10.

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A la mañana siguiente me desperté con el olor de Mimi impregnando mi almohada, y es que había dormido con su jersey durante toda la noche, me parecía raro pero después de este fin de semana a su lado, la echaba de menos.

De cierta forma me daba un poco de miedo volver a la casa de la señora Doblas y encontrarme con la Mimi de siempre, esa muchacha borde, que te mira por encima del hombro y es capaz de hacerte sentir inferior sólo con mirarla, no sabía porque escondía esa faceta tierna que pude ver el Domingo mientras estábamos en su habitación viendo la película, y más miedo me daba aún saber que podría acostumbrarme rápidamente a esa faceta de Mimi.

La mañana se me hizo eterna, parece que el reloj había hecho un trato con el infierno para que los minutos no avanzaran, y yo estaba desesperada por llegar a mi trabajo y ver como se encontraba Mimi hoy. Decidí marcharme a la una perdiendo la última hora de clase y cogí rumbo directamente hasta la casa de la señora Doblas, cuando llegaba antes podíamos almorzar juntas y hoy me apetecía su compañía.

Cuando fui a entrar en la habitación, toqué la puerta con mis nudillos, recordando que Mimi podría estar dentro y que odiaba que entrara sin avisar.

- Pasa – Escuché decir a la señora Doblas.

Entré en la habitación y esta vez no me sorprendí al ver a Mimi acostada sobre el regazo de su abuela, parecía que no habían pasado las horas, y que volvía a ser domingo por la tarde, juraría haberla dejado en la misma posición.

- Buenas tardes – Dije sonriente.

Como cada día que llegaba, me acerqué y deje un beso en la mejilla de la señora Doblas mientras ella me preguntaba qué tal me había ido el día.

Para mi sorpresa, esta vez Mimi no se levantó del regazo de su abuela para marcharse de la habitación como hacía cada vez que yo llegaba, sino que se quedó ahí, tranquila, recostada viendo la televisión mientras su abuela le acariciaba el pelo.

Estuvimos hablando un rato hasta que se hizo la hora de comer y me levanté para ir a la cocina y traer el almuerzo a la habitación. La señora Doblas me sorprendió cuando me dijo que hoy comeríamos en la cocina junto a Noelia, ésta, que ya tenía todo preparado en la mesa nos comenzó a servir la comida cómo si hubiésemos venido de la guerra y llevásemos tres días sin comer.

- Noelia, seguro que está riquísimo pero con este plato comemos tres personas. – Me quejé.

- Come y calla niña, que estás muy delgada y tienes que alimentarte que estás estudiando.

Definitivamente, me hizo recordar a mi abuela. Estábamos entre risas mientras les contaba alguna anécdota de cuando vivía en Tenerife, cuando Mimi entró en la cocina, cogió un plato y se sentó con nosotras en la mesa sirviéndose un poco de ensaladilla, empezó a comer cuando se percató de que me había quedado callada.

- ¿Y qué pasó? – Preguntó

- ¿Qué? - Me sorprendí, para que mentir.

- Cuando estabas en el establo, ¿qué paso? – Había prestado atención a la conversación.

- Ah... que me caí y me llene de mierda literalmente hablando de arriba abajo.

Mimi sonrío mientras masticaba, y escuché la risa de aquellas dos mujeres de fondo, porque yo me había quedado en su sonrisa una vez más, una sonrisa preciosa que me comenzaba a mostrar y que no iba a cansarme de contemplar.

Fix YouWhere stories live. Discover now