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Miriam no me había engañado, la señora Doblas era una persona encantadora, llevaba dos semanas trabajando en su casa, simplemente haciéndole compañía y escuchando sus historias, y me hacía sentir parte de su familia, cuando estaba con ella sentía que estaba en mi casa, en Tenerife, con mis abuelos contándome alguna que otra historia, y me sentía feliz.

Muchas veces me quedaba un poco más tarde de las nueve, y es que a la señora Doblas le encantaba hablar y a mí no me importaba escucharla, muchas veces Noelia, el ama de llaves, venía a la habitación para decirme que ya era la hora de marcharme y yo ya me despedía con un beso de la señora Doblas para bajar las escaleras acompañada de Noelia que a veces me hablaba sus vivencias fuera de la casa. No coincidíamos mucho, ya que yo estaba en la casa cuando ella estaba fuera, pero se notaba el aprecio que le tenía a la señora Doblas sólo con su forma de hablar de ella. A veces le hacía alguna pregunta, sobre todo por la familia de la señora Doblas, porque estaba tan sola y porque vivía en esa casa tan grande, pero Noelia sólo se dedicaba a contestarme con una sonrisa y advirtiéndome que no preguntara tanto, pero a veces me podía la curiosidad.

La semana transcurría con tranquilidad y el viernes tuve mi primer examen, el cual pasé con nota, cómo salí antes decidí irme directamente a la casa de la señora Doblas, así podría almorzar con ella y contarle emocionada lo que había avanzado en esas pocas semanas. Llevaba la guitarra en mi espalda cuando abrí la puerta de la habitación de la señora Doblas, y cuál fue mi sorpresa cuando sobre la cama no la encontré sola. 

Sentada cómodamente y dándome la espalda se encontraba una muchacha rubia, parecía escuchar lo que la señora Doblas le contaba, pero en esa milésima de segundo yo no podía dejar de mirar como su pelo rubio caía por toda su espalda. Hice un ligero ruido y sus ojos verdes se clavaron en los míos, pude ver un atisbo de rabia en ellos, y levantándose de la cama de la señora Doblas fue la primera vez que escuché su voz:

- ¿A ti no te enseñaron a llamar antes de entrar?

Fix YouWhere stories live. Discover now