A ti no.

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—Oye, Jay... ¿Alguna vez pensaste en tener hijos?— Dijo, una vez que se encontraron en aquel silencio que regalaba la oscuridad helada de esa noche. Hewlett giro un poco la vista, admirando apenas la sombra de aquella nariz respingada. El temor de Damon ante una respuesta le hizo agregar, como si eso alejara las palabras de Jamie salvándose así aunque sea tres segundos más: —Es decir... ya sabes, como, imaginar la posibilidad, o a ti con ellos...— Esa noche Damon se vio acurrucado entre los brazos ajenos solo en su imaginación. La realidad es que solo miraba al techo.

—Cuando era muy joven — Admitió el dibujante, con voz serena. Por estar bastante relajado, y como era obvio, cansado, no pudo prever a donde iba la conversación. Respondió porque eso inquirió Damon. Y porque ya se estaba alejando de la realidad, estaba a punto de perder consciencia... Tampoco quería saber a dónde iba la conversación, dándose razón en el proceso, pero, ¡Diablos! Ya había respondido. —Nunca ha sido mi deseo, pero... sí lo llegué a pensar en la secundaria, cuando tuve mi segunda novia y me di cuenta de que realmente no me gustaban... las chicas de esa forma— Admitió, sin vergüenza alguna. Ya que estaba allí, trataría de ser sincero. Ya que no podía evitar nada... se dio paso seguro. Finalmente Albarn había preguntado, ¿no?, él sabía bien que cabía la posibilidad de una respuesta de ese tipo. Damon asimiló aquellas palabras lentamente. Muy lentamente, repasándolas una por una.

Entonces, ¿esa era la razón por la que Jamie había estado con tantos chicos? ¿Por qué con su primera novia notó que no deseaba niños? Tragó saliva amarga ante esos pensamientos que tenían característica de ir a lo general a lo particular, antes de continuar hablando en un fino susurro. —¿Y p-por... p-p-por qué es que...?— Ya sentía un nudo en la garganta, sentía una ligera presión en su estómago, que subía y bajaba lentamente, propensa a doler en cualquier momento.

—Criar hijos no creo sea lo mío, Dames..., y tampoco lo tuyo— Acertó a decir el dibujante. Sus parpados pesaban tanto.... Dudaba en darle buen fin a esa plática a medias. Albarn era un inoportuno tratándose de esos temas, que, aunque Jamie no vio eran en serio, si lo eran. Vaya que lo eran. No se trataba de una conversación cualquiera, de trataba de algo nocturno, intimo... Damon estaba preguntando en serio, con una seriedad impresionante, una que casi no utilizaba.

—Yo siempre he querido tener hijos, Jamie...— Dijo con voz frágil. Jamie frunció el ceño exageradamente:

—Es... es bueno saberlo, ¿sabes?... creo que podría dejar de tomarme mis pastillas anticonceptivas...—

—Que tonto— El rubio alzó un poco la voz antes de soltar una ligera risa, previo a proporcionarle un golpe en el brazo a su compañero, que rió de la misma forma antes de aprovechar ese golpe para acercarse un poco más al joven, dejando de ver el techo, ladeando su cuerpo al mismo tiempo que Damon. Ahora ambos podían imaginar que tenían un poco más de contacto a pesar de que apenas y la luz seguía entrando. Las costinas cumplían su función a la perfección, arrullando la luz de la ciudad entre las telas.

—Te quiero, D...— Por un segundo Jamie consideró la idea de que terminarían peleando. Fue una idea rápida, pero sincera, y muy real. No quería eso, nunca lo había querido, pero a veces sólo se daba, era inevitable. Se sentía mal por ello.

—Yo también te quiero, Jay—

Damon parecía un niño pidiendo una mascota cuando hablaba de niños. Por supuesto que es imposible comparar la vida humana con la animal, alejando que el rubio no podía ni siquiera cuidarse a sí mismo, pero Jamie no evitaba pensar en que lo que Damon tenía era un capricho pasajero; Hijos.

Tan solo de pensarlo aquel terror regresaba. Recordaba que Damon venia de una relación donde los niños eran como un tema prohibido... y eso solo le hizo sentir pésimo, culpable. Verdaderamente mal. Amaba a Albarn, muchísimo, y deseaba que fuese feliz, pero... no.

You can blame me -Jamion-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora