Capítulo 40: Abandono

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Cuando rememoraba aquellos pasajes había dolor, pero también dulzura, aunque últimamente también había culpa. Si desde un comienzo hubiera puesto un pare a las intenciones de Wen Ruohan quizás este no tuviera una fijación tan fuerte por la secta Lan y Jiang. No quiere decir que dejase de ser un desalmado tiránico asesino. Con solo unos besos, Ruohan lo había etiquetado de su propiedad, mientras él comenzaba a madurar como alfa. Los libros tenían razón, un alfa madura más rápido cuando encuentra un omega de su interés. Fue lo que sucedió con él. Poco a poco ese instinto de alfa despertó revelando sus características ligadas a su espíritu lobo.

Esa noche le tocó a Qiren hacer guardia por los alrededores de las viviendas dadas a los discípulos externos invitados de las grandes sectas. En ello vio remover algunos arbustos, sacó suespada en posición defensiva, pero pronto el aroma de esa muchacha llegó a él.

—Eso fue peligroso—Comentó ella riendo, como si no estuviera siendo

Qiren se dio cuenta que era Cangse. Por un momento estuvo confundido ante su presencia.

—Tú...ya es el toque de queda.

Incluso si se trataba de ella, las reglas debían de ser imparciales.

—¡Oh! Lo siento. Solo que los vi jugar y no pude resistirme. —Replicó con una enorme sonrisa de dientes blancos. Aquella sonrisa entre dulce y traviesa de nuevo. La muchacha dejó ver a varios conejitos silvestres a su alrededor.

Podía decir que le parecían lindos; sin embargo, incluso aunque fueran de su agrada las reglas lo prohibían.

—A veces ingresan al Receso de las Nubes, pero está prohibido tenerlos de mascotas

—¿En serio? Pero son muy lindos. —Sonrió, tomó uno y lo acaricio gentilmente.

Qiren estaba sorprendido. Esos conejos eran un tanto crueles, te mordían rápidamente los dedos cuando los toqueteabas, contrario a ello, en ese instante parecían deshacerse en los brazos de la omega. Quizás era ese aroma exquisito que provenía de ella, ahora incluso se materializaba un poco más dulce.

—Señorita Cangse, debe regresar. —Habló.

—¡Oh dios mío! eres tan lindo y formal—Respondió ella—Pero no me llames señorita, suena raro, solo dime Cangse.

—No podría..

—Vamos, a cambio te llamaré Qiren.

El calor trepó a sus mejillas rápidamente. Observó a los ojos traviesos de la omega y entreabrió la boca para llamarla directamente por su nombre sin formalismos.

—Cang...no puedo, señorita Cangse, debe irse a dormir. —Desvió la mirada, sintiendo que tenía incluso el cuello enrojecido.

Ella río, tomó un par de botellitas y se fue de largo. Tarde, Qiren comprendió que la señorita había salido para comprar alcohol y en su cara había logrado infiltrarlo. Cuando quiso perseguirla ya había desaparecido. Probablemente estaba en las estancias dadas a la secta Meishan. Podía ser un poco vergonzoso atravesar e interrumpir el sueño de las damas. Quizás simplemente estaba siendo indulgente por ser ella.

—Así que la estuviste persiguiendo ¿Qué fue todo ese coqueteo? —Escuchó la voz de reclamo, lleno de irritación e indignación, como una esposa encontrando a su marido con una amante.

—Joven maestro Wen. —Alzó la mirada para enfrentarlo. Sentía vergüenza por todo el malentendido que dejó crecer entre ellos, pero no debía de huir más. Parte de ser un alfa era enfrentar sus propios errores.

Inesperadamente, el alfa mayor lo jaloneó hasta los árboles, empujándolo contra uno, buscando besarlo. Qiren frunció su ceño, indignado por el trato. Sin embargo, el mayor respiraba agitado como si estuviera ante un omega en celo, deseándolo de una manera tan alocada que el joven alfa no creyó posible. Juntó un poco de su energía y usó su propio aroma para repeler las feromonas del otro alfa que buscaba dominarlo. Podría seguir siendo joven, pero ese lobo interno ya no se doblegaría ante otro alfa.

Betrayal LoveWhere stories live. Discover now