermano. La decisión estaba tomada.

—Me quedaré.

—En ese caso, necesito hablar contigo.

Wei Ying siguió a Madam Yu hasta el corredor. Ella quebró parte de su máscara de frialdad. La omega sabía que su hijo no se atrevería a aquello, pero finamente lo que importaba era lo que los demás pensasen. Sentía que su corazón se fracturaba de solo pensar en la vida que le esperaba a su pequeño.

—Debes protegerlo, ayudarlo a conseguir el amor de su marido.

Su tono guardaba cierta suplica.

—El hermano Xichen...lo tratará bien.

Madam Yu apretó su anillo, algunas chispas brotaron, lucía pensativa y triste.

—No lo sé. Los Lan están muy molestos con él a pesar de que culpan por completo a Jiang Cheng. No se lo dejarán fácil. Estoy segura que intentarán que Xichen tome un concubino u otro esposo. Sea como sea no va a resultar fácil la vida de Jiang Cheng aquí. Se casarán en un mes, no habrá tiempo para que se prepare y solo tiene quince años.

Fue increíble para Wei Ying ver los ojos de aquella fiera dama llenos de lágrimas. Para ella no era fácil dejar a su hijo ahí, pero no podía hacer otra cosa para reparar su honor. Si se iba, Xichen podía dejar nulo el compromiso y su hijo jamás podría casarse ni dirigir Muelle de Loto de manera digna. Lo peor es que a diferencia del compromiso pactado para Yanli, ellos no tenían ni voz ni voto pues ante las pruebas, los afectados eran los Lan.

—No compliques más su estancia aquí, compórtate y protégelo. El joven Lan va a ser castigado después de la boda un mes; así que estarán solos durante ese tiempo.

Wei Ying asintió. Se sentía nervioso, pero estaba preparado para proteger a su hermano de quien sea. Se prometió intentar no causar más problemas que dañasen el ya caído honor de su hermano y de la secta Jiang.

Los miembros de la secta Jiang se retiraron, llevándose a su hija. Ni siquiera habían terminado de hablar sobre la inminente guerra que se cernía. Los lazos entre los Jiang y Lan se habían quebrado. Solo quizás si nacía un heredero en común que fuera digno podría repararse. Sin embargo, en ese momento la incertidumbre los envolvía.

Wei Ying y Jiang Cheng se quedaron solos. No se habían quedado ni otros discípulos ni sirvientes. Realmente solos. Wei Ying sintió nerviosismo, pero luego se repuso. Debía permanecer fuerte y cuidar de su hermano menor. Era necesario, pues ahora se encontraban en territorio enemigo. No podía creer como algo que parecía tan inocente había desembocado en una tragedia. Su hermano ahora estaba comprometido con la persona que amaba, pero era infeliz. ¿Cómo es que la vida de alguien podía cambiar tan fácilmente? No podía creerlo, el destino de su hermano era dirigir Muelle de Loto. ¡Era injusto!

En ese instante, un subordinado Lan tocó su puerta. Al parecer Lan Qiren les citaba para esa tarde. Al regresar con el mensaje, observó a su hermano dirigir su mirada por la ventana de forma abstraída.

—Wei Ying, realmente no lo hice.

El mayor tragó grueso. Era tan difícil ver a su hermanito derrumbado.

—Lo sé. ¿Pero cómo pudieron esconder esas hierbas aquí? Debemos averiguarlo.

—No tiene caso.

—Claro que sí. Puede que los demás continúen pensando lo mismo, pero nosotros podemos cobrar venganza; además tu familia política dejará de pensar lo peor de ti.

Jiang Cheng sintió una pequeña chispa de esperanza, pero esta murió al recordar las palabras de su madre. Sobre la cama, sentado, con las rodillas hacia su barbilla, se apretó más haciéndose más pequeño.

Betrayal LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora