28.

1.6K 102 5
                                    

Querido diario...

Sé que han pasado semanas pero aún no me acostumbro a que no esté conmigo, perderla ha sido lo más duro que he tenido que vivir desde hace tiempo, pero es que para mí ella formaba parte de mi hogar, tal vez ella era la que hacía que me sintiera parte de un hogar y no la persona que soy en realidad. Sé que nadie puede entenderlo, y aunque a veces finjo que no me importa, es complicado cuando eres incomprensible.

Recuerdo la tarde en la que la perdí, y las lágrimas brotan todavía por mis mejillas, no debería haber ido aquel día a la montaña, recuerdo la voz de Noelia que quería alejarme del sótano, y recuerdo a Ana, Ana tan cabezota que no se marchó hasta que yo no me fui con ella, y aun así siguió sin marcharse. Recuerdo cómo me abrazó y yo luché por liberarme de aquel abrazo, un abrazo que no sabía que necesitaba hasta que se aferró a mí con fuerza, intentando sostenerme, intentando evitar mi caída sin saber que yo ya estaba en el suelo y que no podía recoger mis pedazos. Me rendí en el abrazo cuando me dijo que no estaba sola, y esta vez fui yo la que se aferró a ella, intentando liberar todo el dolor que sentía en ese momento sin éxito, pero acomodándome y viendo como poco a poco, mi respiración se compensaba. Dejé que me llevara a mi habitación, y cuando me metí en la cama una sensación de soledad me inundó de nuevo. Cuando la vi con mi camiseta puesta, le dije que no hacía falta que se quedara, cuando en verdad aquella noche no quería pasarla sola, pero el miedo se apoderó de mí cuando sentí que ella me proporcionaba una calma que en ese momento no tenía, y mi corazón dio un vuelco cuando me dijo que quería quedarse. Me abrazó, sin importar el tiempo que estuviera llorando y la empapara de lágrimas me abrazó durante toda la noche, e incluso cuando estaba entre sus sueños siguió aferrándome a ella. Me desperté a mitad de la noche y la vi allí, dormida, su rostro demasiado cerca del mío, su brazo por debajo de mi cuello y el otro rodeándome la cintura. Ella no lo sabe pero me quedé un tiempo observándola dormir, estaba tan relajada que su expresión me transmitía una sensación de paz que no había sentido nunca, y después de todas las noches de viernes que hemos pasado juntas sigo quedándome dormida con el recuerdo de esa imagen. Me acomodé en su pecho, notando su respiración calmada y los latidos de su corazón que rápidamente marcaron el ritmo del mío, y entre sus brazos concilie las mejores horas de sueño desde hacía años. Me desperté llorando y a pesar del miedo a que no pudiera entenderme, intenté explicarle como me sentía. Le conté lo que Lia significaba para mí en mi vida, aunque no podía contárselo todo, podía decirle que ella había sido quien me había ayudado a superar día a día la muerte de mi familia, pero no podía contarle que después de mi primer encuentro con Tony, y después de muchos otros, siempre era Lia la primera que una vez al llegar a casa venía a mi encuentro, y al verme en aquel estado tan lamentable se enredaba en mí queriendo protegerme, tal vez tarde, pero intentando hacerme sentir mejor, era la única capaz de transmitir calma a mis días, y la única con la que podía compartir aquel secreto, por eso se convirtió en la mejor parte que tenía. Para mí sorpresa Ana entendió mi realidad, no me trató como una loca, me escuchó, me abrazó y se quedó allí conmigo, diciéndome que ahora éramos amigas y que no me iba a librar de ella tan fácilmente. Después de estas semanas empiezo a pensar que no quiero librarme de ella...

Ana se ha convertido en una parte indispensable en mi día a día, cuando llego a casa siempre me está esperando para cenar y pegarse horas hablando, nunca la corto porque me pierdo en el sonido de su acento mientras me cuenta cualquier bobería. A veces llego a casa y está aún con mi abuela, cantando alguna canción con la guitarra mientras alborota mi sistema cuando me dedica una sonrisa. Mis noches favoritas han pasado a ser la de los viernes, en las que ya vemos una película en la habitación porque sé que no va a llegar a la mitad ya que se queda dormida y la mañana del sábado me despierto con el olor de su piel que invade mi cama. A veces me acompaña mientras ensayo, y yo la miro a través de los espejos como sin quererlo se va moviendo con la música mientras está enterrada en sus libros. No entiendo porque me da un vuelco el corazón y me tiembla el cuerpo cada vez que su mirada se encuentra con la mía a través de los espejos de aquella habitación, pero me calma el abrazo entusiasta que me da cuando acabo la coreografía. Me ha dicho que se marcha en estas fechas, y aunque lo entiendo porque lo normal es que pase estos momentos con su familia, una sensación de tristeza invade mi cuerpo cuando cuenta los días para marcharse a Tenerife, por eso accedí a acompañarla a aquel encendido navideño, tal vez por alargar un momento más con ella, como aquella vez que le pedí que se quedara viendo aquella película para que no se marchara de mi lado. Me desestabilizó cuando agarró mi mano para llevarme corriendo entre las calles hasta llegar a aquel árbol de Navidad en el centro de Madrid, pero más desestabilizó mis sentidos cuando al llegar soltó mi mano dejándola desnuda sin su tacto y un escalofrío me invadió el cuerpo. Me lo pensé mil veces, pero cuando la vi mirar aquel árbol esperando a que el color se adueñara de él, entendí cuando me dijo que era un momento mágico, así que con un poco de miedo volví a acercar mi mano a la suya y entrelacé mis dedos allí mientras mi corazón corría queriendo salir de mi pecho. Cuando me volví hacia ella me estaba mirando y pude ver todas aquellas luces reflejadas en el brillo de sus ojos marrones, ella decía que aquel momento era mágico pero es que para mí en ese momento la magia era ella y todo lo que estaba revolucionando dentro de mí, así que esa noche la abracé con mil miedos dentro de mí, miedo a que se marchase, miedo a que no volviera, miedo a todo lo que me estaba provocando...pero en aquel momento, a pesar de todo el miedo, fui feliz.

******

Me invadió el llanto desde las primeras palabras de estas hojas, revivir el dolor que Mimi había sentido cuando perdió a Lia no era fácil, y a pesar de que entendí desde un primer momento lo importante que fue para ella, después de leer esta parte comprendí que Lia había sido su único apoyo real, que a pesar de tener a su abuela, era la perra con quien compartía sus secretos y con quien se sentía más liberada. Así que a pesar del miedo de no saber dónde se encontraba Mimi o que estaba pasando, me invadió una sensación de tranquilidad al saber que Luna se encontraba a su lado.

Comencé a temblar cuando mi nombre apareció en ese diario de esa manera, nunca me había imaginado todo aquello que Mimi podía sentir ya que no era una persona de demostrar sus sentimientos, y al leer todas aquellas palabras mi corazón se desbocaba sabiendo que sólo encontraría la calma cuando ella volviera a mi lado. Intentaba entender el miedo que vi en la mirada de Mimi aquellas veces, sabiendo que a pesar de todo lo que había leído, algo se escondía detrás, pero no puedo negar que una sonrisa invadió mi rostro cuando leí que en aquel momento ella fue tan feliz como lo fui yo al ver aquel encendido navideño en su mirada.

Miriam me distrajo de mis pensamientos cuando tocando la puerta entró en mi habitación preguntando:

- Ana, son las cinco de la mañana, ¿Qué haces despierta?

- No puedo dormir...

- ¿Por qué? ¿Qué pasa?

En ese momento el llanto me invadió y no pude evitar romperme. Miriam sin entender la situación, se acercó a mi cama y me abrazó mientras yo me aferraba a aquel diario como si ya fuera una parte de mí. Intenté entre llantos explicarle la situación, todo lo que estaba pasando, todas las dudas que tenía y el miedo que me invadía al pensar que a Mimi podría haberle pasado algo, que podría estar lejos o que podría estar con Tony, y que la segunda idea me aterraba cada vez que se cruzaba por mi mente, pero entre llantos sólo pude balbucear...

- Mimi se ha ido.

Miriam me abrazó un poco más fuerte, intentando buscar las palabras adecuadas para decirme, intentando que me calmara para que le contara que había pasado con más detalles, y después de más de quince minutos de llanto, pude empezar a contarle la historia. Le conté lo que había pasado entre nosotras, y como después de todo ella se había marchado dejándome una nota y un diario, le conté algunas cosas sobre Tony sin entrar en demasiados detalles ya que todo aquello pertenecía a Mimi, pero si le conté el miedo que sentía por ella, y que no había parado de leer en toda la noche buscando las respuestas a su partida. Miriam me escuchó con detenimiento mientras me preparaba una tila para calmar mis nervios, y me mandó a dormir un par de horas, decía que con el cansancio acumulado no era capaz de pensar ni de tramitar la información, así que intenté dormirme mientras abrazaba el diario para tenerla un poco más cerca, pero una pregunta me invadía cada segundo que pasaba, y es que si Mimi sentía algo por mí, ¿Por qué se había marchado?

Estuve una hora dando vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño, así que sin hacer mucho ruido para no despertar a Miriam que se había quedado dormida en mi cama, me levanté y me dirigí con el diario al salón, decidida a buscar respuestas, decidida a encontrar a Mimi, decidida a que la quería en mi vida y que haría lo que hiciese falta porque volviera conmigo, así que volví a abrir el cuaderno por donde había dejado la marca, y comencé a leer, esta vez quedándome a cuadros:

Querido diario...

Fix YouWhere stories live. Discover now