4.

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Llegué al hospital medio dormida y medio despeinada, se notaba que la noche anterior había salido y que había salido corriendo de casa. 

En cuanto llegué a la sala de espera me encontré a Noelia y me contó lo ocurrido. La señora Doblas, en su intento de bajar sola a la cocina, se tropezó y cayó por las escaleras, no le había pasado nada grave, pero tenía dos costillas fisuradas y mucho dolor, además de que su cuerpo se había llenado de hematomas, en cuanto me vio esbozó una de sus sonrisas. Me alivió verla sonreír, pero no voy a negar que me pregunté qué porque estaba allí Noelia y no estaba Mimi, ¿se suponía que era su familia no? 

Noelia me pidió que si podría ir a la casa a buscar algo de abrigo para cuando salieran, ya que habían venido con lo puesto, y las mañanas en Madrid se estaban volviendo cada vez más frías. Cuando llegué a la casa me sorprendió al escuchar una música de fondo, no podía creerme lo que en ese momento pasó por mi mente, y no, no quería pensar en lo que Miriam había dicho que Mimi no era buena pieza, ¿Sería capaz Mimi de estar en casa mientras su abuela estaba sola en el hospital? Era algo que no quería ni pensar.

Seguí el ritmo de la música y me llevo a la última planta, en las semanas que llevaba en la casa no había pisado esa zona, pero la música procedía de allí, sonaba Don't Cha, de Pussicat Dolls, y la música procedía de una sala abierta totalmente llena de espejos que cubrían cada centímetro de la pared, mis ojos volvieron a traicionarme cuando se dirigieron hacia Mimi, llevaba un top negro y unos pitillos azules que realzaban su figura, el pelo recogido en una coleta alta y se movía al ritmo de la música. Se movía de una manera muy sensual, no de la misma forma que lo hacía anoche en la discoteca, pero si lo hacía de una manera en la que te hipnotizaba y no podías quitar la mirada de ella. Sé que se percató de mi presencia, pero le dio igual y siguió moviéndose, y yo perdida en cada uno de sus movimientos. Cuando se paró la música me costó hablar y respirar a la vez, pero no pensaba callarme. Estaba enfadada, ¿Cómo podía ser posible que la señora Doblas estuviera en el hospital y ella allí tan tranquila bailando?

- Últimamente te encuentro hasta en la sopa- Me dijo con su tono borde

- Vine a buscar unos abrigos.

- Pues no creo que los encuentres aquí.

- ¿Cómo puedes ser tan hipócrita? – No pude callarme, tenía que decírselo.

- ¿Perdona? – Me miro con cierta confusión.

- Puedo imaginarme que eres una niña mimada de papá y mamá, pero ya que te estás quedando en casa de tu abuela, lo lógico sería que si ella está en el hospital, tu estés con ella y no aquí bailando o haciendo lo que sea que haces. Que ella está allí sola con Noelia! Pero bueno como siempre, porque a ti, como no, no te importa nada, y si te importa, te importa una mierda.

Pude ver esta vez como sus ojos no mantuvieron mi mirada, y en lugar de ver rabia en ellos, me pareció ver un atisbo de dolor, como si Mimi en el fondo tuviera sentimientos. 

Salió de la habitación de los espejos dejándome allí todavía soltando veneno por la boca, no podía entender cómo esa rubia descarada y desagradecida pertenecía a la misma familia que la señora Doblas. Baje las escaleras aun gritándole, pero como única respuesta obtuve el portazo que dio cuando se encerró en su habitación. Me ponía de los nervios, pero decidí coger los abrigos y marcharme para llegar al hospital y poder acompañar a Noelia y a la señora Doblas a la casa, le habían mandado reposo absoluto durante un par de días y unos analgésicos para el dolor.

Cuando ayude a Noelia a acomodar a la señora Doblas y viendo que lo único que quería era dormir, le prometí que aunque mañana no trabajaba me pasaría a verla un rato por la mañana para ver como se encontraba. Ahora lo único que quería era salir de esa casa y no encontrarme con Mimi en el camino.

Fix YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora