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Me quedo en el sillón y tengo el cuaderno entre mis manos, pero parece que se me ha cortado la respiración y mi corazón se ha olvidado de latir por unos instantes, no escucho absolutamente nada y no sé lo que estoy mirando, sólo sé que no parpadeo y que no siento ninguno de los músculos de mi cuerpo, la cabeza me da vueltas intentando buscar alguna explicación a las palabras que acabo de leer y que aún siguen entre mis dedos... ¿Ella? ¿Ella soy yo? ¿Quién es él? Mimi no me digas que estás enamorada de mí porque no puedo ir corriendo a buscarte...

Pierdo la noción del tiempo y no me doy cuenta de que Miriam ya está sentada a mi lado, tendiéndome un café y con su mano en mi hombro, tal vez intentando reconfortarme, tal vez intentando mantener sus impulsos de darme una hostia para que espabile, reacciono cuando su voz me dice que tengo que prepararme para ir a clase.

- Miriam no puedo ir, hoy no...necesito respuestas...

La miro con los ojos humedecidos y las lágrimas amenazan con salir, veo como su semblante se entristece aunque intenta mostrar una sonrisa, deja un beso en mi cabeza y se va a su habitación a prepararse porque tiene que marcharse a trabajar. Cuando sale de la habitación me encuentra en la misma posición, creo que no entiende mi expresión pero ella no sabe lo que significan para mí las palabras que acabo de leer, ni siquiera yo las entiendo porque no sé lo que significan.

- Ana, no quiero dejarte así aquí... - Escucho su voz lejana – Ana...por favor.

- Estoy bien – Mentí.

- Ana no me mientas, no estás bien, ¿Desde cuándo no duermes?, mírate por favor, si pareces un zombie!!

Miro a Miriam que tiene entre cara de susto y entre media sonrisa por la broma que me acaba de soltar, intento sonreírle, para que no se preocupe, pero no me sale ni una sonrisa forzada.

- Estoy bien Miriam de verdad – No me lo creo ni yo – Sólo necesito quedarme, leer, encontrar respuestas, prometo que me echaré una cabezada antes de ir al trabajo – Dije cruzando los dedos sin que me viera.

No pareció muy convencida, pero me dejó allí diciéndome que si necesitaba cualquier cosa la llamara. No estaba bien, claro que no lo estaba, ya era martes y no tenía noticias de Mimi cuando desde hacía tiempo si no estábamos juntas vivíamos mandándonos mensajes, no sabía dónde estaba, ni como estaba, ni con quien estaba, si estaba sola o si ese tal Tony le había hecho algo. Cada vez que esa idea cruzaba mi mente mi cuerpo temblaba mientras un escalofrío lo recorría. Mimi no podía haberse marchado por nada, después de vivir lo que habíamos vivido, después de sus palabras, después de su mirada mientras aquella noche me hacía el amor...tenía que haber una razón, así que me tomé el café y me volví a sumergir en aquel diario intentando buscar alguna respuesta y sin esperar lo que me iba a encontrar...

Querido diario...

Sé que fue la noche de fin de año la que lo cambió todo. La cena en casa fue muy diferente a la de años anteriores, supongo que esta vez porque nos acompañaba ella... Estaba preciosa, cuando la vi vestida para la fiesta me costó volver en mí y articular las palabras correctas para poder marcharnos, llevaba un vestido gris que dejaba su espalda al descubierto, el pelo le caía por los hombros y llevaba un maquillaje muy ligero, pero que resaltaba el marrón de sus ojos en el cual yo me perdí por un momento. Mis dudas empezaban a despejarse y entendí que ella era la culpable de que mi corazón se desbocara a menudo cada día. En la fiesta me centré en ella, sus amigas me parecieron geniales pero necesitaba pasar todo el tiempo con ella, hacer que fuera la protagonista de la película que mi imaginación no había dejado de proyectar en aquellas últimas semanas. Bebimos y bailamos sin separarnos, como si la distancia nos fuera a quemar demasiado aquella noche, mi sonrisa desapareció cuando en el lateral de la discoteca me encontré con Tony y sus amigos, Ana tuvo que notarlo cuando me llevó a la barra a por otra copa.

Fix YouWhere stories live. Discover now