XX. TIC-TAC

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Las luces eran tan brillantes que en un primer momento no pude abrir los ojos. Empecé a sentir mi cuerpo poco a poco. Parpadeé para tratar de abrir los ojos: necesitaba saber dónde estaba. 

Pude hacerlo, pero enseguida aparté la mirada de la horrible luz del techo, tan brillante. 

-¡T/n! - Steve estaba allí, sentado, sujetando mi mano -. ¡Oh, esto es genial! Tu madre está fuera, quejándose con los médicos porque no hacían nada para que te despertaras.

-¿Dónde estoy? 

-¿No recuerdas nada? 

No, no lo recordaba. O, espera… sí. Me había dolido, pero no la herida… El Azotamentes. Billy y Hopper; sí, ellos. Sus muertes me habían destrozado, igual que a todos. 

Asentí mientras dejaba que una lágrima se escapara. Steve la limpió con delicadeza, como si yo estuviera hecha de cristal. 

-Tenía miedo de perderte - admitió. 

-Eh. Hierba mala nunca muere. 

Él sonrió, con lágrimas de emoción en los ojos. 

-Te amo. Ya lo sabes. Muchísimo. Si te hubiera perdido, yo… no sé. 

-Pero estoy aquí. Y estoy bien - él asintió -. Yo también te amo. Ya lo sabes. 

Ambos sonreímos. 

Cuando mi madre entró en la habitación, comenzó a llorar de la emoción y empezó a contarme todo lo que había pasado mientras yo estaba en coma, durante tres semanas seguidas. Quién me había traído flores, quién me había visitado o qué vecinos habían querido acercarse a curiosear. 

Los demás vinieron a verme, Erica también acompañó a su hermano. Incluso Murray vino, cosa que me sorprendió porque nos conocíamos de unos, como máximo, treinta minutos, pero me gustó el gesto. Aquel fue el día más feliz para todos en aquellas tres infernales semanas. 

Me recuperé poco a poco. Habría entrado a clases a mediados de septiembre, pero no lo hice porque no tenía sentido empezar a estudiar en el instituto de Hawkins. 

La noticia me golpeó fuerte y echó por tierra todo el buen humor que había tenido durante mi recuperación. Teníamos que mudarnos. Le supliqué a mi madre, pero ya estaba decidido. No podíamos seguir permitiéndonos nuestra casa. 

Al menos, me tranquilizó saber que Ce vendría con nosotros. Sería como nuestra hermana, y aquella simple idea me fascinó. Pero estar alejada de los demás sería simplemente muy duro. 

Un día de principios de octubre estábamos empaquetando cosas para la mudanza. Max y Lucas se burlaban de Dustin y su Never ending story. Yo tenía algo de dolor de cabeza que había intentado apaciguar con una pastilla, pero no había manera. 

Los dolores de cabeza eran comunes después de la operación, igual que las pesadillas. Constantemente rememoraba en sueños aquella noche, y me despertaba sudando, aterrorizada, a veces gritando, otras veces mamá o Jonathan ya estaban a mi lado. 

Cogí una de las cajas ya listas para cargarla hasta la puerta, cuando un hilo de sangre se deslizó por mi nariz hasta mi mano. Me sangraba de vez en cuando, y pensé que debía ser algún tipo de efecto secundario por la medicación. 

-Oh, joder. 

Al girarme para pedir un pañuelo, comprobé que la casa estaba vacía, y más oscura. Extraña. 

-¿Max? ¿Lucas? ¿Dustin? ¿Hoola? ¿Alguien?

Todo estaba en silencio, no había nadie. Aquello era muy raro. Las luces empezaron a parpadear de pronto. Me asusté y traté de salir de casa, pero la puerta no se abría.

Retrocedí para buscar alguna otra salida, pero de pronto las ventanas estaban tapadas. Oí un ruido. Un tic tac que cada vez se hacía más y más intenso. 

Seguí el sonido pensando que, tal vez, aquello me llevase a una salida. Digo, no teníamos un reloj en casa. 

-No me jodas. 

Clavado en una pared y en un ángulo un poco extraño había un reloj, alto y antiguo. En aquella postura y en aquel ambiente, la elegancia que pudiera transmitir solo daba paso al horror. Tic tac. Tic tac. Tic tac. Tic tac. 

El sonido me producía escalofríos. Me tapé los oídos y chillé con todas mis fuerzas pidiendo ayuda. 

Alguien me tocó el hombro y abrí los ojos, sobresaltada. 

-¿Estás bien? - era Max. 

-Yo… ¿dónde estábais? 

-¿De qué hablas? No nos hemos movido… 

-Pero sí… Bah, no importa. 

-Puedes contármelo. Somos amigas. 

-Da igual. No me entenderías.

Oh, muy pronto lo entendería. Pero tendrían que pasar algunos meses para que ambas entendiéramos lo que ocurrió aquel día de principios de octubre. 

-Vale… - dijo, sin estar convencida, pero dejándome en paz. 

No me gustaba dejarla así, pero, ¿qué le diría? "Oye, Max, acabo de tener una visión increíble en la que había un puto reloj metido en mi pared, creo que debería ir al psiquiatra porque posiblemente me esté volviendo loca". Era posible que estuviera delirando, sí, pero aquello no me preocupaba, no en un primer momento. 

Por entonces, lo que más me preocupaba era que aquella visión estuviera relacionada con el Azotamentes. ¿Y si una parte de él se había quedado dentro de mí, igual que el que se había quedado en la pierna de Ce? ¿Y si yo era la nueva huésped? 

Fui hasta la cocina. Necesitaba un vaso de agua. Will estaba allí. Estaba solo, así que vi la oportunidad de preguntar. 

-Oye, Will… 

-Dime.

-¿Cuando el Azotamentes… ya sabes, te controlaba… tenías visiones? 

-¿Visiones? Pues… veía lo mismo que él. También los túneles y esas cosas… Estábamos conectados.

-¿Podrías haber visto, no sé, nuestra casa? Pero como si no hubiera salida, y tu hubieras intentado escapar. 

-No... ¿Por qué? 

-Curiosidad - Will me miró sin llegar a estar convencido. Decidí mentir -. Es que lo soñé hoy. Se sentía bastante real, por eso te pregunto.

-Sería solo un sueño.

-Sí. Un sueño.

Aquello no acaba de calmarme. Todavía cabía la pequeña posibilidad de que fuera el Azotamentes, pero ya no lo veía tan probable. En cuanto a lo de estar volviéndome loca… igual era un efecto secundario de los sedantes que me habían dado en el hospital para poder dormir. 

"Sí, seguro que es eso", pensé para tranquilizarme."Ni Azotamentes, ni locura. Solo efectos secundarios por la medicación". 

Bueno, en una parte tenía razón. No eran ni el Azotamentes ni la locura. Pero era algo mucho peor. Aunque, como ya dije, tendrían que pasar varios meses para entenderlo. 

Por el momento, solo me quedaría con el recuerdo del reloj, como una imagen grabada a fuego en mi mente que trataría de borrar a toda costa.  

Decidí no contárselo a nadie. Ni siquiera a Steve. Y así lo hice, mientras pude.














Vale, sé que no tiene mucho sentido que aparezca Vecna así y ahora. Pero T/n es T/n y necesita drama en su vida. Mañana o pasado publico el epílogo y acabamos con esta temporada :)
Gracias por leer♡

Stranger Things // La Tercera de los Hermanos ByersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora