Entonces vamos

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—Ni crean, realmente no me pueden engañar diciéndome que con esa cosa me voy a ver bien— Damon alzaba un poco su cabeza, tratando de buscar a su representante: ¿Qué hacían todas esas personas manoseándole? El sabía como verse, como vestirse, porque había pasado mucho tiempo en el medio, y conocía bien que aunque se pusiera un trapo sobre aquellos cabellos rubios (y no más) luciría completamente perfecto, y ponerle un montón de ropa más que incomoda no iba a. . .

—¿Qué dices? ¡Tu con todo luces bien, niño bonito!— Jamie interrumpió los pensamientos, captando la atención tanto de las mujeres que le arreglaban el cabello, y el traje, como las que batallaban contra Damon. Este enmarcó las comisuras de sus labios de una manera amplia, casi salida de contexto debido a que previo a eso había formado un puchero, el cual le hacía lucir tierno, no amenazante. Lo único que quería era que aquella sesión de fotos ocurriera con él en un pantalón de mezclilla y una playera de lo más normal (casi ridícula), pero, ya que conocía bien que no le permitirían el gusto, optó por dar paso ligero, como embobado, ¡casi flotando! al menor que simplemente no le podía quitar aquellas iris tan claritas de encima. Las chicas que le vestían le siguieron un tramo, pero desistieron notando que Damon no se iba a detener.

—¿Tu crees?— Inquirió el rubio, abotonándose por sí solo las mangas de su camisa completamente azul, y formal, sin mirar lo que hacía; Solo admirando a su compañero de trabajo. Este asintió como pocas veces; Su sonrisa adornó aquel rostro, dándole marcas en sus mejillas. Unas que Damon adoraba. Y lo hizo antes de aproximarse un poco, tan solo unos pasos, suficiente para que ambas narices chocaran tiernamente como se estas se buscasen. Damon arrugó su respingada nariz. Aquel movimiento era un acto que todos veían normal entre esos dos, y como con eso no se les podía acusar de algo, lo hacían seguido. Sus gestos de estar molestos solo llamaban la atención, pero por la creencia de que se golpearían o una cosa así, cuando la realidad era que cuando hacían eso en el departamento terminaban besándose.

—Te quiero, pedazo de amargado— Murmuró Damon. Tenía muchísimo que no le llamaba así. Años, aunque eso no evitó que a ambos les causara risa, y les diese buenos recuerdos mismos que les ayudaron a soportar la media hora que quedaba en el estudio para que les maquillaran un poco. Era una capa apenas visible; Jamie tenía conocimiento de que su rostro era perfecto, y bastante, pero querer hacerle lucir más guapo no le afectaba; Le daba lo mismo, porque la silla en la que estaba era extremadamente cómoda, y tener los ojos cerrados apreciándose dramático era para lo que nació. Por otro lado, ponerle maquillaje a Damon debía contar como un pecado, como un delito que se podía castigar con cárcel; Ese hombre no podía estar más hermoso. Cubrir su cutis con químicos era idea de un ser abnormal.

Bueno, Jamie no estaba tan acostumbrado como Albarn. El mayor aun recordaba su pose de chico guapo; Muy coqueto ante la cámara, mostrando que practicaba frente al espejo, posiblemente por horas, mientras que Hewll solo podía admirarse serio, y centrado en alguna idea. Como los gatitos muertos. Si pensaba en ellos entonces no le daban ganas inmensas de reír debido a los nervios que le daba un Damon mucho más atrevido de lo común. Guapo, igual lucía así, también, y extremadamente, como un precioso ser divino, como un dibujo, como un ser irreal. Precioso, seguro. . . Hewlett. Ambos –más Jamie que Damon- se sentían orgullosos de que era lo que tenían allí. Aunque se podría decir que en esa ajetreada vida todos eran conciertos, dibujos, y besos, la realidad era completamente diferente.

Ojalá todo fuese tan fácil. Sí, tenían todo eso, pero su trabajo era una pasión.

Al día siguiente volarían a estados Unidos, y entonces... entonces allí las cosas se pondrían interesantes, porque Jamie podía soportar no ser reconocido allí, pero Damon...

You can blame me -Jamion-Where stories live. Discover now