Luego de caer en la trampa de un enemigo, Xichen y Jiang Cheng se ven forzados a comprometerse en matrimonio para reparar el honor de Jiang Cheng y su secta. Sin embargo, aunque ambos han sido amigos desde niños, Xichen tiene un amor del pasado que...
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Habían llegado hace poco tiempo, Jiang Cheng, Mingjue y Huaisang se pusieron a evaluar el pedazo de mapa transcrito para poder ubicar la puerta por la que se infiltrarían. Al parecer, esa tortuga demoniaca se había ubicado en aquel lugar porque en un pasado el lago subterráneo tenía un gran poder espiritual. Ahora, por el contrario, era simplemente un lugar muerto. La energía resentida que se había aglomerado había sido cultivada y absorbida por Wei Ying hace unos meses para crear su sello del tigre de estigio.
Huaisang se sintió un poco mareado, a pesar de que la carga de energía demoniaca era casi nula, seguía siendo un lugar sofocante. Ver que a su alrededor no había escape, le hacía sentir intranquilo. Apretó el amuleto que Wei Ying creó para ellos, con el cual disiparían cualquier intento de la energía resentida restante de atacarlos, y tomó valor para continuar ayudando.
—¿Estás bien? —Preguntó Mingjue dirigiéndose a su hermanito.
—No te preocupes, Da-ge, solo tengo un poco de cansancio, me sentaré mientras ustedes continúan buscando.
Jiang Cheng dirigió una mirada a Huaisang. Se mantenía alerta de ambos hermanos, pues notaba en ambos la desesperación de salvar a Meng Yao. Y, muchas veces, la desesperación puede ser una mala consejera. Se preguntaba si serían capaces de abandonarlo solo con la misión. Estaba preparado para ello. Al menos sabía que Wen Ning sí estaba de su lado.
Luego de un tiempo, Mingjue y Jiang Cheng lograron encontrar la puerta que los llevaría a ingresar. Aunque, realmente no podía llamársele puerta, era un agujero en una pared de piedra, el cual se encontraba bloqueado. Probablemente, cuando se dio por perdido este lago subterráneo, la secta Wen decidió sellar esa entrada. Muchos años habían pasado por lo que había sido olvidado por todos. Sin embargo, Meng Yao se había dado el trabajo de averiguar cada entrada, incluso las que el propio Ruohan desconocía.
Enviaron un mensaje a Zixuan para avisarle que finalmente habían encontrado el ingreso. Debían de esperar un poco más para ingresar. Aún faltaba un par de horas para el momento en que Meng Yao marcó como propicia, pues había menos guardias vigilando el harem. Mientras esas horas transcurrían, Wen Ning organizó a los sanadores para que estuvieran listos cuando los rescatados llegaran; así mismo, Jiang Cheng y los hermanos Nie se organizaron para dividirse las áreas donde debían de ir por sus objetivos de rescate
—Entonces... ¿veremos a A-Yao? —Preguntó Huaisang.
Jiang Cheng captó la mirada ansiosa en ambos. Se preguntaba por qué Meng Yao aún se aferraba tercamente a Xichen si tenía personas que lo amaban.
—No.—Replicó Jiang Cheng. — Mandará a los espías y sirvientes que trabajan para él. No puede alejarse del lado de Wen Ruohan o sospechara.
El puño de Nie Mingjue se apretó. El líder Jiang prestó atención a ese detalle. Si Mingjue o Huaisang realizaban algo fuera del plan, pondrían en riesgo todo.
