Tercer Interludio

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No era perfecto. No todo era perfecto, pero de alguna manera aquello dejaba de importar. Todo tiene su lado malo, todo tiene aquel factor que te hace querer terminar con la rutina, con la vida que te ha acostumbrado a ella, y la cual aceptas con ganas por ser lo único que conoces...

Y el dibujante sabía bien eso, sabía qué era tener la idea de que algo fuese tan insoportable como para desearlo, como para pensar, aunque sea efímeramente, que no aguantaba ni un poco más, pero no le importaba.

Después de todo, de tanto, y a pesar de que sabía todo podía repetirse, era firme. Se había prometido estar para él.

Lo quería, le dolía verlo sufrir, y sentirse inútil por no poder mejorar eso.

Damon era mucho... muy mucho más con sus constantes problemas. Parecía que solamente existía eso. Sufrimiento y angustia, acompañándole un estrés y ansiedad constante.

Pero eso no era Damon Albarn. No, eso no lo iba a definir, y el dibujante no lo permitiría, no se iba a quedar con lo malo, aun con que podía, y estaba en todo su derecho, ya que después de todo, era la única persona en la vida de Damon que continuaba a su lado, queriéndolo de la misma manera... y lo sería.

Por otra parte, aquel ángel de voz encantadora se consideraba afortunado en demasía, aunque eso no le evitaba ser... idiota. Sí, justo así se habría definido si era que le preguntaban como se había comportado desde siempre con el dibujante.

Ambos sabían que lidiar con los problemas del mayor era tedioso y repetitivo, incluso hasta inútil, pero lo intentaban con ganas.

Era complicado, como un montón de palabras en desorden, puestas al azar solo para llenar un texto sin sentido aparente hasta que encontrabas las claves que lo hacían funcionar.

Eso eran los momentos: Claves. 

You can blame me -Jamion-Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon