Si tu quieres

357 47 15
                                    


—Jamie, ¡esta caja es tuya!—

—Damon, no tienes que decírmelo, anda, solo déjala fuera de tu habitación, y ya— Dijo Jamie sin darle mucha atención al rubio.

—Hey... denada— Rezongó Damon, el cual salió con esa gran caja entre brazos de las profundidades de su oscuro cuarto, para botarla sobre el colchón de Hewlett;

—Anda, no seas así, que la primera vez no te dije nada...— Reclamó Hewll; ni a la primera, ni segunda. Ni siquiera a la décima le había pedido que le dejara de avisar, dándole permiso a Damon de pasar a su habitación sin que este tocara la puerta.

—Te odio...— Agregó Damon, mientras se tiraba sobre la cama del artista, el cual se encontraba al lado de este, de rodillas, mirando, y sacando todo lo que tenía para acomodarlo; estaba con algunas prendas, del mismo color... ¡del mismo color! Por dios, a Damon eso se le hizo una locura, ¿era en serio? El solo empujó un montón de ropa dentro de los cajones, y para el estaba lsito, aun y con que no pudo cerrar dicho cajón.

—Quiero... ayudarte— Aseguró Albarn, mientras abría la caja que llevó hasta allí. Jamie ni siquiera lo volteó a ver, pero si que hablo; —No por eso te voy a ayudar con tu cuarto, Albarn...— Le causaba un poco de gracia el conocer al menos de esa manera a Damon, en tan poco tiempo. Era divertido estar así con el.

—Aaaaaanda— Canturreo el artista, lo suficientemente aburrido, al tiempo que se permitía ver el interior de la caja para encontrarse con algo que conocía bien; —Wow...—

—Deja de hurgar mis cosas, Damon, ¿ahora qué?— Bien que andaba poniendo atención el dibujante, aunque pareciera que no. No lo miraba, eso ya estaba claro y obvio, pero no se concentraba tanto en doblar la ropa ya que su mente volaba, cada vez que escuchaba aquella voz de ángel. Por cierto, Hewlett se dijo que debía de dejar de pensar ese tipo de cosas cada que hablara con Damon.

—Uhm... nada. Me acordé de algo...— Empezó Damon, tirándose boca abajo en mencionado sitio. —¿En serio no has escuchado ni uno de mis discos?— El cantante fingió un tono triste de voz, pero ni eso obligo a Jamie a voltear.

—Lo lamento, pero no ha sido así— Trató de dar una respuesta seca, y medio le salió.

—Entonces Parklife salto a tus cajas cuando vio pasar al camión, ¿o cómo fue que llegó hasta tus pertenencias?— Damon apenas y podía evitar la risa, ya que la expresión de Jamie fue de genuinos nervios.

—Damon... dame eso— Pidió Jamie al tiempo que se levantaba dispuesto a quitarle el vinilo, que Damon abrazó con cuidado al notar ese movimiento brusco en el ajeno.

—¡No! No hasta que me digas porque tienes Parklife....— Exigió saber el chico, sin alejar de sus brazos el disco, regalando una mirada de niño, indescriptible.

—Porque tiene algunas canciones buenas...—

—Anda, Jamie, seguro tus padres te dijeron que mentir era malo...— Canturreó nuevamente el cantante, divertido, por como hacia enojar al su compañero de habitación.

Jamie si que estaba apenado, y lo mostraba el color de sus mejillas.

—Está bien, ya....— Diablos —Me gustó el disco. Tiene buenas canciones, y... y me gusta como cantas....

—¿Lo escuchas seguido? Caya, creí que lo odiabas...

—Está bien, si, ya. Te mentí un par de veces.— Jamie ya se había girado, acomodando sus cosas para evitar que Damon le viera, resignado. —Me gusta mucho tu voz, y tus canciones... de hecho, me encantó el concierto, y... y ya que estoy confesándome, también me encantas tu— Soltó Jamie. Si ya se estaba apenando, ¿Por qué no más? Jamás sería suficiente, y no tenía por que detenerse, si ya contaba con el valor de recordarle a Damon... eso.

You can blame me -Jamion-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora