60.

2K 143 12
                                    

Me desperté a la mañana siguiente sola, y a pesar de buscar a Mimi por la habitación no la encontré. Cuando bajé a la cocina la vi charlando con mi padre mientras preparaban unas tostadas, su sonrisa iluminó la habitación cuando entre por la puerta y no pude evitar dejar en suave beso de buenos dias en la comisura de sus labios que hizo que sus mejillas se sonrojaran mientras mi padre se hacía el despistado. Estaba sirviéndome una taza de café cuando escuché el timbre de lapuerta.

- ¿Esperamos a alguien? – Le    pregunté a mi padre.

- No, que yo sepa.

Me dirigí hacia la entrada mientras Mimi correteaba detrás de mí haciéndome cosquillas y mi padre nos miraba embelesado, pero es que estábamos enamoradas, tenía ese sentimiento que tiene una quinceañera cuando tiene su primer amor y no podía ni quería evitar mostrarlo, dejé un suave beso en sus labios antes de abrir la puerta y que nuestra felicidad se empañara.

- Señorita Guerra, Mimi... - Su    mirada se clavó en los ojos verdes de Mimi los cuales se    transformaron en miedo.

   - ¿Tony?

___________________________________________________________________

Me desperté de un salto en la cama,notaba como el sudor empapaba mi frente y mis manos temblaban mientras mi pecho subía y bajaba acorde con mi descompensada respiración. Una pesadilla, una maldita pesadilla en la cual volvía a aparecer Tony para desestabilizar mi equilibrio. Miré el despertador, eran las siete y media de la mañana y busqué desesperada a Mimi por la habitación, pero no la encontré, de repente, el pánico se instaló en mi cuerpo y salí de la habitación con la esperanza de encontrarla en la cocina. Baje los escalones de dos en dos, y cuando llegué al marco de la puerta me encontré con la tranquilidad de mi padre mientras removía su café.

- Buenos días hija, ¿Te encuentras bien? – Me preguntó cuándo se dio cuenta de la palidez en mi rostro.
- ¿Has visto a Mimi?
- Si, se levantó temprano.
- Papá...son las siete y media  de la mañana, es temprano.
- Bueno hija, un poco más temprano. Dijo que iba a correr un rato a la playa, a aprovechar la  mañana mientras tu descansabas.
- Ni que yo durmiera tanto....    – Me quejé.
- Hija, estoy seguro de que has  tenido una pesadilla y te has asustado cuando no la has visto. Tú  eres de las que si puede se levanta a las doce de la mañana.
-  No seas exagerado papá...
- ¿Me lo vas a negar a mi?
- Vale si...tienes razón...
- ¿Pasa algo hija? ¿Estás bien?
- Si...sólo ha sido eso, una pesadilla.
- ¿Y con Mimi? ¿Estás bien con ella?
- ¿Por qué me preguntas eso?
- Porque soy tu padre, y te conozco. He visto el miedo en tu mirada cuando apareciste como si la  casa se estuviera incendiando. ¿Va todo bien?
- Si papá...supongo que sí.
- ¿Supones? ¿Y por qué ese  miedo?
- Bueno...no es la primera vez que estamos bien y Mimi se marcha sin ni siquiera despedirse.
- Pero te dijo que se quedaría  ¿No?
- Sí, pero no lo sé papá, no  es que se vaya a ir de aquí, entiendo que tenga que marcharse e ir  a Madrid, estar con su abuela, su trabajo...es...miedo a que se  marche de mi vida, despertarme un día y no verla al otro lado de la  cama, y en su lugar encontrarme un trozo de papel escrito tan solo    con unas líneas. Y mi miedo no es que se marche porque no me    quiera, sino porque lo hace, y piense que así puede protegerme.

- ¿Protegerte de qué?

- De ella misma.

- ¿Esto lo has hablado con ella hija?

- Prometimos comenzar de cero, le    atormenta no recordar nuestra relación, todo su pasado, y no quiero ser la causa de sus tormentas.
- Hija...una relación se basa en  la confianza, tú eso ya lo sabes, y ustedes tienen que tener la  confianza de poder hablarlo todo. Además, creo que sólo ella es la  única que podría calmar tu miedo. ¿Por qué no vas a la playa?    Habla con ella, comienza de cero como tú dices, pero hazlo bien,  sin miedos, con confianza, demostrando todo ese amor que se tienen,  no permitas que se marche hija, porque créeme, ella no quiere irse.
- ¿Cómo sabes eso?
- Porque veo cómo te mira hija,    y si no fuese así, no hubiera recorrido todos los kilómetros que    ha hecho para estar a tu lado en un momento importante.
- ¿Crees que podremos hacerlo  bien?
- Hija, cuando existe el amor  entre dos personas, todo se puede, y ella te ama, tanto, que ni    siquiera le importa recordar quien es con tal de estar a tu lado.
- Gracias papá.

Dejé un cálido beso en su mejilla y fui a mi habitación a cambiarme de ropa. Cuando llegué a la playa me resultó sencillo encontrarla, estaba parada frente al mar, y desde lejos podía notar su respiración calmada. Tenía el pelo revuelto, como cuando el agua del mar despeina tu cabello, y aún podía notar las gotas cayendo por su espalda a pesar de estar cubierta con la toalla. El sol ya asomaba en el horizonte, su rubio era más claro y podía imaginar su verde intenso fijo en aquellas olas que llegaban a la orilla. No pude evitar sonreír mientras mi corazón se alteraba viendo la perfección justo delante de mis ojos.Me acerqué y abrazándola por detrás dejé un beso en su hombro,pude notar la sal sobre mis labios.

- Buenos días – le dije.
- Oye... - Me dijo girando su    cuerpo hacia mí, descubriendo el miedo en mi mirada - ¿Qué    ocurre reina?
- Nada... - Dije escondiendo    mi rostro en su cuello.
- ¿Segura? No es normal que  estés despierta tan temprano.
-¿Tú también? ¿Te has puesto  de acuerdo con mi padre?
-No...pero no es normal que ya    estés despierta, ¿Qué ocurre? Sé que te pasa algo, te conozco,    lo veo en tus ojos.
- Te quiero.
- Y yo a ti, pero no es eso.
- He tenido una pesadilla, cuando    me he despertado no estabas y me ha dado miedo.
- ¿A qué?
- A que te vayas.

Giró su cuerpo quedándose totalmente enfrente de mí, fijando sus ojos en los míos, traspasándome con su verde y yo perdiéndome en ellos, sonrío de medio lado mientras acariciaba mi mejilla y suspiró antes de hablar.

-No me voy a ir – Dijo con seguridad.
- ¿Y cómo lo sabes?
- Porque te  quiero.
- Antes también.
- Pero antes tenía miedo.
- ¿De qué? – Pregunté desconcertada.
- De todo, de mí, de mi vida, de  lo que me rodeaba, de quien me rodeaba, de mis tormentas, miedo a hacerte daño, a arrastrarte en una de ellas, de no saber controlar lo que siento en cada momento, de no saber quién era, lo que habíamos sido. Miedo a alejarte de mí por no saber controlarlo, miedo a que fueras tú quien me dejara...
- ¿Y ya no tienes ese miedo?    – Vi como ladeaba la cabeza - ¿Por qué?
- Porque eres tú Ana...simplemente  eres tú. Eres capaz de eliminar mis miedos, de calmar todas y cada  una de mis tormentas, el mundo no existe cuando tú estás a mi    lado, porque ocurres tú, sólo tú, y el resto deja de tener    importancia. Ahora mismo ni siquiera escucho como las pequeñas olas    llegan a la orilla, no puedo oler esa sal que fluye en el mar, ni  noto la arena entre mis dedos, sólo te siento a ti, escucho los    latidos descontrolados de tu corazón, veo tu marrón clavándose en    mis ojos, y puedo oler tu perfume de vainilla, y me siento en casa  Ana, porque tú eres mi hogar, y es a tu lado donde quiero quedarme    siempre.

No pude evitar acercarla y besar sus labios mientras ella limpiaba la lágrima que caía por mi mejilla.Me separé de ella y le pregunté.

- ¿Siempre?
- Nuestro siempre.

Y no pude evitar sonreír mientras sentía como mi miedo se evaporaba, era ella, siempre había sido ella, y aquello era una promesa, nuestra promesa.

Fix YouWhere stories live. Discover now