Cap. 9

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9. CENA DE BODAS.

Gruñí y me senté. —Está bien —Liam sonrió—. Pero no voy a lanzar pétalos ni arroz.

—Hecho.

Suspire y me dejé caer en la silla frente a Liam mientras contemplaba su bonita oficina de paredes grises de cara a la editorial y la enorme pared cristalina de cara a la ciudad. Era una vista increíble.

—Es hora. Luce toma tus cosas y sígueme.

—¿Qué?

Liam me miró claramente cansado. —Necesito ayuda para elegir la comida de la boda. Te lo dije el Lunes antes de que apostaras con mi padre.

Iba a decir algo pero ante la ultima declaración cerré la boca e hice una meca. —Si, respecto a eso...

—No importa. Vamonos.

No quería. Juro por mi abuela ebria y viva en el asilo que lo ultimo le quería era ver a Liam en un bonito traje de bodas y conseguirles las estúpidas verduras perfectas para la estúpida boda perfecta...

Pero lo seguí. Dejando de lado mis sentimientos por mi jefe, aun era mi amigo y yo ayudaba a mis amigos.

Hasta que llegamos al estacionamiento donde me quedé de pie mirando el auto con la puerta abierta que Liam sostenía para mi y suspire negando con la cabeza.

—Liam, siempre que entro a un auto contigo pasan cosas malas.

—Lo sé, por eso he tomado medidas.

Lo miré con desconfianza. —¿Qué clase de medidas?

—Bolsa de aire, cinturones automáticos, llantas resistentes, tapete antiderrapante, volante con botón de seguridad y ventanas antibalas.

¡¿Ventanas antibalas?! ¿Quien se creía que era yo? ¿Rambo, Scarface, el agente 007?

Lo miré. —No se si sentirme ofendida o agradecida.

—Un poco de ambas —respondió Liam mientras yo entraba al auto.

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Reí con fuerza mientras sostenía mi estómago con ambas manos.

—Cállate —supliqué.

—Y vomitó sobre el caviar...

Sentí que el estómago me iba a estallar. Era de esa clase de veces en las que duele reír y sientes el riesgo inminente de una muerte próxima por explosión visceral. Entonces deja de ser divertido.

—Liam cierra la boca —supliqué.

—Lia estaba tan asustada que le roció chocolate liquido y coco rayado encima.

Estábamos eligiendo la comida de la boda en un bonito y sofisticado restaurante a las afueras de la ciudad pero a Liam no parecía importarle la elegancia de los ceños fruncidos en nuestra dirección. Yo ya estaba acostumbrada a las miradas de disgusto y preocupación mental de la población en general, pero Liam era nuevo en eso y francamente era escalofriante la forma tan épica con la que los ignoraba.

Aunque claro, si cerrara la boca y dejara de contarme su mala experiencia con el caviar no tendríamos que pasar por eso.

—Entonces los meseros llegaron y se llevaron el caviar a la mesa principal. Todos lo comieron, y mi madre nos obligó a hacerlo también. Desde entonces odio el caviar.

Solo de imaginar a Liam comiendo caviar en una mesa elegante con el ceño fruncido y arcadas me daba otro ataque de risa.

Cuando yo terminé de reír como psicópata y Liam terminó de reír con elegancia la mesera se acercó a nosotros y preguntó:

Afortunado Desastre (LR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora