Prólogo

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Bajo la sombra de un árbol de mediano tamaño, se encontraba un pequeño niño con un moño atado en una cinta morada, se encontraba sentado abrazando sus piernas que las tenía contraídas hacia su pecho. Se trataba del pequeño maestro Jiang, Jiang Wanyin o Jiang Cheng para sus cercanos. La razón de esas lagrimas que caían de sus ojos era quizás trivial par un adulto, pero para él eran razones poderosas. Sabía que si se lo confesaba a su madre esta le regañaría y su padre no le haría demasiado caso e incluso terminaría llamándole la atención por su falta de sensibilidad con su nuevo hermano.

El caso es que el pequeño Jiang estaba un poco triste porque sus perritos ya no estaban con él. Desde que era muy pequeño había tenía a esas mascotas, ellos le hacían compañía ya que no tenía con quien jugar. Su hermana era muy dulce, amable pero no compartían los mismos gustos a pesar de que ambos eran omegas, además, ella era mayor por algunos años, esa pequeña diferencia marcaba una distancia crucial. Sin embargo, ahora tenía un nuevo amigo, más bien, hermano. De hecho, en pocos meses le había agarrado cariño, aunque no se lo dijera. Aun así, de rato en rato la melancolía por esos tres compañeros llegaba él. Por eso se encontraba debajo de ese árbol sollozando. No deseaba que su hermano se diera cuenta de lo triste que se encontraba pues ya habían tenía un altercado anterior donde este terminó con la pierna rota. Su hermano: Wei Ying, era su compañero de juegos, pero su pequeño corazón estaba preocupado por sus tres canes. ¿Estarían cuidando de ellos adecuadamente? ¿Les harían jugar hasta el agotamiento como él lo hacía? ¿Los abrigarían en las noches?

Ese día era la conferencia de cultivadores, ese año la dirigía su secta. Así que su padre, madre y hermana estaban ocupados, mientras que Wuxian se había ido a fastidiar a los otros niños que habían llegado. No eran tantos, pero algunos líderes de secta deseaban que sus hijos aprendieran desde pequeños sus obligaciones futuras, así como fueran conociendo a quienes serían los otros líderes en el futuro. Aprovechando que se encontraba solo, se refugió a la sombra de aquel árbol y se sentó a sollozar.

—Hola ¿Por qué te ves tan triste? — Interrumpió una gentil voz.

Alzó su mirada y la luz del sol parecía hacer brillar la piel de ese niño. Era mayor que él con seguridad, al menos por cinco años. Se dio cuenta de sus ropajes blancos y la cinta en la frente. Era un Lan sin duda. Se sintió intimidado por su noble apariencia, así que se quedó callado y giró el rostro. Quizás estaba ofendiéndolo, pero deseaba que lo dejaran solo. Aún no había liberado toda la tristeza que su pequeño corazón sentía.

—Ya veo, debe ser algo importante.

Ignorando la obviedad de que no lo quería cerca, aquel chico Lan se sentó a su lado. Sintió un aroma bastante tranquilizador brotar de él. Si no se equivocaba era el aroma a lavanda. Un aroma que su hermana siempre ponía en su habitación para hacerle dormir en paz. Cuando su refinado olfato de omega olfateaba aquel perfume se relajaba. Que rara coincidencia que aquel chico tuviera ese aroma como propio.

—Usted debe de ser el joven amo Jiang ¿no es así? —Preguntó con suavidad.

—¿Cómo lo sabe?

El mayor sonrío apacible y le observó con ternura. Se sintió ligeramente avergonzado ante aquella mirada.

—Su padre lo estaba buscando así que me ofrecí a encontrarlo. Él, mi padre y mi tío tienen que conversar sobre varios temas. —Ladeo su cabeza, detallándolo. — Dado sus bonitos ojos morados, sus orejas felinas y su túnica es evidentemente el joven amo Jiang.

Jiang Cheng alzó su mirada sonrojado de vergüenza: ese chico debía de ser uno de los jades y él estaba mostrando sus orejas felinas con descaro. Lo cierto era que aún no podía controlarlo, le faltaba mayor entrenamiento. De pronto, se sintió estúpido por haberle rechazado.

Betrayal LoveWhere stories live. Discover now