Luego de caer en la trampa de un enemigo, Xichen y Jiang Cheng se ven forzados a comprometerse en matrimonio para reparar el honor de Jiang Cheng y su secta. Sin embargo, aunque ambos han sido amigos desde niños, Xichen tiene un amor del pasado que...
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Tal y como había pensado, no pudo escapar de la invitación hacia la gran boda del siglo en el mundo de cultivo. Esta boda era el evento más importante, incluso más importante que la boda de su hermano con la doncella Jiang. Nada menos que el gran líder de la primera secta demoníaca y el precioso segundo jade, un destacado cultivador héroe de guerra. Sin duda, eso volvería a la secta Wei una de las más poderosas. Además de que tenía a varios talentos dentro.
—Que ostentoso — Escuchó bromear a Xue Yang a su lado.
Justamente, su amigo era una de esos talentos que aumentaban el poder de la secta Wei. Antes de conocer a Wei Ying, Xue Yang ya tenía un gran poder obtenido del cultivo demoníaco, el cual había aprendido guiado de libros antiguos, por lo que no podía hablarse de un entrenamiento formal. Sin embargo, Wei Ying había reinterpretado esos textos creando nuevas técnicas que se amoldaron mejor a su amigo.
—Lo mismo digo, ahora eres el segundo al mando de la secta Wei. — Respondió, observando el emblema del tigre en llamas negras en el pecho de su amigo.
—Bueno, no me invitaste a ser parte de la secta Jin. — Comentó encogiéndose de hombros.
Meng Yao rodó los ojos, sabiendo que el otro no estaba realmente resentido. Solo estaba bromeando como siempre.
—Ya te habías unido a la secta Wei en cuanto terminó la guerra, no, incluso antes.
Las sombras que parecían torturar a su amigo antes habían disminuído. Aunque en algún punto pensaron que formarían una familia juntos, finalmente, Xue Yang había encontrado su camino.
—Que puedo decir, una secta demoníaca es definitivamente donde pertenezco. — Replicó Xue Yang.
Se giró completamente hacia su amigo. No podía negar que la Residencia del Patriarca de Yilling era hermosa y amplia, con un toque misterioso en cada uno de sus rincones. Se encontraba en el jardín este, todo había sido construído en madera muy oscura, casi negra. La exuberancia y el fragante aroma del incienso lograba que fuera un buen lugar para perderse. Por supuesto, estaba huyendo de encontrarse con Mingjue. Aunque este no le buscaba, no quería ni siquiera verlo de frente. Tenía miedo que con solo intercambiar un par de palabras, terminaran estallando en una absurda discusión.
—¿De verdad? ¿Realmente te sientes a gusto? — Preguntó con preocupación. Xue Yang le ayudó aún cuando llevaban años sin verse. A pesar de lo que muchos pudieran calificar, para Meng Yao, Xue Yang era como un hermano mayor, uno muy particular.
—¿Me invitarías a tu secta? — Le preguntó con una sonrisa traviesa.
—Lo haría. — Replicó Meng Yao con firmeza.
—Es bueno saber que tengo alguien más que cuidaría de mí. — Respondió el alfa. — También puedes contar con que estoy dispuesto a eliminar a quienes te hagan daño, A-Yao. — Ambos sonrieron. La forma en que Xue Yang manifestaba su afecto era muy particular, quizás terrorífico para personas más inocentes, pero para Meng Yao era perfecto saber que tenía un aliado leal, un verdadero amigo.
