—En el refrigerador a la derecha —respondió Liam.

—Gracias. Espera, Que? Refrigerador? En serio? —lo mire con incredulidad.

Geneden negó con la cabeza. —Yo le dije que iba fuera.

Negué con la cabeza y me dirigí a la cocina donde sin pensarlo dos veces extraje el bote grande de mantequilla de maní y me apresure a tomar una cuchara.

—Oye, Luce...—llamo Gene acercándose cautelosamente—en serio estas bien?

Asentí. —Me da alergia en esta época del mes, y me quede sin medicamento.

—Geneden, necesito hablar con Luce, podrías... —Liam se detuvo a media petición y me miro con el ceño fruncido— Estas comiendo Mantequilla de maní... sola?

Lo señale con la cuchara. —No me juzgues.

Liam negó con la cabeza como si no pudiera digerir la idea. —Geneden...

—Lo se, me voy —dijo mientras caminaba hacia la puerta—. De todas formas tengo que terminar mi tarea de arte.

—Intenta buscar un tema que no sea música —sugirió Liam.

—No —respondió Gene antes de cerrar la puerta detrás de si.

Arquee las cejas.

—Estas bien? —pregunto.

—Bueno —me encogí de hombros sumergiendo la cuchara dentro del frasco— no estoy exactamente en plena primavera sentimental pero sobreviviré.

Liam se sentó frente a mi y unió las manos sobre la mesa.—Luce, no tienes que aparentar ser fuerte todo el tiempo.

Mis labios temblaron pero logre recobrar la compostura irguiéndome mas y clavando la mirada en le frasco de mantequilla de maní.

—No puedo dejar que mis amigos se enteren de que Will esta aquí. Mucho menos Quentin es tan... joven y estúpido, cree que siempre va a ganar cualquier pelea, pero aunque así fuera... aquí siempre gana Will.

—No tiene que ser así —aseguro Liam.

—Claro que tiene que ser así, Sabes cuantos contactos tiene William por todo el mundo? Que voy a hacer? denunciarlo? No duraría ni dos minutos arrestado —respondí huyendo a la mirada escrutadora de Liam.

—Luce —llamo.

—Que?

—No finjas conmigo, no es necesario.

Y tan rápido como abrir una llave de paso con tres palmadas al aire en casa de Liam, mis lagrimas comenzaron a rodar en caída libre sobre su pobre mesa, pero tan rápido como comencé a verter agua por los ojos sus manos me rodearon y me atrajo hacia su pecho.

—No se que es lo que quiere —asegure— pero no quiero volver a verlo, no lo quiero cerca de mi familia.

—No va a volver a acercarse a ti —aseguro.

—Tu no sabes eso —solloce—, no puedes controlarlo... y... y tengo miedo.

—Lo se, pero debes creer que no volverá a acercarse, Luce. No voy a permitir que regrese...

—Y que vas a hacer para evitarlo? Pegar tu espalda con la mía cada vez que salgamos en publico? Encerrarme en una burbuja?

—La idea de las espaldas es buena, justo hoy compre una loción que promete neutralizar el olor del sudor que probablemente producirán nuestras espaldas... Auh.

Afortunado Desastre (LR #2)Onde histórias criam vida. Descubra agora