¿El verdadero líder de los Tsukuyomi?

Comenzar desde el principio
                                    

Aparta la mirada y se dirige al estacionamiento, emanando una extraña neblina morada que dejaba marcas de llamas negras por el camino. Toneri se oculta detrás de Hiro— Sasuke-senpai da más miedo cuando está furioso.

— (¿Sería mejor para todos si tan solo desapareciera, Sasuke-kun?) —piensa al notar todos lo problemas que causa a las personas que se han ganado un pequeño lugar en su corazón que sin que pudiera darse cuenta a tiempo para evitarlo.

Hiro acomoda la mochila en su espalda y le pide a Sakura que avance al coche para llegar a casa a almorzar, pero ella no podía evitar pensar en las palabras de Toneri— (Es normal que Naruto se ponga así. Que sea gay no me importa, pero... ¿Sasuke-kun? )—ella sabía que ellos eran cercanos desde que se unieron a la banda, pero esa amistad había cambiado en algún punto y le inquietaba.

/Estacionamiento/

— Ese idiota de Naruto...

De nuevo esa rabia ante las palabras que le profesaba el rubio a Hiro con tanta libertad. ¿Por qué? Allí estaba de nuevo esa pregunta que cruzaba su cabeza cada vez que sucedía algo con su protegido. ¿Acaso era la actitud de Naruto? ¿Es porque lo considera como un hermanito y no quiere que se aleje de él? ¿Qué pasaría con él si un día Hiro ya no está cerca?

— ¿Sasuke-san? —la voz femenina lo saca de sus cavilaciones profundas y se topa con los verdosos ojos de Ine. Su ira cambia por decepción.

— Te dije que no quería volver a verte. —ella baja la mirada con tristeza.

— Lo sé. Sólo quiero que charlemos por última vez... ¿puedes? —curva las cejas al escuchar su petición extraña: —(¿última?)

/Distrito Tamana/Cafetería/

Sentados, uno frente al otro. Su actitud agresiva no podía apreciarse en la mirada; era como estar frente a la antigua Ine. Ambos pidieron unas bebidas gaseosas— Alguna vez... —lo miraba con preocupación y expectativa— ¿Alguna vez sentiste lo mismo que yo?

Él suspira y mira por la ventana un momento— No. —limita a sonreír con melancolía.

— Ya lo sabía...

— Ve al punto. —responde con frialdad.

— Lamento lo... lo que le hice a esa tonta de Sakura. —sus ojos decían la verdad.

Ine estaba lastimada y arrepentida por lo que sucedió en el parque aquella espantosa noche. Y de alguna manera él no podría estar furioso con ella... Ine era otra de sus víctimas en el accidente. Verla a diario sólo le recordaba que él había matado a su hermana. Ine era el recuerdo constaten de que su primer amor ya no estaba ni estaría a su lado— (Supongo que por eso te mantenía cerca.) —la usaba día a día para torturarse... Hasta que Hiro llegó a su vida. Fue desde entonces que empezó a ignorar su presencia y eso la empujó a lastimar a Sakura. Ya que la pelirrosa era la conexión para herir a Hiro al mismo tiempo.

— Sasuke-san, —nota el dolor en sus ónix— mis sentimientos de amor siempre han sido puros. —expresa con un leve sonrojo en su cara— Por eso me armé de valor para decirte todo hoy antes de que me vaya.

— je... —sonríe ladino— Esa actitud no la veía desde hace mucho. —ella también sonríe.

— Sí, alguien me dijo lo mismo hoy.

— Te transferirás. —ambos se miran a los ojos sin rastro de duda. Él suspira— No vayas a hacer algo estúpido.

— Lo prometo. —las bebidas llegan.

El silencio los envuelve de una manera fría y dolorosa. Ambos se mantenían unidos por el recuerdo de su amada Ino y debido a ello, también se estaban alejando.

— Lo lamento, Ine. —las lágrimas que tanto estuvo conteniendo, no puedo evitar aparecer ante sus palabras de disculpa.

— N-no... No fue tu culpa, Sasuke-san. —mira el vaso por un breve instante— Mi hermana te regañaría si te viera así.

— Quizá... —ella seca sus lágrimas con una servilleta— Será mejor que me vaya. —ella asiente y agradece la plática.

Cuando Sasuke cruzó esa puerta, el lazo que los unió tanto tiempo simplemente se cortó para que cada quien siguiera sus propios pasos. El dolor de la culpa permanecería por un tiempo, pero ahora que ya estarían uno cerca del otro para recordarlo tal vez... sólo tal vez su vida puede iniciar desde cero.

/Distrito Tamana/Casino/Tarde/

El vehículo se abre y desciende de él una persona bien vestida y de porte imponente. Varios hombres de traje y tatuajes en lo poco visible de su piel daba a notoriedad ser miembros de la mafia. Así que por obvias razones, los transeúntes evitaban el lugar al caminar, incluso el mirar.

Pero no todos estaban allí por casualidad.

— ¡Ataquen! —grita un hombre de tez oscura y grandes músculos desde atrás de un edificio al otro lado de la calle. Los sujetos de llamativos tatuajes cubren a aquella importante sujeto.

— ¡Necesitamos ayuda! —exclama uno de los hombres mientras la indiferencia en la mirada del importante personaje parecía no cambiar en lo absoluto.

Así fue como uno de los hombres, el más cercano a la entrada del casino, va por un conocido de fuerza animal, capaz de mermar la cantidad de sujetos en el lugar— ¡Kiba, apúrate! —el chico de cabello marrón, junto a sus subordinados más cercanos corren a la salida para eliminar a los idiotas que decidieron luchar contra los Tsukuyomi.

Puños, patadas, golpes al estómago y rostro. Todos fueron rápidamente eliminados para evitar la policía; que de todas formas no eran problema luego de unos billetes.

Uno de los sujetos en el suelo, con la cara cubierta en sangre y un hombro dislocada aún no se daba por rendido, y de su zapato saca una navaja sin que nadie lo vea. Se levanta con rapidez y ataca a un chico de mirada perdida y blanco cabello. Los ojos de Kiba son atraídos por el brillo del metal con el sol— ¡Cuidado, Akamaru! —lo tira de un brazo y este recibe el puñal a la altura del hombro. Aún así es capaz de dejarlo en el suelo luego de esa herida.

— ¡Kiba-aniki! —el chico se acerca y nota el cuchillo clavado con profundidad— ¡Hay que llevarte al hospital! —estira los brazos para auxiliar, pero Kiba lo aleja con molestia y una mueca de dolor.

— Voy a estar bien, perro.

— ¿Estás seguro? —expresa una voz femenina de atrás de los sujetos. Kiba y su grupo la miran asombrado.

— No se preocupe señora. —el castaño observa la navaja clavada en su hombro por unos momentos.

— Tu estilo de lucha... —mantuvo el silencio sin si quiera sonreír, mas sí se veía ligeramente preocupada por uno de los sujetos que la protegió. Voltea y le indica a otro de sus allegados que recompense su acción; así se retira de la escena.

— ¡Kiba-aniki! —vuelve a gritar Akamaru cuando nota que éste se aleja en la dirección opuesta— ¡El hospital!

— ¡Ya cállate, maldita sea! —lo mira con la frente arrugada y de un tirón retira el arma corto-punzante de su brazo y rasga su camisa para hacerse un torniquete por la leve cantidad de sangre que emana— Estaré bien, Akamaru. —levanta el brazo sano y se despide camino a quien sabe donde, dejando a uno de sus protegidos preocupado.

Besos y abrazos en papel... :3

Dulce GuardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora