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Las semanas pasaron dejando atrás todo lo ocurrido. Mimi volvía a ser la persona dulce y divertida que en algún momento había escondido por algún motivo el cual no me explicó, pero tampoco lo necesitaba, una vez más, la veía feliz. A pesar de que la nueva coreografía que estaba preparando ocupaba la mayor parte de su tiempo, cada día estaba pendiente de mí, y eso me hacía sentir la persona más especial del universo, siempre procuraba llegar antes de que yo me marchase a casa y cenar conmigo o encargarse de elegir la película de los viernes, esos viernes que volvían a ser nuestros. Había dejado de salir y de ver a los personajes con los que se juntaba, lo cual había ayudado a que estuviera más tranquila.

Se acercaba su cumpleaños y la señora Doblas había propuesto ir a pasar un fin de semana a Valencia, no me podía negar, iríamos a un hotel con todos los gastos pagados, con el Sol de Valencia, sus playas y la tranquilidad que nos podía proporcionar unas vacaciones aunque sólo fueran tres días, además estaría tres días con Mimi, y a eso no podía negarme.

La habitación del hotel incluía dos baños y estaba formada por una cama de matrimonio y dos individuales, la señora Doblas decidió que dormiría en la individual y que Mimi y yo ocupáramos la de matrimonio dejando a Noelia en la otra con la excusa de que ella se movía demasiado y no quería molestar a ninguna. Pasamos la tarde del viernes en la playa hasta que de pronto comenzó a llover, Noelia se llevó inmediatamente a la señora Doblas, mientras que a mí me costó una eternidad sacar a Mimi del agua.

- Mimi vamos, está lloviendo...

- Ana...estamos en el agua, ya estamos mojadas, ¿Qué más da? – Ella y sus respuestas.

- Pues que parece que se acerca una tormenta...

- ¿No te gustan?

- Sólo cuando estoy en mi casa, en pijama, en la cama, y con un chocolate caliente. Anda vamos, venga.

Le tendí la mano para que me siguiera, pero cuando me la cogió me acercó a ella y me metió bajo el agua, a veces era peor que una niña pequeña. Comenzamos a jugar haciéndonos ahogadillas hasta que yo casi me ahogo de verdad. Mimi me sacó a la superficie y me envolvió en sus brazos, protegiéndome, su piel en contacto con la mía tuvo un efecto inmediato, erizándome cada parte de mi piel.

- Vamos anda – Me dijo – Te está dando frío – Frío...claro... - Canaria... ¿Qué voy a hacer contigo?

Mimi, si tú supieras, se me ocurren un millón de cosas.

Nos fuimos directas al hotel con la ropa empapada, había empezado a llover mucho más fuerte y desde que llegamos a la habitación nos metimos cada una en una ducha. Después de la cena nos fuimos a dormir directamente, no sé quién de las cuatro estaba más cansada. Nada más acostarme escuché decir a Mimi:

- Joder Ana, ven aquí que hace frío.

- Ah... ¿Ahora la señorita tiene frío? Pues bien que en la playa no tenías.

- Anda Ana pégate un poco que me congelo, y no vas a querer ser culpable de que sufra una hipotermia.

- Merecida la tienes, que si yo tengo un gripazo monumental mañana va a ser por tu culpa.

Me quedé en mi lado de la cama, sin moverme, a pesar de que lo único que quería era estar a su lado y abrazarla, y quedarme toda la noche en su abrazo mientras su olor me envolvía, pero me divertía hacerla rabiar un poco aunque no le importó ya que fue ella quien se acercó a mí, colocó su cabeza en mi hombro, me abrazó y entrelazó sus piernas con las mías sin decirme nada, cogiéndome desprevenida.

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