XV. REUNIDOS DE NUEVO

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-¡La pierna! - sollozó Ce.

Se retorcía de dolor.

-¿Qué es eso? - preguntó Erica.

-Tiene algo dentro - señaló Mike.

-Es asqueroso… - comentó Dustin.

-Dios mío, hay que sacárselo - dije -. ¡Ya!

-Sí. Habladle, que no se duerme, ¿vale? - ordenó Jonathan, que salió corriendo.

Nosotros hicimos lo posible para que no se durmiera. Robin incluso empezó a contar la historia de una compañera de su equipo de fútbol a la que se le salió un hueso de la rodilla. Yo me puse de rodillas detrás de Ce y la incorporé un poco, poniendo su cabeza sobre mis piernas y sujetándola con fuerza por los brazos. Ella apretó los míos con las manos como si tuviera miedo de que, si se soltaba, pudiera no volver a agarrarlos nunca más.

Jonathan volvió con un cuchillo, algo de madera y unos guantes. Se agachó delante de Ce.

-Vale, escucha, Ce. Esto te va a doler un montón, ¿vale?

-Sí.

Lloraba. Ella lloraba, y cuanto más lloraba ella, peor me sentía yo.

-Tienes que quedarte quieta - siguió Jonathan, que le dio la cuchara de madera -. Toma, quiero que muerdas esto, ¿vale?

Alguien le ayudó a colocarse la cuchara en la boca, y ella mordió. Jonathan acercó el cuchillo a su pierna, mientras Dustin no paraba de repetir palabrotas. Se quedó quieto un momento; todos lo observábamos, pero él me miró a mí.

-Vamos, Jonathan.

-¡Hazlo! - insistió Mike.

-Vale. Vale.

Hizo un corte en la pierna. Ce gritó, y me clavó las uñas en los brazos. Ni siquiera me importó. Apreté sus brazos un poco más para darle fuerzas.

-Vamos, peque. Tranquila, tranquila, lo haces bien. Ya casi está - dije, mientras ella seguía gritando.

Jonathan dejó caer el cuchillo, lleno de sangre. Todos gritamos cuando metió la mano dentro de la herida recién abierta para sacar lo que fuera que se movía dentro. Ce me clavó tan fuerte las uñas, que unos hilos de sangre comenzaron a descender por mis brazos. Jonathan seguía rebuscando, pero no encontraba nada.

-¡Jonathan! - exclamé.

-¡Espera!

-¡Para! ¡Para! - chilló Ce, que había conseguido escupir la cuchara -. Puedo hacerlo…

Se incorporó. La ayudé a hacerlo sin cuestionar nada. Extendió su brazo hacia la herida y, gritando, logró sacar un pedazo de Azotamentes. No sin antes reventar el cristal del escaparate que teníamos detrás.

Lanzó a aquel bicho a algunos metros de nosotros. En ese momento, un zapato lo aplastó. Todos levantamos la vista. Por un momento temí que fueran los rusos.

-¡Mamá! - grité.

Me levanté corriendo y la abracé. Venía con Hopper y con otro hombre a quien yo aún no conocía, pero, por las pintas, debía ser alguien muy peculiar.

-¿Qué ha pasado? Estás sangrando - señaló.

-No importa.

-¿Estás bien?

-Yo sí.

-¿Estáis todos bien?

Un poco más atrás, los demás asintieron. Ya estaban limpiando la herida de Ce para vendarla con las cosas que habíamos traído del supermercado.

Stranger Things // La Tercera de los Hermanos ByersWhere stories live. Discover now