XVIII. DONDE HUBO FUEGO

95 7 1
                                    

-¿Pasa algo? - pregunté.

Él me soltó y nos quedamos uno en frente del otro, bastante cerca. Me apoyé en la roca.

-No, no. Bueno, puede que sí. Me da miedo perderte. Puede que… que mueras.

-Eso no pasará.

-Entonces puede que muera yo, fíjate.

-Eddie, tú no vas a morir. Yo no lo permitiría.

Sonrió y dio un paso hacia mí. Acercarse más era complicado.

-Igualmente si muriera sería por ti. Llevo muriendo día a día desde aquella despedida que nunca te di, y por lo que vuelvo a disculparme.

-Estás perdonado, Eds, en serio.

-Me encanta cuando me llamas así.

-Lo sé - sonreí.

-Tienes la sonrisa más bonita que he visto en mi vida - me sonrrojé, pero no pude apartar mis ojos de los suyos -. Eres… más hermosa de lo que recordaba. Y estás buenísima. Steve no sabe lo afortunado que es - se acercó todavía más, ya apenas quedaba un hueco entre nosotros -. No, no tiene ni puta idea.

Su mirada bajó y se posó en mis labios, como había ocurrido mientras hablábamos. Solo que ahora, a solas, era mucho más descarado. En medio paso salvó la escasa distancia que nos separaba. Nuestras respiraciones empezaron a entremezclarse a medida que Eddie se acercaba a mis labios.

-Necesito besarte. Voy a besarte - susurró.

Cerré los ojos y al momento sentí los labios de Eddie contra los míos. Mi corazón aceleró sus latidos al máximo y sentí un cosquilleo en la barriga que se extendió más allá. Era el beso más dulce que me habían dado nunca, un beso cargado de disculpas y el verdadero amor que Eddie sentía por mí.

Al separarnos, me miró a los ojos.

-Ya está. No volveré a hacerlo, lo prometo. Pero te amo tanto… - susurró.

Ya era tarde. Lo vi al mirar detrás de Eddie, mirándonos, sin poder creérselo del todo.

-Steve - dije. Eddie se apartó al momento -. Mierda, eh… yo…

-No, no, perdonad si interrumpo algo - respondió, obviamente tratando de disimular su enfado. O su decepción -. Sólo venía a guiaros hasta los demás porque al parecer os habéis quedado un poco atrás.

Se dio la vuelta y emprendió el camino. Le seguí corriendo.

-Espera, Steve - llegué a su lado, pero no pude mirarle a la cara porque me daba la espalda -. Te juro que no ha pasado nada.

-¿Nada? Oh, ¿en serio? Porque a mi no me ha parecido nada.

-Solo ha sido un beso, en serio.

-¿Solo un beso? ¿Solo?

-¿Es que tú no besarías a Nance si tuvieras oportunidad?

-¡No! Porque te amo a ti, no a Nance. Y si tú me amases tampoco habrías besado a Eddie.

-Yo… yo sí te amo.

-Pues no lo parece.

-Steve, por favor, lo siento. Ha sido un error.

Él ya no respondió. Aceleró el ritmo y yo me quedé paralizada. Quise llorar, pero las lágrimas no salían, así que todo el malestar se juntó en mi estómago.

-Lo siento muchísimo - se disculpó Eddie, llegando a mi lado -. Yo no pretendía… me dejé llevar.

-Yo también. No es tu culpa, sino mía - consciente de que si Steve se alejaba demasiado no podríamos seguirle, empecé a caminar. Eddie me siguió.

-Debería quitarme de en medio. Dije que lo haría, pero ha sido… lo siento. Cuando esto acabe no me volverás a ver.

-No, Eds. Cuando esto acabe nos volveremos a ver, muchas veces. Bueno, cuando pueda venir desde California. Si… si Steve no me perdona por esto, te necesito a mi lado.

-Si tú me lo pides, yo siempre estaré a tu lado.

-Gracias, Eddie.

Seguimos caminando hasta que al fin logramos alcanzar a Steve, que estaba con el resto del grupo.

-¿Podemos seguir ya? - preguntó Dustin, ajeno a todo lo que había pasado.

-Steve, por favor - insistí -. Perdóname, no volverá a pasar, lo prometo.

Él ni siquiera me miró. Hice un esfuerzo por tragar saliva, pero el nudo que tenía en la garganta me obligó a hacer un esfuerzo terrible que provocó que se me saltaran las lágrimas, ahora sí.

-Steve… mírame, por favor. Por favor, amor, lo siento.

-¿Qué ha pasado? - preguntó Nancy.

-Nada - respondí, sin apartar de Steve mis ojos empañados de lágrimas.

-¿Nada? - exclamó él -. Te has besado con Eddie. ¿A vosotros eso os parece nada? ¿O es que estoy alucinando?

Bajé la mirada, avergonzada, y dejé que las lágrimas cayeran en silencio mientras notaba todas las miradas sobre mí. Luego supe que miraban a Eddie.

-Sigamos - decidió Steve.

Nadie hizo ningún comentario, ni siquiera oí susurros o exclamaciones de sorpresa. Tres opciones: o yo estaba tan metida en mis cavilaciones que no los escuché, o de verdad no dijeron nada porque se quedaron sin palabras, o ya se lo esperaban. Me entraron ganas de vomitar por el asco que me di a mí misma en ese momento.

-No, no, no, lo siento, lo siento - Eddie se acercó a mí -. Nunca quise hacerte llorar, por favor, no llores.

Aquello me hizo reventar en llanto. Eddie me abrazó, y yo apoyé mi cabeza en su pecho para llorar.

-Lo siento, lo siento - repitió -. Te quiero.

-Ha sido un error - sollocé -. Un gran error.

-No volverá a ocurrir, lo prometo. Hablaré con Steve, le diré que fue culpa mía.

-No…

Él siguió abrazándome. Nunca había creído que pudiera pasarme algo como aquello. Amaba a Steve, de eso no me cabía ninguna duda, y, si pudiera, pasaría con él todos los días de mi vida. Pero el beso de Eddie había despertado algo dentro de mí y, ahora, quizá me estuviera volviendo a enamorar de él. O quizá fuera eso que dicen, que donde hubo fuego, cenizas quedan.

¿Cómo era posible? No podía creérmelo, me pareció repulsivo. Me aparté rápido de Eddie y vomité detrás de un arbusto.

-¿Estás bien? ¿Es algo de la maldición? ¿Vecna está aquí? ¡T/n!

-Estoy bien, estoy bien - me saqué las lágrimas que quedaban -. Vámonos, no quiero que nos perdamos.

Él no protestó. Me siguió por el camino hasta que llegamos junto a los demás. Ahora teníamos que centrarnos en encontrar y matar a Vecna. Para los problemas que yo solita me buscaba ya habría tiempo después.











T/n siendo T/n, simplemente. Tengo sentimientos encontrados con este capítulo; lo odio y me encanta a la vez. ¿Qué pensáis?
Gracias por leer♡

Stranger Things // La Tercera de los Hermanos ByersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora