Cap. 42

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42.

—¡SANTA MADRE DEL PORCENTAJE! —gritó Katy poniéndose de pie.

Dorian y Quentin permanecieron en silencio escuchando mi relato con atención sentados en el sofá reclinable de la sala mientras, Katy caminaba en círculos alrededor de nosotros tratando de escuchar mejor la noticia. Al parecer cada punto de la casa tenia una acústica diferente que podía hacer (ademas de modificar nuestras palabras) que el ánimo con el que se recibiera la información cambiara notablemente.

—¡El 20% de su fortuna y el 10% de las acciones empresariales! ¡SOMOS RICOS!

Katy y Dorian gritaron de emoción chocando su pecho como colegas de un viejo equipo de fútbol americano en la escuela secundaria.

—¡Somos nada!

Katy me miró acusadoramente. —¿No piensas compartirlo?

—No pienso utilizarlo.

—¿Y esas pilas de libros? —señaló acusadoramente las dos pilas de libros que Liam me ayudó a llevar a casa.

Me rasqué la nuca e hice una mueca arrepentida. —Fue un momento de debilidad.

—Luce... por fin puedes vengarte de todas esas personas que te pisotearon... empezando por la maldita Izzy pizza.

Dorian asintió. —Y ahora puedo tener mi propio hospital y burlarme del doctor Garret en la cara.

—No voy a emplear ese dinero para satisfacer sus enfermos deseos de venganza.

—Oh, vamos,..

—Somos tus amigos.

—Solo un milloncito.

—¿Qué es un milloncito para nuestra mejor amiga?

—Que lindo cabello ¿Te hiciste algo?

—Hasta creo que te ves mas delgada.

Sonreí tratando de reprimir las ganas de reír tan inmensas que tenía.

—No —gesticulé con la mayor seriedad que pude recolectar en el momento.

Katy se cruzó de brazos. —¿Y que piensas hacer con todo ese dinero?

—Voy a buscar un abogado y trataré de arreglarlo.

—Dijiste que si declinabas el dinero pasaría a una cuenta congelada a mi nombre.

Todos nos giramos a ver a Quentin quien hasta el momento había guardado silencio sin presentar expresión alguna. Una rareza, ya que esperaba que el fuera el primero en pegar de gritos al cielo.

—Así es.

—¿Y lo que yo opine no cuenta?

Suspiré. —No es nuestro dinero.

—¿Y que importa? Debe haber alguna razón por la cual James te dejo precisamente a ti la reina del desastre, todo ese dinero.

—Pues... pues... yo... NO LO SE, solo se que ese dinero no es nuestro y no podemos hacernos de el a nuestro antojo.

—Entonces declina, pero no esperes que haga lo mismo.

Katy y Dorian nos miraban uno al otro por turnos, hasta que notaron la tensión que se avecinaba y se disculparon:

—Yo... creo que iré a bañar al gato.

—Y yo iré a... a... ayudarle a lavar la ropa —aseguró Katy manteniendo la mirada sorprendida sobre Quentin.

No me sorprendía la reacción de mi mejor amiga, el chico reaccionaba siempre de diferente manera pero nunca en la vida me desafió con tanta autoridad y seriedad.

Afortunado Desastre (LR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora