Cap. 26

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26. DESPEDIDOS.

Antes de acceder a acompañar a Liam decidí cambiarme. No iba a ir con mi short amarillo y mi camisa de Calamardo Tentáculos a mecer levemente la mano debajo de la barbilla y hacer comentarios como: "me parece que el estilo rustico le da un toque de armonía a la habitación, pero deberíamos cambiar la madera de las puertas por una de caoba fina", no era nada serio. Así que opté por unos jeans azules, una camisa blanca sin mangas y después de doce intentos de peinado que incluía trenzas, coletas y cebollas, decidí dejarlo elegir su estilo libremente dejando mi cabello suelto.

Al bajar del auto de Liam caminamos por el enorme pasillo hacia la "pequeña" casa que compartiría con América después de su boda (Puaj) y me quedé de piedra.

El jardín era muy bonito, no era tan grande como el de la casa de Liam, pero si era un poco más verde y fresco. El camino a la puerta principal era un camino de asfalto gris y cada dos metros se iluminaba con pequeños faros en el césped que no relucían mucho por la intensidad de la luz de el sol pero apostaba a que en la noche se verían increíbles. La puerta era de madera fina y lustre con un bonito cerrojo de plata que Liam giró de inmediato dejándome ver el increíble exterior.

Había una enorme y elegante escalera de caracol del lado derecho, frente a una ventana de cristal que llegaba hasta el techo, no había muebles y el suelo estaba completamente cubierto de papel periódico para protegerlo de los posibles accidentes con la pintura que se encontraba en los enormes botes blancos y un candelabro dorado que se balanceaba desde el techo.

—¿Qué te parece?

—Es enorme —respondí sin dejar de mirar a mi alrededor más frecuentemente a las enormes paredes color café crema, como los pantalones cortos de Liam.

Caminó hacia el frente indicándome que le siguiera con un gesto de la mano.

—Este es el pequeño estudio —presentó entrando a una habitación aislada de lo que supuse serian la sala y la cocina.

—¿Pequeño? —pregunté mirando alrededor.

Las paredes aún carecían de pintura presentándonos el tono blanco del material de construcción. También el estudio contaba unas bonitas cortinas blancas que cubrían una enorme ventana e impedían el paso completo de la luz del sol.

Igual que en el resto de la casa, no había nada más que papel periódico y siete enormes botes de pintura.

—Esta es la parte importante, América es diseñadora y necesita su espacio. La diseñadora de interiores sugirió el rojo y el café pero... no parece algo... alegre —de nuevo la mueca al mencionar la palabra "alégre".

Me encogí de hombros ligeramente apenada. —No lo sé, yo... yo solo soy una recluida social adicta al helado de galleta, las series de televisión, las películas de Johnny Deep, los libros, mi y wattpad. No puedo pensar como una diseñadora de modas.

Liam asintió comprensivo. —¿Qué elegirías tú?

Suspiré. —No me gustaría llenar todo de rojo, me sentiría como una versión sin copyright de la Reina Roja. Creo que a América podría gustarle...

—No quiero que pienses como América, para eso habría llamado a una de sus amigas. Quiero que pienses como tú.

Mi turno de fruncir el ceño.

—Bien, yo querría la pared blanca ¿Recuerdas mi pijama de letras? —pregunté haciendo alusión a la vez que nos alojamos en la cabaña de Sally y donde casi pierdo la pierna.

Liam asintió.

—Quisiera la pared blanca con letras en Times New Roman de negro por todas partes en diferentes tamaños, como si una especie de libro hubiese vomitado en las paredes. —me encogí de hombros—. Eso es todo.

Afortunado Desastre (LR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora