Es una basura

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El chico de cabellos rubios se levantó perezosamente; Aquel pantalón tan flojo de pijama se encontraba tan abajo que Jamie desde la cama podía ver la ropa interior del ajeno. Parecía un niño, y eso le hizo sonreír entre la palma de su mano y su mejilla helada.

Pues, allí estaban, esos dos hombres en la misma habitación, en pleno silencio, esperando lo mismo. No lo expresaron en voz alta, pero así era.

El periódico al menos parecía estar esperando a Damon. El apenas se acercó a la puerta, y por el espacio que había debajo de esta, pasaron aquellas hojas dobladas entre sí, con un montón de noticias que le pasaban por alto. Ninguna de ellas le importaba, solo existía una sola que le tenía completamente centrado, y que seguramente después de leer tendría en mente hasta hacer cambiar de parecer a la persona que la escribió. Fuese buena o mala.

Damon apenas tuvo el periódico entre sus dedos buscó con velocidad la página del show de la noche anterior. Estaba muy ansioso, y lo demostraba. Jamie notó eso, y en parte le preocupaba –aunque no lo habría dicho en voz alta-. Confiaba en Damon, y en su actuación reciente, pero a veces las personas eran muy duras con lo nuevo, y, en sí, Gorillaz era nuevo. No importaba que hubiesen venido copias dándose a conocer así mundialmente, nada de eso, porque las críticas que más llaman son las negativas.

—Damon, cariño, anda, yo también quiero ver— Murmuró Jay con voz tierna, esperando que el ajeno se recostara de nuevo en la cama. Ver enojado a Damon era una cosa extraña y difícil, y estaba mucho mejor quedar precavido ante ello, porque todos preferían tener al músico tranquilo.

El cantante enmarcó ligeramente las comisuras de sus labios, como por mero compromiso, antes de despegar las iris que buscaban aquella opinión. Se acercó a paso lento tan solo para sentarse a la orilla de la cama; Jamie de inmediato se repegó al chico, sentándose tras de él.

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Damon podía verse como un chico muy confiado. En la escuela todos le miraban raro, le miraban como un ser diferente.

Y lo era, las chicas se morían por él, por qué él las mirara. Por qué esa sonrisa tan bella fuese creada por ellas, y exclusivamente para ellas. Damon Albarn estaba muy bonito. Extremadamente lindo, y lo mejor era que se dejaba ver, en sus obras de teatro, o si eras algo lista y te ponías a verlo desde el salón de música. Pasaba muchísimo tiempo en ese sitio, tanto que pocas veces le seguían el rastro.

Con los chicos era diferente. Era un niñato muy odioso, bastante. Muy presumido, y un tanto pretencioso. Ególatra, y, sobre todo, andaba por la escuela como un vil marica. Sí, justo así lo definían. Parecía una chica, y por supuesto que debía ser marica. ¿Quién diablos no juega al "foot ball" o se anda paseando con las chicas? Y lo peor... ¡para andar en el salón de música! "¿Qué tipo de chico hace eso? Así es, uno que es un vil marica".

Damon también decía que eso no le afectaba, que lo pasaba por alto... pero la realidad era otra.

Cierta vez su hermana se lo había preguntado en la seguridad de su hogar; Ella notaba algo extraño en el mayor, y, aunque no fuese su trabajo, se interesó en ello. El niño Damon tenía un semblante triste, y distante, que aprendió a ocultar tras esa llamada de atención, disfrazada del "¿Estas bien?" de Jessica.

Antes de Graham el andaba comúnmente solo. Sí, tenía algunos amigos y todo, pero siempre se estaba cuidando regreso a casa –pedaleaba con todas sus ganas en su bicicleta, la cual adoraba ciertamente, ya que podía ir en ella a donde el gustara sin siquiera pedirle a su padre que lo llevase, por que amaba sentir el aire pasar por sus mejillas cuando aceleraba sin preocuparse de su alrededor- de que cualquiera de esos chicos que le llamaban de tal forma, ya fuese cuando hablaban entre ellos, o cuando él se encontraba pasando por los pasillos de la escuela, y lo notaba por que se le quedaban mirando, lo fuesen siguiendo. Entonces allí se metería en problemas, de nuevo.

You can blame me -Jamion-Where stories live. Discover now