Told You So

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Para cuando llegó la hora de la cena, Damon ya se encontraba tan nervioso que apenas y podía dejar de mirar a Jamie. Se apreciaba a si mismo hasta estúpido. Muy estúpido. Alejando las iris de su amado cuando este mismo se giraba a su dirección, como si el mismo lo fuese a regañar, o a cobrar por mirarle.

Después de cepillarse los dientes, ponerse la pijama, y cerrar la puerta de su habitación, Damon apagó la luz de la misma, dejando que la lámpara sobre la mesita de noche resaltara entre la oscuridad, guiándolo hasta la cama: Jamie tenía un brazo extendido pero eso no le impidió a Damon colocarse estratégicamente sobre la cama para no recargarse por completo sobre ese brazo.

Jamie tendría a darse media vuelta y fingir dormir, de no mostrar signo alguno de querer hablar por la noche. Ya hablar parecía signo de pelea. Si hablabas, peleabas, y si te dormías inmediatamente entonces despertabas solo para repetir. Pero no era tan noche, tan tarde. O eso esperaba el castaño.

—Hoy, en el parque, mientras fumaba y te esperaba me encontré con alguien...—

Damon guardó silencio. Oh, por el cielo. . .

Pensar que Jamie le iba a mencionar el divorcio igual y parecía un poco exagerado, pero no, en absoluto para el rubio que había estado preocupado la mayor parte del tarde. Contando todo lo que habían pasado, en general, Jamie tenía cientos de motivos por los cuales mencionar esas cosas.

—... Tenía tantos años que no pensaba en él, pero es como si siempre hubiera estado en mi mente. Así me siento justo ahora. Como si nunca hubiera dejado de hablar de él. Y entonces me hizo pensar tanto...—

El cantante sentía que si parpadeaba se perdería de todo. Apenas si estaba comprendiendo, pero preguntar le haría quedar aún más idiota.

—... O lo suficiente. — Hewll giró un poco la cabeza para apreciar al hombre a su lado. Trató de encontrar parte de su esposo en aquella mirada de niño asustado. Nada. No vio nada de lo que buscaba. —Damon..., debes ser honesto, esto me va a matar. ¿Qué piensas en este momento sobre la idea de tener hijos?—

Albarn pasó de ser por expresivo a fruncir el ceño notoriamente. ¿Era una jodida broma? ¿Una burla? Porque si era algo con ese estilo –que Jamie no podía jugar con eso, no lo hacía- entonces Damon respondería de la peor manera posible, tal vez dándose media vuelta, regresándole el favor a su esposo, durmiéndose para no pensar más en eso. Después le dejaría de hablar. Se fijó en aquel azul profundo, oscuro... pero no encontró rastro de maldad.

No sabía cuál respuesta era la correcta, cuál sería la que no haría enfadar al menor.

—N-No e-entiendo p-por qué preguntas eso, s-solo...—

—Responde, Damon, por favor...—

—B-bueno... c-creo que... yo siempre he querido hijos, Jamie. Y lo sabes más que bien. No he cambiado de idea... si te soy muy honesto— Albarn hablaba a un volumen tan bajo que apenas sentía se escuchaba. Jamie lo hacía perfectamente. —Y aunque bien, te he entendido las cientos de veces que... ya sabes..., no quiere decir que no lo desee aun.—

Jamie asintió, en su sitio, pero ahora mirando al techo.

Era una pijama tan simple la de Hewlett. Un pantalón delgado como si fuera pants, y una playera blanca tan cómoda que cualquier movimiento era de lo más simple de ejecutar, le hacía sentir tan ridículo. . ., sobre todo porque se trataba de algo serio, y traer eso puesto era como un insulto.

Lo dijo tan rápido por el simple hecho de que de no hacerlo no lo iba a poder decir para después. Claro, y directo. La psicología indicaba eso.

—¿Qué piensas sobre adoptar? —

1

—Bueno, yo siempre he querido un bebé. Contigo. Pero si consideraras la idea de que eduquemos a alguien, tú, y yo... me encanta. Es tan complicado todo el papeleo, tan tardado... pero compartir eso contigo es lo que más deseo. Quiero una vida contigo, Justine. ¿Y tú?

—Que de toda manera no es por el embarazo. Digamos un cincuenta por ciento, Damon, ¡pero se trata de un hijo! Digo, sé que hemos hablado de esto muchas veces, pero, ¿tienes idea de la gravedad de un hijo?

—¿Gravedad?

—O bueno, de... de todo lo que implica, de la importancia de eso...— Ella lucía realmente preocupada. El ceño estaba fruncido, los labios en una mueca tan profunda que representaba todo lo malo en el mundo. Y apreciaba así a su novio como si él fuera todo lo malo en el mundo.

—Anda, ¡creo que podríamos educar a un hijo!— La nariz respingada del joven Albarn se re pegó la mejilla de quien quería fuese su compañera para lo que le restaba de existencia. Justine era el amor de su vida. Y eso nadie nunca lo iba a poder cambiar. La amaba tanto..., lo sabía cuándo la veía, cuando tocaba el piano a su lado. Ambos lo hacían en una de las habitaciones de su casa, y eran magníficos. Cuando la abrazaba y se llenaba los pulmones de su fragancia, lo sabía: La amaba. Y cuando la besaba, cuando dejaba caricias sobre su perfecto cuerpo. Cuando en lo más íntimo de su habitación lo murmuraba. Nunca iba a poder describir cuanto la adoraba.

—Es que no es fácil, Damie. Tú tienes cosas que hacer. ¡Yo tengo cosas que hacer! Y tú no dejarás la música. Y no te pido que lo hagas...—

—Ya lo sé, pero...—

—No podemos educar a un hijo así. No contigo drogándote e inyectándote cada que el efecto se va, y te abandona. No te voy a mentir, estás creando de nuevo algo fantástico, pero no quiero vivir pensando en que no te vas a detener. Y tampoco quiero estar fuera, con un niño en los brazos, caminando a casa rápido esperando no encontrarte muerto gracias a una sobre dosis.— Ambos habían acordado algo: Que eran lo suficientemente mayores como para ser claros, y honestos. Aunque doliera. Y era Justine la que más lastimaba. Eso sí, Damon gustaba de eso, porque después de todo así funcionaban. Y no quedaba mal. Lastimaba porque Albarn se lo tomaba así. No porque Justine fuese grosera, solo porque era directa. Con las cosas claras todo era más simple.

—Puedo dejarlo...—

—¿Y quieres?— Ella enmarcó una ceja, aun centrando aquella oscura mirada en el cantante.

—Quiero formar una vida contigo, Justy...—

—Y podemos lograrlo sin adoptar, pero no...

2

—... voy a negar que es complicado. Para ambos... — Hewll había comprendido tan bien a Damon que se asustaba de lo mismo. De que entraran a otra realidad.

—Requiere mucho tiempo eso, y papeleos..., realmente yo solo...— Albarn cada que se movía hacía ver a su cabello como un tipo de sabana pequeña que se removía a cada segundo. Caía sobre su frente y le hacia mirar infantil, inocente. . .

—Pero, si creamos un buen horario, y lo seguimos rigurosamente..., creo podríamos tener un poco de tiempo, y adoptar a un bebé. Formar una familia como lo has deseado siempre, y como ahora creo puedo hacerlo yo.— Ya no podía seguir pensando como si tuviera 20 años. Ni seguir con ese miedo absurdo. Su padre había sido fantástico. Y ya tenían un idiota en la familia. Tampoco iba a negarle a Damon lo que quería, no así, no por eso. Bien, tenía a un chico fantástico, nunca podría tener hijos con él, era más que obvio. "ÉL"... pero no porque ninguno de los dos fuese mujer indicaba que todo estaba perdido respecto a eso. Solo el se ponía esos límites, y permitirse sus propias barreras fue un gran error. Y lo podía notar después de un largo día de reflexión.

—¿Estás hablando en serio?— Albarn aferró sus finos dedos al brazo de su esposo. Acariciando ligeramente la piel tan tersa ahora sí le miraba, con profundidad y cierta esperanza depositada.

—Completamente en serio, Dames.— Hewll solo enmarcó por un poco las comisuras de sus labios previo a guiar los mismos a la frente del cantante, que solo aprovechó la cercanía para acurrucarse entre los brazos de aquel hombre. No diría nada más.

Esperaba no despertar dándole la espalda al dibujante.

You can blame me -Jamion-Where stories live. Discover now