Ya que ahora lo sabes. . .

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Damon tenía 18 años cuando se cayó por primera vez de su bicicleta, de una manera muy aparatosa.

Se había tambaleado anteriores veces, pero no fue hasta esa edad en la que probó el humillante sabor del pavimento.

Perdió el control, y perdido entre el hecho de que iba a caer, y la caída, primero aterrizó con las rodillas -aunque su hemisferio izquierdo estaba más activo por algún extraño motivo la rodilla derecha impactó primero- y, mientras caía, dejó que sus manos evitaran que su cabeza golpeara con la fuerza que sus manos lo hicieron. De nuevo, la diestra.

Su pantalón se rompió, y de inmediato pudo ver la carne viva y palpitante de dolor. "Diablos, mi pantalón. . . ¿Cómo le explicaré a mamá?"... y después, el penetrante dolor de muñeca que se silenció –porque deseaba gritar con fuerza, llorar con la misma por el sentimiento inmediato de mirarse idiota consigo mismo- pensando en que se había fracturado. Y "Mierda, por favor, fuerza, karma, dios. . . que no sea una fractura"...

—Hey. . . ¿todo bien? ¿Puedes levantarte? — En su momento el asintió inmediatamente: trató de levantarse cuando una joven que posiblemente había visto todo le extendió la mano. El alzó la diestra, pero dolía. No pudo levantarse. No estaba bien. Sí, tenía 18 años, pero también tremendas ganas de soltarse a llorar. Soltó un suspiro antes de sonreír a pesar de que se sentía ojeroso, cansado de momento a otro. . .

Él solo regresaba de la escuela. No había tenido un gran día, de hecho se estaba concentrando en todo lo que debía hacer, y solo quería llegar a casa a componer. Qué pena.

No necesitó responder que no se podía levantar, pero aclaró que estaba bien.

Después más personas se reunieron a su alrededor.

Esperó unos minutos antes de levantarse. Puesto que es recomendado no levantarse después de un golpe tan fuerte de inmediato, se sintió aun así inseguro, y hasta débil porque aun ardía. Y dolía en su pecho algo. Sus manos. . .

Si se había fracturado, ¿Qué haría? No podía fracturarse, joder, no de esa manera . . ., deseaba llegar a su casa. Sin miedo, una vez que pie, tomó a su querida Silver de nuevo. Quería llegar ya.

Lo hizo minutos después. Sin poder caminar bien del todo abrió la puerta de su hogar, cruzó por la sala, sin ir como era costumbre a la cocina, tan solo para llegar a aquella habitación en donde se encontraba el piano. Desde que entró se escuchaba la preciosa melodía que solo podía crear una sola persona. No era difícil deducir que su madre se encontraba ahí.

Se posó en el marco de la puerta, admirando como lucia ella acariciando las teclas; Blancas y negras ella paseaba sus dedos por la imitación de marfil, y sonaba, vibraba. . .

Cuando ella terminó aquella pieza él solo pudo carraspear. Su amorosa madre. .. Hazel, todo un ángel a los ojos del rubio que ese día pasó la tarde siendo abrazado y besado en las mejillas. Resistió las ganas de llorar hasta que le pidió perdón.

—¿Por qué? — Dijo ella, mientras levantaba la vista de su costura para centrarse en los preciosos ojos azules de Albarn. Su voz era cálida. Siempre lo fue.

—Por preocuparte, supongo. Me siento muy... muy tonto. Fue un accidente, yo solo. . . —

—Dames..., no puedes sentirte culpable por esto— Exclamó ella, dejando sus manos libres así como toda su mente. —Me preocupas, pero estás bien. No te fracturaste, cariño, y, si lo hiciste, estás lleno de talento. . . — Enmarcó ambas comisuras de sus labios. La luz del comedor le daba un aspecto más cansado. Era eso, o que Damon la necesitaba. Necesitaba escuchar ciertas cosas, a veces. —Mañana todo se va a ver mejor... te lo prometo— Ella sabía que no podía adelantar el tiempo... eso era evidente, obvio, y aunque quisiera con ganas, solo era Hazel Albarn. Ella se miraba así. Damon no. —Anda, ve a tomar un baño. . . cuando salgas puedes quedarte en tu cuarto, ¿te gusta la idea? —

You can blame me -Jamion-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora