Es probable

100 19 1
                                    

—Relájate. Aprende a relajarte.—

—¡Estoy relajado!. . . menos cuanto estoy contigo— El gesto que Damon creó a modo de respuesta fue, a la vista lateral de Jamie, de las cosas más divertidas que pudo apreciar en el taxi. A diferencia de otros días, prefirieron tomar taxi porque antes de ir al estudio decidieron ir por café en lugar de prepararlo: Las (des)ventajas de desvelarse, suponían ellos.

No había sido un día agradable el que acontecía previo a donde se encontraban, y eso era porque a pesar de las cantidades industriales de trabajo que tenían (sobre todo Jamie, que se tomaba la molestia de no salir mucho del su estudio ya que tenía entendido debía tener un video para la nueva canción del mayor) se tomaban el tiempo para hablar.

Sobre todo Damon. Él llegaba del estudio a componer, cuando andaban en taxi de regreso al departamento. Si andaban en metro, Albarn daba un tipo de saltos raros a través de las calles que debían recorrer a pie:

—¡Vamos por pasta!— Tendía a decir esos días.

Jamie estaba muy cansado de la pasta. De la lasagña... de la pasta parecida a la lasagña, y, sobre todo, a la maldita lasagña vegetariana.

No tenía idea de que le pasaba, o porque la paciencia se le estaba escapando muy rápido, tan rápido que fingía dormirse para que Damon no comenzara a hablar...

Porque aun con Gorillaz, aun cansado, Albarn continuaba haciendo referencias respecto a tener hijos. Y por el cielo que no era molesto, a veces, a pesar de sentirse presionado, a Jamie se le antojaba adorable su esposo, pero eso no alejaba que necesitaba dormir. Sí, amaba su trabajo, pero era abrumador. Como una maldición, se repetía. A veces todo su coraje se iba, y entonces decía en voz alta que su carrera como artista estaba terminada.

Solo quería llegar a descansar, con Damon, sin pensar en contradecirlo. No todas las noches eran así, pero, ¿quién se acuerda de lo bueno?

Poco a poco Damon fue notando (en el lapso de una semana) que a veces solo debía callarse. Solo por esa época, después podía seguir jodiendo, como era su costumbre.

Era extraño, era como si en un parpadeo te encontraras en otra realidad, o en un plano distinto. Finalmente en una relación no todo es tan tierno como se mira de lejos.

O no cuando Jamie tenía los nervios a ese nivel. Le fastidiaba, era tonto y tal vez hipócrita decir eso, pero no tenía 3 años. Su trabajo implicaba una serie de pasos, de métodos, de técnicas. Todos ellos, exactos, precisos, y por supuesto, llenos de cariño. Pero debía estar sentado, callado. No le desagradaba, parecía estar hecho para ese trabajo, pero llegar a casa y ser casi obligado a hacer lo contrario...

Podía ser mejor, por supuesto, pero no tenía siquiera ganas de seguir prestando atención al rubio, a menos claro, que llamara tanto su atención como con el tema de un Albarn Hewlett incluso más llorón que ambos padres.

Era una mala idea, se mirara por donde se mirara.

1

Jamie no era bueno, después de todo, para ese tipo de cosas. Es decir, nunca tuvieron muchos problemas para comunicarse... y a decir verdad Jamie era una persona amorosa. Damon podía ir los brazos de su amado, y escabullirse como gatito, a sabiendas de que Hewlett le mimaría hasta que se relajara o quedase dormido..., en la cama era dulce, al despertar sensible... sus besos contenían tanta dulzura y más amor...

Pero, cuando se trataba del tema que rondaba por la cabeza de Damon con fuerza desde hacía meses, Jamie era pésimo. No tiraba todo a la basura, pero Damon no se sentía cómodo. Y Jamie era su único amigo, es decir... cuando llegaba de cualquier lado, le contaba a Jamie. Si pasaba una mosca que le llegaba a molestar, ¿quién podía escuchar esa historia a la hora de la cena? Jamie. Siempre Jamie, todo Jamie.

You can blame me -Jamion-Onde as histórias ganham vida. Descobre agora