—No se porque lo hizo Liam, no quiero ese dinero, no quiero que me odies, no quiero tenerlo...

—Tranquila —ordenó colocando sus manos sobre mis mejillas—. No te odio, jamás podría odiarte, Luce.

—Tu madre...

—Ella se odia a si misma no esperes que ame a nadie.

— Aun así, ese dinero no me pertenece.

—Te pertenece ahora.

—No lo quiero. Buscaré un abogado y encontraré la forma de arreglar todo esto —aseguré.

Liam sonrió con ternura y asintió limpiando mis lagrimas con los pulgares.

—Conozco esa mirada —señalé—. No crees que pueda hacerlo.

Liam frunció el ceño. —¿Mirada?

—Es la misma mirada que le dan los padres a los niños cuando los escuchan hablar de Santa. Sabes que no sucederá pero los dejas vivir en el engaño ¿crees que no podré hacerlo?

Liam suspiró y se pasó una mano por la nuca.

—No lo sé, Luce, mi padre siempre fue muy precavido. No creo que haya dejado alguna laguna que pudieras aprovechar pasa zafarte de esto.

Suspiré resignada. —Lo sé... pero al menos lo intentaré.

—Bueno, ahora tienes millones en la bolsa ¿Qué piensas hacer primero?

—Dormir —respondí de inmediato.

Liam frunció el ceño. —¿Dormir?

—Y comer —asentí.

Liam resopló y su mirada se quedó perdida en el vació.

—Tengo una idea.

—Tengo miedo a esa idea.

Rió leve y me guió por el bosque tomando mi mano mientras yo, impulsando mi cuerpo hacia atrás, me quejaba de tener que realizar cualquier actividad física.

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—¿A donde me llevas? —pregunté cruzándome de brazos con la mirada puesta al frente tratando de reconocer entre los enormes edificios alguno que me diera alguna pista.

—¿Hay algo que siempre quisiste hacer si ganabas la lotería?

Lo pensé. Ademas de unos zapatos, no se me ocurría mas.

—No voy a gastarme tu dinero Liam.

Yo lo sentía mas suyo que mio.

—No es mi dinero.

—Es de tu padre.

—Y el ya no está y ahora es tuyo. Responde.

Suspiré. —Siempre quise viajar... Australia, Londres, Madrid, Colombia, Italia.

Liam pareció pensarlo un poco. —Apuesto a que te encantaría Venecia.

Sonreí. —Esta en mi lista gracias a Google Earth.

Liam rió. —¿Alguna vez has viajado?

Asentí. —En familia, pero nunca fuera de Estados Unidos o México.

—Llegamos —anunció Liam deteniéndose frente a un enorme edificio barroco en medio de una calle antigua.

La gente caminaba de un lado a otro con enormes bolsas de frutas a rayas y los niños jugaban en la calle con libertad arrojando sus balones de lado a lado sin ninguna preocupación. Parecía un lugar agradable.

Afortunado Desastre (LR #2)Where stories live. Discover now