Cap 50

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(LIAM)

Tomó la copa de vino entre los dedos y se la entregó a América con la vana esperanza de que aquello pudiera anestesiarle (aunque fuera solo un poco) los nervios.

Se habían enfrascado en una pelea que consistía mas bien en los resoplidos, gruñidos y movimientos bruscos en negativo con la cabeza de su novia y los silencios de Liam, ocasionalmente llenados por explicaciones vagas sobre el viaje a Amsterdam para encontrar lo que fuera que hubiera dejado su padre en Lucky Road.

—Es que simplemente no puedo entender por qué tiene que ir ella —gruñó depositando la copa de vino sobre la mesa de centro.

—Yo entiendo todo esto casi tanto como tu —aseguró Liam sentándose en el sofá frente a ella. Aquella conversación podía prolongarse por tiempo indefinido y la verdad es que no estaba de humor para tolerar los interrogatorios que América utilizaba generalmente.

—Puedes ir tú, después de ella o a la inversa, me da igual. No la quiero cerca de ti.

—¿Luce sola en Amsterdam? Probablemente se hunda la ciudad como la atlantida o se convierta en cenizas como Sodoma y Gomorra —señaló—. No tienes idea de lo que estás sugiriendo.

Pero para ser honesto, la estabilidad del pueblo era irrelevante en comparación con lo que podía hacer William Villeé si lograba llevársela como había prometido hacer. Yo no estaba muy seguro de poder mantenerme firme a sus exigencias si, teniéndola con él, se atrevía a pedirme los planos de la bomba electromagnética y el dinero suficiente para financiarla. Su padre y su hermano también eran voces fuertes dentro del ejército y conocía tan bien a Will que estaba seguro de que lo aprovecharía para pedirles espionaje. ¿Qué mas necesitaría si tenia consigo el dinero, las instrucciones para recrear la bomba, información ilimitada sobre todos los movimientos y planes del enemigo, por no hablar de que tendría también a la chica con la que tanto se había ensañado?

En el mejor de los casos: solo alimentaria su enfermiza hambre de poder. Pero William no era de los que se limitaban y el solo hecho de imaginarlo cerca de ella hacia que se le revolviera el estómago.

—No la quiero cerca de ti —repitió lanzandole una mirada asesina.

Liam la miró repentinamente entretenido. Odiaba a muerte los celos de las chicas, generalmente solían portarse como poseídas y no había mejor indicativo para dejarlas y buscarse alguna otra hasta que eventualmente esa hiciera lo mismo y así sucesivamente. Pero a pesar de que lo pensó, sus ideas volvieron a la caja de Pandora de la que habían escapado, si quería llegar a la formalidad con alguna persona, sin duda iba a tener que soportar escenas de esas mas a menudo.

—¿A que le temes, América?

Ella resopló. —No a Luce, por supuesto.

Liam arqueó una ceja y espero a que su detector de mentiras biológico dejara de pitar. Estaba seguro de que, si el estuviera en su lugar, sin duda se andaría con cuidado en lo que respectaba a Luce.

—¿Entonces? —preguntó cruzando los brazos sobre el pecho y dejándose caer sobre el respaldo del sofá con aire retador.

La mirada envenenada de su novia se intensificó como si del opio se tratara y escupió entre dientes:

—He visto como la miras.

Si la mirada de América no fuera el equivalente a mil doscientas dagas medievales apuntándolo como diana, seguramente se habría Echado a reír ahí mismo. Que América admitiera su miedo hacia la chica era tan poco probable que le dieron ganas de grabar en HD.

En cambio mantuvo la expresión seria y madura que solía usar con todo el mundo y asintió comprensivo.

—No se de que hablas...

Afortunado Desastre (LR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora