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La semana pasó con normalidad, por las mañanas iba a clase y por las tardes cuidaba de la señora Doblas, solía quedarme un rato más cada noche para estar con Mimi, a veces no hablábamos, simplemente estábamos tiradas en el sofá sin hacer nada, veíamos alguna película, o ella ensayaba en su sala de los espejos mientras yo estudiaba. La tristeza no abandonaba su mirada, podía verlo sobre todo cuando se quedaba pensativa mirando hacia el jardín por la ventana de la cocina, me gustaría abrazarla en esos momentos, o simplemente devolverle aquello que desde que no estaba había borrado su sonrisa.

Ese viernes, Mimi no salió, según ella prefería quedarse en casa para ensayar la coreografía nueva que estaba preparando, y aunque no era necesario que me quedara a pasar la noche para cuidar de la señora Doblas, decidí quedarme para ver un maratón de películas con Mimi.

Diciembre se acercaba y con ello mis exámenes, y a pesar de que podía estudiar mientras estaba en el trabajo, no podía evitar estar un poco nerviosa. Las noches de los viernes ya se habían hecho nuestras, Miriam me lo echaba en cara cada día porque ya no salía con ella y las chicas, pero la verdad prefería una película, una manta, y sobre todo a Mimi que había dejado su rutina de salir los viernes y la había cambiado por ver una película conmigo, aunque fuese tarde y aunque la película no sirviera de nada, he de decir que muchas veces no miraba a la película, prefería tenerla a ella como el centro de mi visión.

Una tarde, en la habitación de la señora Doblas, los nervios me estaban matando, faltaba una semana para mis exámenes y yo ya no tenía uñas para morderme.

- Ana cariño, ¿Por qué no me cantas algo? Hace tiempo que no lo haces...

Tenía razón, hace tiempo que no le cantaba y era uno de los pasatiempos favoritos de la señora Doblas, fui al piso de abajo a buscar mi guitarra, a lo mejor tocando, mis nervios desaparecían. Afiné un poco la guitarra y bajo la atenta mirada de la señora Doblas comencé a tocar los primeros acordes.

- ¿Qué me vas a cantar esta vez? – Me preguntó

- Algo diferente...

Era cierto, empecé a tocar la melodía de una canción que en verdad no le iba a cantar a ella, pero necesitaba cantarla para sentirla un poco más cerca:

When you try your best but you don't succeed
When you get what you want but not what you need
When you feel so tired but
you can't sleep
Stuck in reverse

When the tears come streaming down your face
'Cause you lose something you can't replace

When you love someone but it goes to waste
What could it be worse?

Cuando estaba tocando sentí que se apoyaba en el marco de la puerta, me miraba con curiosidad, nunca me había escuchado cantar y elevé la mirada para encontrarme con sus ojos verdes, seguí cantando pero esta vez si le estaba cantando a la persona correcta:

Lights will guide you home
And ignite your bones
And I will try to fix you

Tears come streaming down your face
When you lose something you cannot replace

oh and tears come streaming down your face
And I

Lights will guide you home
And ignite your bones
And I will try to fix you

Esta vez, cuando elevé la mirada me encontré con sus ojos vidriosos, estaba reteniendo las lágrimas para no dejarlas salir y mi media sonrisa desapareció cuando la señora Doblas me apartó de sus ojos.

- Ay Ana pero que bonito, pero que bonito! Si es que mira, me has puesto el pelo de punta, es que cantas como los ángeles Ana. Me ha encantado!

Le sonreí a la señora Doblas alagada por sus palabras, y cuando volví a mirar hacia la puerta, Mimi ya no estaba allí.

Pasaban las semanas y se acercaba Navidad, yo tenía un par de días libres que iba a aprovechar para marcharme a Tenerife y pasar esos días con mi familia, tenía todo planeado, como siempre, Navidad la pasaría en Tenerife y en Madrid pasaría el fin de año. Mimi no era muy de fiestas Navideñas, a decir verdad era como el Grinch de la Navidad, pero no se iba a negar a una buena fiesta. Me costó horrores convencerla para que me acompañara de compras y así poder ver el encendido de luces del árbol en el centro de Madrid que se hacía cada 21 de diciembre.

- Pero si son sólo luces que se encienden Ana...

- Pero yo nunca lo he visto Mimi, es algo nuevo para mí!!

- Si quieres cogemos y nos ponemos a encender bombillas en casa

- No es lo mismo borde!

- ¿Por qué no?

- Estas son de colores!

- Bueno pues las pintamos de rojo Ana, yo que sé

- Pero estas rodean un árbol gigante en el centro de Madrid, y habrá muchísima gente (mierda, eso no ayudaba) y es un momento mágico Mimi.

- Puffff – Se estaba ablandando, y sabía lo que tenía que decirle para terminar de convencerla.

- Anda, vamos! Qué después me voy a ir a Tenerife y voy a estar una semana sin darte la lata! – La miré con cara de cachorrito y por fin accedió.

- Está bien, pero sólo porque me voy a librar de ti después.

Así que la tarde del 21 nos la pasamos de una tienda a otra comprando los regalos de Navidad, iba a necesitar un avión sólo para mí de todo lo que había comprado para llevarle a mi familia. Cuando se acercaban las ocho que era la hora en la cual iban a encender el árbol, fui corriendo hacia Mimi que estaba embobada mirando un escaparate.

- Vamos anda, que nos lo vamos a perder! – Me fijé en lo que estaba mirando, era un pequeño colgante de plata que llevaba una pequeña Luna, definitivamente le gustaba.

- Ya voy, ya voy!

Pero fui una impaciente, agarré su mano y me la llevé corriendo hacia el árbol, faltaban 50 segundos para el encendido de luces cuando llegamos, la hubiera matado si me lo hubiese perdido. Solté su mano cuando me di cuenta que aún seguía aferrada a ella y me dio un escalofrío cuando la separe de mí. A los 15 segundos escuchaba a la gente hacer la cuenta atrás, Mimi entre ellos, miraba el árbol como si ese encendido fuera a llenar de luz mi existencia, pero a los 5 segundos mi corazón se paró cuando note como la mano de Mimi rozaba la mía y entrelazaba sus dedos con los míos, la miré, y dejé de escuchar el murmullo de la gente, en ese momento sólo podía escuchar los latidos de mi corazón que había decidido moverse más rápido, ella sonreía, la veía feliz y me perdí en su mirada, vi en su verde como brillaban miles de luces de colores que no tenían nada que envidiar al brillo de sus ojos, y no pude evitar sonreír cuando me miró.

- Tenías razón – Me dijo – Es mágico.

Soltó mi mano pero esta vez para estrecharme entre sus brazos, mientras yo me hundía en su cuello y la respiraba, su mano se apoyó sobre mi cabeza y pude notar como sonreía. Nos quedamos en ese abrazo minutos...no se cuanto tiempo pasó pero aun así se me hizo corto.

Esa noche, el 21 de diciembre, mi mente se desordenó y sólo estaba segura de tres cosas:

1. Me había perdido el encendido navideño.

2. No me importaba

3. Estaba enamorada de Mimi. 

Fix YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora