Juré no hacerlo, pero fue difícil. . .

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Hey, Jamie. Soy Damon. Uhm. . . llámame, ¿sí? Tengo... un montón de cosas que contarte, y... espero tu llamada

Jamie pasó escuchado su buzón de voz, una y otra vez; Todos los mensajes de Damon.

Desde la mañana le había estado marcado, pero Jamie simplemente no podía responder. Se sentía realmente horrible, y cobarde. No le pudo expresar sus sentimientos a Damon, cuando la cena era única, y exclusivamente para ello. Que débil había sido, para el, eso marcaba –abría marcado- un gran paso. El cual no dio. Regresó serio a su casa, y aun cuando fue a dejar a Damon ya cargaba con ese semblante, el cual le dio preocupaciones al mismo chico, tan dulce, que se atrevió a preguntar un par de veces al conductor: ¿Qué te ocurre?

—Eres... realmente débil, Hewlett— Se dijo, con la voz áspera, saliendo de su garganta como una alarido; estaba herido, muchísimo, al tiempo que sujetaba el teléfono; Marcó esos números con un ligero temblor, y apenas el tono de marcar sonó, escucho a ese ángel sobre la tierra; De inició se lo imaginó tan perfecto, con esos labios, rosas por naturaleza, temblando cada que se movían al desprender una palabra... imaginó las miles de cosas que le haría a esos labios, y que seguro pudo estar haciendo, si le hubiera dicho sus sentimientos al poseedor de ese deseo.

—¡Jamie! Por dios, estaba tan... tan... ¿Qué diablos te pasó?—

—Yo... lo siento. Es que... Damon...— Su nombre lo expresó con un tono de súplica (aun no entendía por qué, pero bueno, no entendía muchas cosas en ese momento) negando con la cabeza.

—Siento si te hice algo ayer, es solo que... no sé qué fue, y. . .—

—¡No! Damon, no fuiste tu. Lamento el hacerte creer que así fue.— Fantástico. —Dijiste que tenías cosas para contarme, y en serio que quiero escucharte. . . — ¿Qué tanto le podía pasar a Damon Albarn de una noche, hasta las seis de la tarde? Jamie optó por desviar el tema, era algo inteligente visto desde su perspectiva. Explicar todo lo que le ocurría sin ser tan directo iba a resultar imposible, y era mejor escuchar, como siempre, con la boca bien cerrada.

—Oh, eso. ¡He investigado algunos departamentos en la zona centro! Y, ¿Qué crees? Al menos tres de esos, según me dijeron, tienen cerca esa panadería que te agrada tanto— Canturreó emocionado; realmente, emocionado, el (que parecía) niño Albarn.

—Diablos, se me ha pasado investigar. . .—

—Si para ti no hay problema, para mi no hay problema. Mira, podemos ir a ver esos departamentos en una semana. Si te convence alguno, con algo de suerte ya estaremos allí para la navidad...— Damon hablaba muy rápido. Ninguno de los dos artistas notó que en todo ese transcurso, el músico no había tartamudeado, ni un poquito. Jamie se habría alegrado muchísimo, a Damon de vez en cuando le apenaba tartamudear, y, aunque Hewlett amara cada vez que se trababa en una palabra debido a que Albarn ponía un gesto muy infantil, que lo hacía ver más que inocente, era preferible no ver frustrado al chico que tanto le gustaba.

Jamie sabía que adoraba ese tartamudeo; parecía que se le había olvidado que en un principio lo desesperaba, lo odiaba. . .

Bip bip –Jugó alguna versión de el, seguro en el pasado- ¿Qué te está pasando?

—Confío en tus opciones, Damon, ¿Qué te parece si... en tres días paso por ti? Créeme que es mucho más sencillo si nos apuramos, ya que si tus planes son estar bien con el departamento en navidad, bueno...— Jamie recuperaba ligeramente su ánimo; —Es que soy algo lento a la hora de la mudanza—

—Ni lo menciones... no te imagino, con tanto orden— Se burló Damon. —Al menos yo ya casi tengo todo en orden. Solo es tirar toda tu ropa dentro de cajas, ¡y ya!—

You can blame me -Jamion-Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt