Cap. 2

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2. AYUDA FEMENINA.

Caminé hacia la puerta del jardín de la nueva casa que Liam Woodgeth compartía con su sobrina Geneden, y saludé al amable guardia de la entrada al atravesar por el barandal.

—¿Cómo está tu rodilla Bob? —pregunté recargándome en el auto de Liam.

—Mejor, dos Ibuprofenos son suficientes —sonrió.

Tenía la impresión de que realmente nadie hablaba con este hombre en ningún momento de las 12 horas que trabajaba como guardia de la enorme puerta de hierro de los Woodgeth. Si yo creía que trabajar para Liam en la editorial era horrible, era porque definitivamente no había trabajado para el en casa.

—¿Cómo está tu pierna? —preguntó.

Aún tenía una enorme dificultad para caminar debido a la ultima operación en manos del Dr. Hokpper y parecía una especie de Dr. House femenina. Trataba de no balancearme tanto (me negaba a usar muletas) pero en ocasiones era simplemente inevitable.

Sonreí. — Mejor. Ya casi me sale aquel paso de salsa que vi en la televisión sabes? Es algo así como —crucé mis pies plantados en el suelo, coloque mis brazos en la cintura como jarras y justo cuando me disponía a girar en el aire con un brinco (que de todas formas ya estaba destinado al fracaso), Liam abrió la puerta y al llamarme y aparecer sin camisa me ocasionó una enorme distracción que me hizo caer al suelo sobre mi trasero con un golpe seco.

Liam rió y a Bob el portero se le escapó una carcajada entrecortada.

Liam se alejó de la puerta y se acercó trotando hacia mi, tendiéndome la mano entre risas al llegar y fue entonces cuando consideré las opciones 1) Mandarlo al diablo y conservar la poca dignidad que aun me quedaba levantándose sola o 2) Tocar a Liam y permitir que me ayudara tomando impulso con su mano.

¿Tocar a Liam?

Adiós dignidad.

—Bob puedes meter el auto antes de que algún otro alegre bailarín raye la pintura? —preguntó mientras me ayuda a ponerme de pie.

Lo miré mal. —Era un paso profesional de salsa en Broadway.

—Ya veo —respondió sonriendo entre dientes.

Me limité a seguirle al interior de la casa, caminando junto a él al atravesar el enorme jardín de la casa/mansión Woodgeth que recién habían adquirido.

El jardín era increíblemente verde, parecía un bonito edén en tierra profana. El jardín contaba con una enorme alberca de aguas cristalinas que se mantenían en constante movimiento en base a un motor en alguna parte de ella, fuera de la alberca, sobre un césped anormalmente verde y pulcro, sillas blancas de playa te invitaban a tumbarte sobre ellas y absorber cada rayo de luz con tranquilidad, era mi parte favorita de la casa, principalmente bajo ese clima cálido como el infierno (no es que yo haya estado en el infierno de todos modos, pero ya que el diablo es rojo supongo que es muy cálido... No es que yo hya visto al diablo alguna vez pero... Ustedes entienden), las ventanas de la casa eran enormes y tenían una bonita y moderna forma rectangular que me permitía ver al interior de esta, el enorme comedor de los Woodgrth mientras que al mirar hacía la puerta la encontraba custodiada por dos enormes arcos blancos barrocos rodeados de una hermosa planta verde con florecillas moradas y rosas cuyo nombre vergonzosamente desconocía.

Al entrar a la casa lo primero que vi fue el cuerpesillo de una niña tendido en el sofá.

—Iré por el extintor antes de que sea demasiado tarde —aclaró Geneden al verme poniéndose inmediatamente de pie.

Afortunado Desastre (LR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora