Capítulo 5: La llegada de los jóvenes maestros

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Su llegada a la secta Nie supuso murmullos entre las sectas así fueran grandes o pequeñas. Aunque Jin GuanShan se esforzó por mantenerlo en secreto, no pudo acallar los chismes sobre su bastardo hijo de una prostituta, al cual había enviado de regalo al líder Nie. A-Yao estaba cerca de cumplir los trece años, por lo que tenía miedo del lugar nuevo y por las noche tenía pesadillas acerca de lo que su madre podría estar sufriendo. Llamarla constantemente le trajo burlas de parte de los otros sirvientes. Al cuarto día, los sirvientes no soportaron más sus llantos.

La secta Nie tenía un castillo estilo fortaleza donde habitaba el líder y su extensa familia, conformada por veinte esposas: la señora Nie y las otras diecinueve concubinas. Así que la señora Nie tenía sus propios aposentos, mientras que las tres primeras concubinas según rango tenían amplios espacios para ellas y sus sirvientes. En el caso de la madre de Huaisang tenía aposentos casi tan espaciosos como los de la señora, pues había brindado un cachorro, además de ser una de las favoritas del líder.

Quedar bajo cargo de la concubina principal no significaba tener su protección, era uno más de las decenas de sirvientes con los que gozaba; además. dormía en una habitación con los otros sirvientes menores. Estos se quejaron con su señora de que sus llantos nocturnos no les dejaban dormir, alegando que eso se traduciría en mal desempeño. Meng Yao pensó que sería su fin. Sin embargo, la dama esbozó una expresión diferente a la esposa principal. Su rostro era dulce y benévolo.

—Perdóname por no haberme ocupado antes de ti. —Murmuró la omega para sorpresa de los sirvientes que habían ido acusarlo.

—¿Sabes escribir? ¿Caligrafía? ¿Tocas el guzhen o guquin? —Preguntó con tono suave.

—Solo un poco. —Replicó tímido, temeroso de enfurecerla.

—Entonces, te mudarás con nosotros.

A partir de ese momento, la dama le llevó a dormir a una habitación que compartiría con Huaisang mientras que el pequeño crecía. Luego tendría la suya propia. De inmediato, se apegó a ella, pues era amable, cálida y paciente. Las tardes se la pasaban recitando poesía, escuchando música, aprendiendo a tocar instrumentos musicales y aprendiendo a cantar. Por las noches, ayudaba a la dama a vestirse con sus ropajes más llamativos para recibir al líder.

Sus días eran tranquilos, así transcurrieron sus primeros meses. Pero pronto se dio cuenta que la secta Nie, con su amplia familia controlada con puño de hierro por la señora Nie, vivía en una constante lucha por el poder. Las concubinas peleaban por la atención del líder y se saboteaban unas a otras, aunque sus sirvientes terminasen pagando por ellas.

Una tarde, madam Nie arribó seguida por su único hijo. De inmediato, se inclinaron a recibirlos con formalidad. Ella ocupó la silla central y les observó como si fueran pequeñas cosas desechables, incluso a la concubina y a Huaisang. Los otros sirvientes le habían contado que Madam Nie tenía un especial odio por la madre de Huaisang.

—Ves, hijo mío, lo inútiles que son ¿Por qué sucede? Porque se la pasan escribiendo, cantando y tocando. No practican, no entrenan, tu padre ha sido demasiado benévolo.

De inmediato, llamó a Huaisang, este temblando levemente se acercó a ella. La mujer comenzó a hacerle preguntas sobre cultivo, el linaje familiar, técnicas de combate de los Nie. Ninguna fue respondida. Entonces, ella se burló de la educación del pequeño y de la madre de este. Llamó a sus sirvientes para que sujetaran al niño. Su madre corrió hacia su hijo y soportó sobre su espalda los golpes.

— Que seas una inútil no significa que conviertas a tu hijo en uno.

Los golpes dados por unas varillas continuaron sobre la dama. Meng Yao no pudo soportarlo más, así que terminó lanzándose sobre el sirviente. Madam Nie se puso de pie y de una cachetada lo derrumbó.

Betrayal LoveWhere stories live. Discover now