Los problemas crecen por el rencor

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— Por supuesto, pero no querrá decir guardaespaldas en lugar de sirviente. —La resonante risa de Madara llenó la oficina con naturalidad.

— Mi ahijado se puede defender solo y su carácter infantil e impredecible lo hacen una persona de cuidado así que asegúrate de que Sakon obedezca en todo y jamás baje la guardia. —Madara miró un pequeño adorno de dos cabezas sobre su escritorio— Sakon es un buen elemento, no me gustaría perderle.

— Como diga. —respondió Sasori internamente emocionado de conocer a alguien con tales características.

/Días más tarde/Aeropuerto/

— ¿En serio nos toca cuidar a un mocoso, jefe? —preguntó Kidomaru rascando su cabeza al mirar la foto en manos de Jirobe una vez más.

— Cierra la boca, inútil. Ya escuchaste a Sasori-aniki. Ten respeto que es el ahijado del jefe. —Una muchacha de rojizo cabello y mirada salvaje observó al hombre de la foto mirando los letreros del pasillo como si fuera un niño perdido.

— Sakon, allí está. —señaló abriéndose paso entre las demás personas que iban por sus familiares. El líder de aquel grupo vistoso se aproximó al muchacho de la imagen.

— ¿Obito-sama?

— ¡WOW! —exclamó abriendo los ojos con espanto en dirección al cuarteto— Eres feísimo y pareces enfermo, viejo. —los subordinados de Sakon no sólo fueron sorprendidos por la actitud tan franca, sino por todas las faltas que le dijo en unas pocas palabras; si uno de ellos lo hubiera hecho, ya estaría muerto en el suelo. — Pedí un buen sirviente, espero que no mueras antes de llevarme con mi tío Madara.

— Co... Como diga, señor. —la rabia oculta iluminó el rostro del recién llegado.

— Antes de seguir. No me digan "sama", "san" ni "jefe" ni ninguna otra estupidez. ¡Somos amigos, no! —lanzó la mochila al gordo y tomó a Sakon por el cuello de una manera amistosa, pero tan rápida que si lo hubiera querido lastimar, no habría podido reaccionar a tiempo.— Ah, sí. Tampoco me llamen "O-bi-to", ese nombre lo detesto. Sólo Tobi, okey. —miró a la única chica del grupo y le guiñó el ojo. — ¿Entendiste, cariño?

El muchacho de nombre Tobi soltó a Sakon y caminó rumbo a la salida emocionado y distraído por el nuevo lugar. Sakon subió al auto seguido de Tayuya, la nueva integrante. — ¿Y él será nuestro nuevo jefe? —murmuró Kidomaru a Jirobo mientras subían las maletas.

Si murmuras a mis espaldas, posiblemente no llegues muy lejos conmigo al mando. —susurró desde el otro extremo y la piel de los hombres se tornó blanca al ver su rostro plagado en... en... — ¡Ya suban, quiero saludar a mi tío! —agregó con una sonrisa despreocupada y entró al vehículo. Kidomaru y Jirobo permanecieron en silencio, miránsode aterrados por lo que habían presenciado.

/Edificio/Oficinas/

— ¡Ahijado, bienvenido! —expresó Madara con alegría cuando Tobi cruzó la puerta seguido de Sasori y Sakon— ¿Qué tal el viaje? ¿Qué tal tu padre?

— No vine aquí para hablar de él, tío. —respondió correspondiendo el abrazo, pero el gesto tomó a los dos subordinados con intriga— Y con respecto al viaje. ¡Todo fue fabuloso! Me atendieron de maravilla.

— Qué gusto. —Madara miró a Sasori y este se acercó— Te presento a mi mano derecha, Sasori. —Tobi estiró la mano, pero Sasori limitó a contemplarlo a los ojos por unos silenciosos segundos.

— Bienvenido. —comentó inexpresivo.

— ¡Qué frío, anciano! —respondió palmeando su hombro, pero ni así Sasori cambió la expresión de su cara— Pero aún así me agradas. —Tobi miró a Madara con una gran sonrisa. — ¿No me lo cambias? Este se ve más interesante que el que me diste. —señaló a Sakon como un bicho en el piso y este trató de no mostrar su molestia. Madara rió por las palabras de su ahijado.

— Ya te dije que es mi mano derecha, no pienso ceder. —Tobi sonrió amistoso en su dirección— Pero si le das la oportunidad quizá llegue a ser un buen elemento como el mío. —Tobi miró a Sakon y este abrió los ojos levemente emocionado de escuchar la indirecta.

— Puede ser.

— Pero bueno, Tobi, disfruta de su estancia aquí y ve a divertirte un rato. —Mió a Sakon y la alegría cambió dramáticamente por presión bien manejada— Muchacho, lleva a mi sobrino al casino. —Sakon afirmó con una reverencia y salió seguido de Tobi que lo tomó del cuello una vez más antes de cerrar la puerta.

— Es bastante enérgico y su aura está un paso de volverse asesina. —comentó Sasori cuando ambos quedaron solos— Él es de cuidado.

— Fabulosa observación como siempre, Sasori. —sonrió Madara mirando la puerta por donde salió el futuro líder— Por cierto. Organiza una reunión para darle la bienvenida. —Ambos se miraron de perfil y la sonrisa diabólica de Madara le dio las respuestas necesarias a Sasori para saber a quién invitar.

/Casino/noche/

Sakon abrió la puerta como si fuera el chofer, sus hombres observaban el comportamiento que por lo general ellos tenían hacia él, pero la energía negativa que desprendía el muchacho nuevo no les daba más que para reaccionar de manera mecánica como un escudo al descender del auto. — ¡Hey, hey! Ya les dije que no hagan eso. —agregó Tobi acercándose a Jirobo por un costado— No soy un mocoso al cual... —El grito de un par de chicas a su izquierda atrajo la atención de Tobi y observó a un grupo pequeño (no más de cinco) de féminas rodeando a un joven de su edad.

— Akamaru, haz algo. —refunfuñó Kiba mientras su mano derecha pelaba dientes en dirección a las chicas que desaparecieron por el aspecto perruno y salvaje del joven con cabello blanco.

— ¡Listo, aniki! —exclamó sonriendo como un niño.

— Bien hecho, perro. —Kiba sonrió y revolvió el cabello de su amigo como si fuera su mascota. Cuando ambos enfocaron sus ojos en la entrada, divisaron al grupo de Sakon y delante del gordo, una mirada fija parecía querer atravesarlo con amenaza, por lo que no tardó en endurecer el rostro de aquella salvaje forma que le permitió crear su propia pandilla e ingresar a la familia.

Tobi abrió los ojos y dio un par de pasos en dirección a Kiba.

Un cuchillo salió desde su espalda tan rápido que Kiba logró esquivarlo por muy poco en dirección a su ojo; rozó el cabello de Akamaru y le cortó un mechón pequeño. El arma terminó clavada en un contenedor trasero— ¡Pero qué de...! —La risa de Tobi lo detuvo de las groserías y contempló a Kidomaru realizar una seña mecánica para que no dijera nada más, los centelleantes ojos de la chica brillaron con pavor mientras la media sonrisa de Sakon, por casi ser atravesado, le causó una mala espina con el nuevo.

— ¡Oye, tú, eso estuvo asombroso! ¡Me caes bien! —exclamó con una amigable sonrisa— Mi nombre es Tobi, tú cómo te llamas.

— Kiba. —contestó todavía con la salvaje mirada animal que a cualquiera le encresparía la piel en menos de un segundo; pero el gesto en lugar de espantar al tal Tobi sólo lo emocionaba.

— ¡Kiba! Un nombregenial. You're amazing, broh! —agregó con acento americano— ¡Be my chum!

Los ojos de Kiba eran tan capaces como los de Sasori para encontrarse con la muerte, por ello el aura de Tobi no le dio ni una pizca de confianza por más fresco e infantil que se comportase. De hecho, el haber tirado una navaja sin medir la consecuencias de su final sabiendo que estaba en una zona pública lo hacía un delincuente peligroso, pues solo quería matar por diversión.

— ¿No me entendiste? —argegó al ver como Kiba seguía en silencio— ¡Sé mi amigo!

— No. —respondió con seriedad. El grupo de Sakon no pudo contener el aliento por la respuesta.

— Eres genial —respondió Tobi realizando una seña para que lo siguiera su grupo y pasó junto a Kiba sin dejar de sonreír—, pero también un idiota por ganarte un lugar en mi lista negra. —Akamaru gruñó suave arrugando la frente en dirección a Tobi que se perdió detrás de las puertas del vistoso casino. — Oe, Sakon. —el nombrado se acercó de un salto cuando se hallaban dentro del local— Quiero que el tal Kiba, sea mi guardaespaldas. —la última palabra le causó un escalofrío a Sakon por la mirada perdida en la... oscuridad.

Besos y abrazos en papel... :3

Dulce GuardaespaldasOnde histórias criam vida. Descubra agora