—¡Por favor, Liam! ¡La miras como si hubiera descubierto la cura contra la rabia!

Liam resopló. —Por supuesto que no.

—¿Estas seguro? —preguntó la novia arqueando una ceja.

—Si. Pasteur ya descubrió la cura contra la rabia en 1885.

América lo fulminó con la mirada por encima vez en el día. —No seas idiota.

—Claro, lo dice la que no sabia que ya existía la cura contra la rabia —de inmediato se mordió la lengua ¿pero qué se creía? ¿Que aquel comentario iba a pasar de largo sin mas? Mentalmente se preparo para el bombardeo verbal que se profetizaba en el aire.

Y sabia que se lo merecía.

—¡¿Qué dijiste?! —explotó— ¡Eschuchate por favor! ¡Esas son sus palabras!

No era difícil concordar con ella. Aquella respuesta sarcástica sin duda tenia el sello de Luce por todos lados y él era mas que cociente de que tanto tiempo en su compañía le había cambiado mas de lo que podía admitir.

Liam frunció el ceño tratando de ocultar su diversión detrás de una máscara neutral. —Estoy bastante seguro de que esas palabras salieron de mi boca.

América le lanzó una almohada a la cara con una expresión que, además de saltarle las venas del cuello, amenazaba con volverla toda verde en cualquier momento.

Esta vez no pudo reprimir una carcajada.

—¡Eres un niño! —le gritó la chica.

Probablemente la intención de América era simplemente descargar su ira sobre cualquier pobre desafortunado que tuviera cerca y lamentablemente él era el pobre desafortunado. El comentario lo atravesó como una daga profesional a un pastelillo de quinta. Le hirió el ego mas de lo que hubiera podido admitir.

«Los niños aquí no hacen eso» había dicho alguna vez la profesora del jardín de infantes cuando el pequeño Liam había fabricado un hotel para hormigas basándose en pequeños planos en los que había estado trabajando toda la semana, naturalmente, los planos del niño consistían únicamente en utilizar la regla, la escuadra y el compás correctamente, ademas de lápices de colores y pegatinas con notas de mensajes con detalles a agregar. Que los niños de su edad se dedicaran a hurgarse la nariz con la boquilla del embace de pegamento, no era para nada culpa suya. «Qué niño tan raro eres!» le había dicho Margaret Copper cuando resolvió su primera suma de dos dígitos limitándose a multiplicar de memoria. «Ese niño es nuestro nuevo compañero» decían múltiples voces en lo pasillos de la universidad cuando le  permititieron el ingreso dos años antes por demostrar "conocimientos avanzados" en palabras de la directora. «¡¿Estas loco?! No puedes ir a la escuela militar, eres un niño, te matarán» dijo su padre cuando Liam le pidió ir a la militar en Alemania. Ni hablar del numero de apodos que había recibido durante su estancia en esa escuela ni el número de enemigos que se había echado encima por ascender tan rápido y ganarse la confianza del almirante con facilidad.  «Es un niño y ha pasado media vida encerado en un campo militar como un topo ¿de verdad crees que podrá hacerse cargo de la empresa familiar?» cuestionó su hermano cuando su padre dio la noticia de su regreso y su nuevo papel, a pesar de que el mismo no planeaba hacerse cargo de la editorial. Y por ultimo estaba su madre y los accionistas asociados a la editorial, quienes después de la muerte de su padre habían alegado que un niño como el difícilmente podría mantener una empresa en pie sin apostarlo todo a sus locuras juveniles.

—¿Y qué propones entonces, América? ¿Quieres que me lleve una cámara oculta en el sombrero o en las gafas? ¿o prefieres que me parta en dos para que mi otra mitad te avise lo que estoy haciendo? Si querías una marioneta debiste buscar a esos modelos Calvin que se desviven cada vez que te ven en la pasarela, yo no soy así. Mi padre quería decirme algo y ese algo esta de otro lado del mundo, mi único objetivo es llegar ahí y averiguarlo, que haya invitado a alguien mas no es asunto mio.

Afortunado Desastre (LR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora