Bien

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La oscuridad invadía el cuarto; Entraba muy poca luz por debajo de las cortinas de la única ventana del cuarto de Hewll, pero no era suficiente; tampoco importaba. La noche era tranquila, no pasaban autos, y ni siquiera el sonido de la lluvia al caer generaba ruido alguno que interrumpiera a aquel dúo.

Damon tenía bien sujeto entre brazos al otro cuerpo cálido; ambos estaban recostados sobre la cama del dibujante, ladeados, para que quedasen frente a frente. Muy cerca, su pecho tocaba el ajeno, creando que ambos sintieran la respiración contraria, que no era agitada, y deseosa de sucumbir ante uno de los anhelos que a veces pasaban por sus mentes, no. Era un deseo bastante tierno, justo como el acto que ambos hacían. Damon besaba con dulzura los labios del su pareja, y este regresaba las mismas acciones, paseando su labio superior por el inferior, combinando esto, intercalando lentamente la posición de esos, y del como a veces su lengua invadía la cavidad ajena, aunque no con desesperación o acercándose a esta. Ambos se sentían mareados, embriagados por las emociones que intercambiaban con ese acto, que no solo mostraba cuando se querían, sino cuanto se necesitaban. De alguna forma se sentía bien todo eso, estar así, tan tranquilos, y en su mundo. Era un mundo muy lejano al que sería cuando despertasen en unas horas. No pensaban en nada, no claramente... a veces se sentían increíblemente agradecidos por tenerse el uno al otro, por conocerse.

Era una grandiosa melodía aquella que creaban esos sonidos que se generaron cuando separaron ligeramente sus labios para tomar aire, y mejores aun, cuando los juntaron para continuar.

Durmieron bastante bien después de eso, abrazados; Damon entre los brazos de Jamie, hundido en su pecho, escuchando perfectamente su corazón, el ritmo que seguía, que parecía ser igual al propio. . .

—Hey, Jay...— Albarn apenas levantó la vista; Su nariz se topó con el mentón del castaño. Este estaba adormilado, pero básicamente despierto. Gruñó, como lo hacen los niños antes de ir a la escuela, lo cual era un acto de humor. Ambos se encontraban dentro de lo que cabía, contentos. Era fantástico para Damon compartir como pocas veces esa sensación con su pareja. Arrugó la nariz, centrando sus iris tan claras sobre lo perfecto que lucía el recién levantado joven. —Feliz cumpleaños— Murmuró con voz angelical. Jamie enmarcó inmediatamente ambas comisuras de sus labios, creando esa sonrisa unilateral que tanto le encantaba al ajeno.

—Gracias, niño bonito— Murmuró Jamie, dirigiendo la mano que tenía sobre la espalda del chico a su cabello; Lo despeinó, mucho más de lo que ya estaba, y, tras eso, se atrevió a aproximarse un poco más, para besar la frente del cantante con extrema ternura. Damon era como un sueño, aquello era como un sueño... No importaba que pasara después, a Jamie no le importaba si Damon debía irse al estudio después de eso... porque era suficiente, era mucho más que eso.

Se enamoraba más de Damon a cada segundo, al grado de perderse vilmente, así como se perdía en su mirada, indescriptible, pero no del todo, y bella, perfecta...

—Te quiero, Chris, te quiero muchísimo— Agregó Damon, antes de alejarse un poco, solo para acomodarse, al menos a la altura indicada para que sus labios pudieran quedar a la par de los ajenos. Jamie no se quitó de esa sonrisa del todo, porque no podía. Seguía siendo casi irreal tener a Damon allí, para él solito...

Tragó saliva, evidentemente. Gracias a lo embobado que estaba no notó que Damon no expresó esas palabras como siempre, sino que había algo allí que... lo hacía diferente. Era complicado de saber por qué lo fue, ya que Damon no había usado ese tono de voz con otra persona, con nadie. Aun así, sabia como responder... —Te quiero también, Dey... no sabes cuánto— Comentó. Bueno, ambos sabían lo que seguiría después, así que ni siquiera trataron de negarse, o de esperar.

You can blame me -Jamion-Where stories live. Discover now