39.

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La mañana del viernes me cogió ensayando las canciones que tocaría esa noche en el bar, no había dormido nada y aunque cuando me miré al espejo pude ver las ojeras bajo mis ojos, también vi un pequeño brillo que se debía a la ilusión que tenía por volver a ver a Mimi, y es que me había prometido venir a verme cantar esa noche, lo que hacía que un escalofrío estuviese recurriendo mi cuerpo debido a los nervios. Mientras preparaba el desayuno llamé a las chicas para que vinieran ésta noche también, aunque estuve un rato con cada una explicándoles la situación, todas se mostraban emocionadas, sobretodo Miriam, que a pesar de ver como sufrí durante meses no podía negar que le tenía un cariño especial a Mimi y se moría por verla.

La tarde transcurría entre pedidos en la floristería, cuando llegó un repartidor con un paquete.

- Buenas tardes señorita, traigo un paquete a esta dirección a nombre de Ana

- Eh...sí, soy yo – Le dije sorprendida.

Firmé cuando recogí el paquete, y en cuanto se fue el repartidor, curiosa, abrí la caja. Dentro entre papeles, habían repartidas chocolatinas Tirma para mí y para veinte personas más. Con una sonrisa cogí la nota pensando que Miguel querría sorprenderme antes de verme ésta noche, pero mi cara cambió de repente cuando la leí:

Por tu acento me di cuenta que eres Canaria, y quería acercarte un poco más a tu hogar para tener un detalle contigo por devolverme a mi perra dos veces.

Te veo esta noche cantante.

Miriam

Las lágrimas volvieron a aparecer sin permiso en mis ojos al leer esa nota que aunque estuviese firmada por otra persona, me demostraba una vez más que la persona cariñosa y detallista de la cual yo seguía enamorada, estaba bajo esa nueva apariencia que no me recordaba, y sentí aún más necesidad de demostrarle quien era, y lo que estaba dispuesta a hacer para que me recordara.

Llegué al bar sobre las 9, después de cerrar la floristería, tenía una hora para prepararme y preparar todo lo necesario para la actuación de esa noche, cuando Miguel me vio sobre el escenario no dudo en acercarse a mí, me dio un beso en los labios que yo procuré que fuera lo más rápido posible y me enterró en sus brazos con cariño. Miguel era ese tipo de hombre del cual cualquier mujer podría enamorarse, era alto, guapo, inteligente, atento, detallista, simpático y cariñoso, pero para mí tenía dos problemas, uno, era calvo, y dos y el más importante, no era Mimi. Apareció en mi vida a finales de verano, nos conocimos en un karaoke en el cual me vio cantar, y me ofreció trabajo en el bar para actuar los viernes por la noche, fue imposible no cogerle cariño, pero era sólo eso, cariño, y aunque el supiera que yo no sentía nada más, quiso tener esa relación a la que llamamos abierta pero en la cual el no ve a nadie más.

Sobre las 10, cuando en el bar ya había una cantidad considerable de gente, llegaron mis amigas, fui corriendo a abrazarlas cuando vi a Miriam buscando por cada esquina del bar

- Tranquila, aún no ha llegado – Dije abrazándola – Parece que estás más nerviosa tú que yo amiga.

- Ella, que exagera - Me dijo devolviéndome el abrazo

No pudo evitar reírse, y después de tomarnos una copa, Miguel me pidió que subiera ya al escenario. No voy a negar que fui un poco desilusionada ya que no había visto a Mimi en lo que llevaba de noche, y empecé a pensar que no iba a venir cuando en medio de una de las canciones que estaba tocando la vi atravesar la puerta del local, a pesar de estar un poco desorientada puesto que seguramente no conocía el lugar, estaba preciosa, llevaba unos pantalones negros con un top rojo, el pelo suelto y ondulado caía por su espalda y llevaba los labios rojos con aquel pintalabios que a mí tanto me gustaba borrarle, no pude evitar sonreír en medio de la canción cuando su mirada se cruzó con la mía.

Fix YouWhere stories live. Discover now