Cap. 33

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33.  CLAVELES CERRADOS.

—Creo... —tragué— creo que lo conozco lo suficiente para quererlo... y... "amar" es una palabra muy grande pero...pero creo que... creo que estoy comenzando a amarle.

James sonrió.

—Pero eso no importa —reparé de inmediato.

—¿Por qué?

—Porque va a casarse en unos meses, volverá a Londres y tendrá una familia, un mejor trabajo y una vida mejor.

—No lo creo. No creo que alguien pueda tener una vida mejor lejos de la persona a la que ama.

—Liam no me ama.

—Tal vez. Como dijiste; no lo amas pero estás empezando a hacerlo, creo que él también está comenzando a hacerlo...

—No lo creo.

James sonrió. —Eres una buena mujer Lucinda Webber, lo supe en el momento en el que cruzaste la puerta de aquel departamento fingiendo ser la novia de mi hijo.

Lo miré de golpe enormemente incómoda. Así que todo ese tiempo supo que aquello había sido una farsa.

—No me mires así, claro que lo supe desde el principio.

Bajé la mirada sintiendo el calor subirme a la cara, dos pies de conejo a que estaba tan roja como una buena salsa mexicana.

James rió.

—Lo siento.

—No te disculpes, no me había dado cuenta de los dotes de actuación que tenía en la familia hasta ese momento.

Sonreí.

—Sabes, Luce, el único modo de medir cuanto amas a alguien es perdiendo a esa persona.

No era realmente una situación inimaginable, yo iba a perder a Liam en cuanto caminara al altar esperando a su modelo.

—No puedo competir contra eso James... no soy... no soy lo que Liam quiere.

—Tienes razón, no eres lo que quiere, eres más que eso, eres lo que mi hijo necesita.

Sonreí tratando de parecer gentil. —No lo creo.

Liam podría chasquear los dedos y lograr cualquier cosa, verdaderamente dudaba que la palabra "necesidad" rondara en su lengua.

—No necesitas hacerlo ahora pero ¿Puedo pedirte algo?

—Eso es abusar de tu situación, sabes que tendré que decirte que si.

James rió fuerte. —Tal vez solo un poco.

Sonreí. —Te escucho.

—Quiero que me prometas que lucharás por lo que desees. Eres una mujer fuerte Luce y muy valiente, y no estoy refiriéndome a tus sentimientos por mi hijo, sino por todo lo que deseas. Realmente creo que deberías tenerlo todo a los pies y si yo fuera el idiota de Liam te lo daría todo —sonrió—. Me recuerdas mucho a mi Sarah pero con una personalidad un poco más peculiar más sincera.

Sonreí con tristeza. Aquellas eran probablemente las ultimas palabras que le escucharía para mi.

—¿Ves ese clavel cerrado? —preguntó señalando con el dedo hacia el enorme jarrón de flores blancas.

Mi mirada se centró en un pequeño clavel blanco cuyas hojas se abrazaban entre si completamente cerradas.

Asentí.

—Está comenzando a crecer... Puedes arrancarlo y evitarte la dura tortura de verlo marchitarse... o puedes dejarlo crecer y gozar de su belleza mientras dure. Nada es para siempre.

Afortunado Desastre (LR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora