Todo sea por su felicidad

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— Con todo respeto, Sakura-san, esto no...

— ¡Cállate! —gritó acercándose a Hiro y ayudándolo a levantar la espalda porque el dolor lo tenía encorvado. — ¡Cómo es posible que le reclames después de todo lo que hizo poro mí! —Kakashi bajó la mirada más por Iruka que por Sakura— ¡Merece descansar mucho más que yo! Vete.

— Sakura-san... —Hiro miró a la chica a su lado, golpeada y sucia, pero con una sonrisa de amabilidad porque solo ambos sabían lo que habían pasado y ambos estaban de acuerdo de que no querían recordar esa tortura por un tiempo.

Hiro quiso sonreír como agradecimiento a su trato tan dulce, porque ella siempre había sido atenta con él, pero no pudo. Iruka estaba allí, Kakashi estaba allí y, más que nada, su deber debía de estar allí. No obstante permitió que tanto Sakura como el conductor lo ayuden a subir los torturantes escalones para llegar a sus respectivas alcobas, darse una ducha y recostarse un rato intentado olvidar y al mismo tiempo no hacerlo... Porque eso era para lo que lo habían contratado. Porque aquellas estúpidas peleas de pandilleros no se comparaban con la Mafia y su terrible sistema de perjuicios —sin código—, pues ellos todavía eran unos niños.

Una vez arriba, Iruka se encarga de llevar a su sobrina a su respectiva alcoba mientras la cocinera lo escoltaba a su recámara.

Por un instante, al contemplar cómo Iruka la consolaba por lo que había vivido sin saber, observó por primera vez lo vacía que era su vida. Había tenido una experiencia desastrosa y aunque Sakura estuvo de su lado para evitarle un regaño, no se comparaba con el amor que le estaba demostrando Iruka en ese momento. Se dio cuenta que no tenía a nadie que se preocupara por él de esa manera y aunque Neji estaba por allí —seguramente buscándola—, el no tener a nadie a su lado en ese momento la sumía en la oscuridad de saber que el amor estaba negado para siempre en su vida, porque todos quienes eran importantes de alguna manera terminaban lastimados.

La cocinera le subió la merienda más tarde, pero no tenía ánimos de comer... No tenía ánimos de nada y se encerró en la habitación rogando por que Iruka no fuera a su habitación en busca de respuestas a lo sucedido.

/Al día siguiente/

— ¡Joven, Hiro! —la sirvienta corrió hacia él con preocupación y lo detuvo del brazo— ¿Qué cree que hace, joven? Necesita reposo. Ni siquiera lo ha visto un doctor y por su aspecto del día de ayer debe de tener una costilla rota.

— No se preocupe por mí. —respondió sereno— Sakura-san necesita más atención que yo, estaré bien. —se soltó de la mujer con respeto y acomodó la mochila mientras abría la puerta— Necesito aire, nada más. —y sin mirar atrás la cocinera contempló al muchacho desaparecer por la reja rumbo al colegio, cojeando levemente. La mujer trataba de no imaginarse lo que habían vivido ambos muchachos. Que Hiro quiera un poco de paz por la culpa se reflejó en su imperiosa necesidad de ir a clases y eso estrujó el corazón de la sirvienta.

.

Su paso era lento, pero constante. El conductor se disculpó por no poder llevarlo debido a que les habían robado el auto y el nuevo no llegaría hasta dentro de unos días, pero no le molestaba caminar porque el aire fresco y el paisaje mantenía su mente distraída y era lo que más quería ese día; o casi. En realidad su cuerpo le imploraba un descanso porque pasar el día anterior encerrado en el cuarto no fue suficiente y aunque tenía permitido asistir al hospital, porque sus heridas eran graves, no quería que allá le dijeran que debía estar internado como en el pasado y por ello se levantó temprano, se dio una ducha lenta con agua tibia y se vistió con el uniforme sin avisar a nadie de su partida.

Muy en el interior de su corazón, necesitaba ir al colegio.

/Distrito Tamana/Avenida/Mañana/

Dulce GuardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora