Quinto Interludio

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Tendía a ignorar el hecho de que básicamente no podía no cumplirle no los caprichos al rubio.

No importaba que quisiera, siempre encontraba la manera de dárselo, de complacerlo, porque de alguna manera el brillo de aquellos ojitos eran como el mejor "gracias" aparte del que escuchaba y sentía repetidas veces en forma de besos por parte del mayor.

Nadie le obligaba, pero a veces se sentía como eso.

Se sentía como que de no hacerlo alguien le dispararía culpa al corazón. Curiosamente ese alguien era él. Era molesto.

¿Qué podía hacer? De presentarse argumentos en ambos elementos podrían entrar en una especie de debate.

Vergonzosamente, ambos carecían de ellos.

La insistencia, la presión, y el sentirse culpable por la los gestos tristes en el rostro del rubio eran un tipo de cóctel muy peligroso. Como el peor de los venenos, que de toda manera el artista debía tomar, y de una manera voluntaria.

Evidentemente le esperaba una muerte, tras esa acción, para nada literal: Solo más culpa. 

No disfrutaba llevar la contraria, pero una palabra resumía sus pensamientos.

"No". . . Y entonces el rubio debía entender que era más que eso. Y debía verse compresivo. Aun con que doliera, aun con que ya ni siquiera mencionara eso en voz alta, o hiciera referencia alguna.

Ya lo había soportado por años, de alguna forma el estaría bien, el encontraría la manera de pensar en cualquier otra cosa.

Curiosamente no tomó una postura infantil. No estaba molesto. Estaba triste.

Y entonces eso le hizo notar la manera en la que amaba a Jamie. La manera en la que lo seguía viendo cada que se despertaban por las mañanas, o cuando tomaban el desayuno.

No, no molesto. . . nunca molesto. No por eso, no con Jamie.

Tal vez era mejor no pensar más en ello. 

Pasaron los meses de una manera tan tortuosa y distante. Se divertían en el estudio, pero en casa a veces parecía que las cosas estaban mal, muy mal.

En el estudio bromeaban, el cantante reía.

En casa apenas se abrazaban, apenas hablaban, y Albarn en silencio, cuando Jamie se levantaba más temprano que el cantante parecía haber estado sufriendo a su discreta manera.

No enojados, solo cansados de hablar consigo mismos, posiblemente.

Eso sí, se amaban con fuerza. No dudaron de ello ni un poco. Aun sentían esa chispa que los llevaba a dormir en la misma cama, a despedirse con ternura uno del otro.


El dibujante aun así podía seguir pensando.

Y pensaba que no quería cambiar de opinión, de toda manera.

You can blame me -Jamion-Kde žijí příběhy. Začni objevovat