Una nueva identidad

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/Seis meses después/Internado/Miércoles/Receso/

— Hiro-san. —el joven se levantó del asiento y se acercó a la chica una vez el timbre indicaba el receso entre clases.

— ¿Qué necesita, Sakura-san?

— ¿Puedes explicarme estos ejercicios?

— Usted sabe que no necesita preguntar.

— Lo sé —susurró— pero aquí somos compañeros, no es trabajo. —Hiro tomó el asiento de junto y lo aproximó al escritorio de Sakura.

— Para mí es trabajo. —respondió serio y ella infló sus cachetes; frunció el ceño. Por lo que, resignado, acotó en voz baja. — Pero sigue siendo una persona importante para mí.

Para ella fue gratificante oír cómo había cambiado un poco en esos meses. Sus respuestas siempre terminaban con "Es mi trabajo", pero con el paso del tiempo, regaños y comprensión —así como un poco de persuasión suave— había logrado crear una conexión de amistad con su escolta.

/Ocho meses después/Habitación de Anko/Vacaciones/Noche/

Pasar todo el tiempo junto a Sakura había provocado un vínculo, pero no era la única persona con la que podía decirse que tenía una relación. Hinata había formado un nexo singular con la sirvienta de cabellera morada. No era una afinidad como la que había creado con su protegida, pero veía en Anko alguien con quien podía hablar sobre el único problema que realmente podría arruinar su nueva vida.

Ese día decidió abrir la puerta por su cuenta y pedir ayuda en un tema con el cual Kakashi ¡jamás! podría tocar.

— Si crecen como hasta ahora lo han echo... —estaba un poco desconcertada por sus palabras, pero sentía confianza; cosa que no podía tener al 100% con Kakashi o Iruka. Agradecía muy dentro de su ser que Anko también supiera su secreto.

— Serán un... un pequeño problema, ¿cierto?

— ¡¿Pequeño?! —Anko se burló con tanto sarcasmo que parecía tomarlo como una auto-broma de la chica. Hinata bajó la cabeza. — ¡Niña! Lo que sea que estés comiendo debes decirme. ¡Quiero unos así!

— ¡Anko-san!

— Ya, ya, ya. Te enseñaré a esconderlos con vendas. Incluso podrás usar el equipo de gimnasia y no se notarán.

— Muchas gracias, Anko-san.

— Tranquilo, "Hiro"-chan. —aclara con un guiño ante el rostro levemente preocupado de la muchacha.

En menos de una semana iniciarían las clases para Segundo Elemental y en esos tres meses de vacaciones, Sakura había ido de viaje a Europa con su tío por negocios. Su busto creció en ese año de una manera pasiva, pero en esos meses de vacaciones parecían haberse liberado... ¡mucho! Por eso, alarmada de que al regreso del jefe y su maestro pudiera terminar en las calles, aventuró a pedir consejo con la sirvienta para dejar de utilizar varias capas de ropa gruesa que sólo entorpecía su entrenamiento diario; limitando movimientos en gran parte.

/Dos años después/Prefectura Kumamoto/Distrito Tamana/Viernes/Mañana/

La secundaria elemental había finalizado y, con ello, el internado. Cuando regresaron a la Mansión se llevaron una sorpresa al saber que cambiarían de residencia en otra prefectura, cuyos cambios ya estaban planeados en su totalidad; solo esperaban la terminación de sus estudios.

Nuevo distrito, nuevo barrio, nueva vivienda; más pequeña que la anterior.

— ¿Por qué el traslado repentino, tío?

— Ya te lo había dicho, negocios, Sakura. Simples negocios.

— No es que me queje... (o pueda quejarme). —suspiró con tristeza y palmeó sus mejillas. Tomó del brazo a su guardaespaldas y lo haló dentro de la nueva casa. — Vamos, Hiro-kun. ¡Busquemos mi nueva alcoba! —expresó sonriente forzando a la tristeza irse de su ser. Kakashi e Iruka se quedaron en la entrada observando como los hombres entraban los muebles.

La nueva casa era mucho más chica que la mansión donde la chica de cabello rosa creció por casi 16 años, pero no se encontraba deprimida por abandonarla, sino, sentía algo de vacío en su interior al no haber dejado ninguna amistad en su antiguo hogar.

— ¿Usted cree que así podrá terminar sus estudios en paz, Iruka-san?

— Eso espero. —suspiró con pesar. Miró a su amigo peliplata cuando recordó algo importante. — ¿Ya le contaste sobre su nueva identidad?

— Esta noche en el departamento le diré lo absolutamente necesario. —Iruka asintió con seriedad.

/Distrito Tamana/Ciudad/Departamentos/Viernes/Noche/

— ¿Qué necesita, Kakashi-san? —Hiro tomó asiento en la sala; el peliplata lo esperaba allí.

— Repite las reglas de tu trabajo. —ordenó indiferente. Él no tenía permitido cuestionar las órdenes de Kakashi, aunque eso no le impedía sentirse confundido por las repentinas preguntas.

— Proteger a la señorita Sakura de todo aquel que la ofenda y/o lastime. Soy su guardaespaldas y debo cumplir con todas las peticiones que ella demande, siempre que ello no implique su seguridad.

— Debes tenerlas presente ahora más que nunca. —Hiro asintió— Los motivos internos por la mudanza no son algo en lo que debas preocuparte; después de todo tu trabajo es proteger a la Señorita Sakura. —realizó una pausa manejable, ni muy larga ni muy corta, y prosiguió. — De hoy en adelante serás Hatake, Hiro Hatake. Fuiste adoptado por mi hermana porque ella no podía tener niños y tras fallecer en un accidente de auto, junto a su esposo, quedaste bajo mi tutoría. —Kakashi le pasó unos documentos falsos que corroboraban la historia ficticia. — Esta información es sólo por si alguien pregunta. —volvió a afirmar con la cabeza. — Estudia los apuntes de esta libreta, memorízalos y luego la quemas.

— Como diga, Kakashi-san.

— Seguiremos entrenando en un dojo que está ubicado en el centro. La relación que mantienes con la señorita Sakura seguirá como siempre. —ojeó la libreta que estaba sobre la mesa de té. — Iruka-san es un buen amigo mío y trabajo para él en su compañía como asesor de... —Kakashi siguió platicando mientras él repasaba los apuntes; le privilegiaba tener una excelente memoria.

Después de la charla, el peliplata se desvió del tema. — ¿Cómo te has sentido?

¿Eh? —lo sacó de su concentración en las hojas de la libreta.

Nunca, desde que se conocieron, habían platicado de otra cosa que no fuese trabajo o técnicas de entrenamiento— Pues... bien.

— ¡Me alegro! —captó una sonrisa tras esa mascarilla.

Por más que su instructor era un hombre envidiado por su perfecto desempeño en el trabajo, parecía estar resfriado todas las épocas del año. En otoño e invierno utilizaba diversas bufandas que cubrían la mitad de su rostro, y durante el verano y primavera acostumbraba a estar con mascarillas. Hubo un tiempo en el cual se preguntó si realmente estaba enfermo o sólo cubría su cara por tener alguna cicatriz. Al pas del tiempo terminó acostumbrándose a su apariencia oculta y la duda simplemente se esfumó de su mente, junto al tormento de no poder saber absolutamente nada sobre Neji.

Hinata había cumplido sus 16 años hace un par de meses y no sólo debía pensar y actuar como hombre sino que, además, debía olvidarse de la única familia que tenía. El simple y llano hecho de saber que su dinero era dirigido a su primo le daba una pequeñísima chispa de fuerzas para continuar ese sinuoso y extraño camino...

...sin conocer verdaderamente las intenciones ocultas tras de sí.

Besos y abrazos en papel... :3

Dulce GuardaespaldasWhere stories live. Discover now