I. ANGELA

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Llamé a la puerta. Podría haber entrado sin más, la puerta de su habitación siempre estaba al menos tres centímetros abierta. Lo hacía por Hopper.

-Pasa - dijo.

Abrí la puerta y volví a dejarla como estaba tras de mí.

-¿Cómo vas con eso? - pregunté.

-Bien. Ya está listo, ¿te gusta?

Me acerqué para observar el trabajo de Ce. Dentro de una caja había representado la cabaña de Hopper y, por supuesto, al propio sheriff.

-¿Eso es una ardilla?

-Es el señor Trolero.

-Me gusta.

Sonreí y miré a Ce.

-Es precioso, peque - le revolví el pelo -. Lo vas a hacer genial.

Ella sonrió, cerrando los ojos. Le di un beso en la frente.

-¿Nos vamos? Argyle está esperando - indiqué.

-Vamos.

Cogió su mochila y su proyecto y me siguió fuera. Argyle era el nuevo amigo de Jonathan. Trabajaba en Surfer Boy Pizza, y en una de esas camionetas nos llevaba al instituto todos los días. Era un poco raro, pero agradable.

-Adiós, mamá - me despedí, dándole un beso en la mejilla a toda prisa.

Will y Ce tenían la suerte de ir a la misma clase, así que Will también llevaba un proyecto. El suyo era una gran cartulina azul llena de fotografías e información, e incluso un dibujo hecho por él.

Abrí la puerta y todos subimos a la camioneta.

-Pues venga. Agarraos fuerte los pantalones - dijo Argyle, justo antes de acelerar de manera posiblemente nada prudente.

No pude oírla, pero podría apostar a que mamá gritó algo sobre ir más despacio o con más cuidado.

Al llegar, me despedí de los chicos y fui a mi clase. No había hecho nuevos amigos en California; para qué. Ya los tenía en Hawkins. Allí estaban mis verdaderos amigos, los que siempre estarían para mí, mi familia.

Era el último día antes de las vacaciones de primavera. Mike llegaría a la mañana siguiente, iríamos a recogerlo al aeropuerto y pasaríamos la tarde juntos. Un día más tarde, sería yo la que cogería un avión para volver a Hawkins. En un principio, Jonathan iba a venir conmigo, pero, al final, decidió que estaba demasiado ocupado haciendo nada como para acompañarme. Bueno, él se lo perdía.

Las clases pasaron con una lentitud aplastante. Normalmente siempre era así, pero ese día fueron incluso más pesadas que de costumbre. Tenía muchas ganas de volver a casa, a Hawkins. California estaba bien, pero no era mi hogar.

Al fin llegó la hora de la comida. Ni siquiera esperé a que la profesora acabase de explicar antes de levantarme. Todos hicieron lo mismo como si yo marcase lo que debían hacer y lo que no. Al igual que en Hawkins, aquí no caía muy en gracia a la gente, pero, al contrario que allí, aquí no me odiaban. Me respetaban de algún modo, intentaban evitarme. Todos especulaban acerca de la gran cicatriz que me cruzaba el abdomen. Yo nunca dije nada - claro, qué diría, ¿fue un monstruo de siete metros controlado por una criatura de una dimensión paralela? - así que los rumores ayudaron a que mucha gente me tuviera algo de miedo. Todos menos una persona: Angela.

Era por ella por quien Ce vino corriendo a abrazarme en cuanto me vio entrar al comedor.

-Oh, peque, ¿qué pasa? - pregunté, sorprendida.

Stranger Things // La Tercera de los Hermanos ByersWhere stories live. Discover now