Cap. 58

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NA: Antes de comenzar quisiera pedirles un único favor: NO BORREN LOS COMENTARIOS QUE PONGAN EN ESTE CAPITULO, sean los que sean, digan lo que digan, necesito leerlos todos, en unos días les diré por qué. Sé que muchos van a querer hacerlo, pero no lo hagan por favor, sabrán luego que no fueron los únicos en pensar así. 

Créanme, nos conviene a todos!

Gracias.

58. AMSTERDAM

Liam y yo caminamos en silencio por las calles oscurecidas de la ciudad. Los charcos de la acera me mojaban las suelas de los zapatos sin discriminación. Ya no buscaba evitarlos, la carta de James me había dejado tan fuera de jugada que difícilmente podría haber hecho otra cosa además de caminar.

No recuerdo cuánto tiempo nos tomo caminar en linea recta hasta encontrar un bonito teatro en el que entraban a grandes cantidades un sin fin de parejas elegantes.

A pesar de que Liam no había dicho ni una palabra después de haber pedido el Gin Tonic, lo interrogué con una ceja arqueada.

—Es el Concertgebouw, es una sala de conciertos... Creo que es una de las tres mejores salas de conciertos a nivel mundial. Ha sido producto de mucho esfuerzo, se han enfocado demasiado en la acústica del lugar —explicó sin mucho ánimo.

Odiaba la seriedad de Liam, sobre todas las cosas, odiaba mas que esa seriedad fuera producto de una mascara para ocultar la tristeza que claramente estaba sintiendo.

Era de humanos sentir dolor.

Aunque él se esforzará en demostrar lo contrario.

—¿Y no vas a invitarme a entrar esta vez? —pregunté a modo de broma dirigiéndole una mirada a la anciana elegante de vestido rojo y cabellos perfectamente ordenados.

Arqueó una ceja. —¿Quieres entrar?

Resoplé. —Por supuesto. Otro día tal vez, cuando vuelva con un vestido elegante y un poco de clase para derrochar.

—Te menosprecias demasiado —dijo clavando su mirada en la mía.

—No, sólo observo demasiado —señalé mis ojos y luego al resto de personas que subían los pequeños escalones con elegancia.

Sin pensarlo demasiado, Liam me tomó de la muñeca y tiró de ella hacia el frente, donde de inmediato se abrió paso entre un montón de vestidos y gabardinas elegantes.

—¿Qué estás haciendo? —demandé tirando había atrás de mi cuerpo.

Ni de chiste íbamos a pasar inadvertidos, al menos no yo. Los hombres no solían ser críticos tan duros con su sexo, pero las mujeres eran un tema completamente diferente, era imposible que las miradas desaprobatorias y el cotilleo pasaran de largo.

—Te estoy llevando a un concierto de... —se detuvo un par de segundos a contemplar la cartelera fuera— La orquesta de Van Gogh, para mi mala suerte. ¿Es que en Amsterdam se han quedado sin títulos? ¿O ya todo le pertenece a Van Gogh?

—Lo dices solo por que Rembrandt no tiene un fandom tan grande. ¿Donde está la orquesta de Rembrandt? ¿Y el hotel de Rembrandt? Admítelo Liam, rescatas un barco perdido, Van Gogh es mejor.

Liam rodó los ojos y volvió a tirar de mi muñeca el frente.

Mis zapatos resonaban como patitos de hule de bañera a causa del agua que habían absorbido de los charcos. Giré un poco sólo para comprobar que, efectivamente, iba marcando un camino de barro con mis pies.

Afortunado Desastre (LR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora